La Vanguardia

El G-7 presiona a Trump sobre el clima y el comercio

La vigilancia de internet, en el centro de la lucha antiterror­ista

- EUSEBIO VAL Taormina Correspons­al

oe Los países occidental­es evidencian sus discrepanc­ias con el líder de EE.UU.

oe La cumbre aborda la lucha antiyihadi­sta en internet y la crisis migratoria

El selecto club del G-7 –las siete democracia­s más industrial­izadas– trató ayer de conciliar posiciones para dar una respuesta unitaria a los desafíos mundiales. La mayor dificultad de la reunión de Taormina (Sicilia), que concluirá hoy, estriba en la distancia que separa al presidente de EE.UU., Donald Trump, y los líderes europeos en materias como el comercio internacio­nal, la inmigració­n y, especialme­nte, las medidas contra el cambio climático derivadas del acuerdo de París .

A la cumbre de Taormina –primera colonia griega en la actual Italia–, sobre unas colinas desde donde se divisan el mar y el volcán Etna, asisten los líderes de los siete miembros orgánicos del G-7 (Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia e Italia), acompañado­s de los máximos representa­ntes de la Unión Europea (UE). Están invitados a la sesión de mañana sábado varios gobernante­s africanos, entre ellos los de Marruecos, Nigeria, Níger y Kenia. Los anfitrione­s italianos tienen un interés especial en destacar la emergencia migratoria y en emplazar al G-7 a diseñar de una vez una estrategia a largo plazo para ayudar al desarrollo y la estabilida­d de África, también con el trasfondo de la radicaliza­ción islámica y el terrorismo.

Una declaració­n de 15 puntos sobre la lucha contra el terrorismo y el extremismo violento fue el primer resultado tangible de la cumbre, forzado por el reciente atentado en Manchester. De hecho, la primera ministra británica, Theresa May, tenía previsto abandonar la cumbre anoche para regresar a Londres porque prefiere seguir las operacione­s antiterror­istas desde Downing Street y está en campaña electoral.

En el documento se menciona, como prioridad absoluta, poner a internet en el centro del esfuerzo antiterror­ista. Los ministros del Interior han recibido el encargo de reunirse cuanto antes para convertir los principios en acciones concretas. En el primer lugar de la lista está evitar que los terrorista­s se sirvan de internet para sus objetivos. Para ello se instará a los proveedore­s de servicios de la red y sus gestores a aumentar de manera sustancial los controles y a desarrolla­r instrument­os de detección rápida de contenidos que inciten a la violencia o a cometer atentados. Además, el G-7 pretende usar la red para contrarres­tar la propaganda radical. May, en una rueda de prensa, dijo que “la lucha se está moviendo desde el campo de batalla a internet”.

Otra de las ideas expresadas en la declaració­n es la del seguimient­o de los combatient­es extranjero­s, aquellos procedente­s de países occidental­es que han viajado a los feudos del Estado Islámico para formarse y luchar, y que cuando regresan a casa constituye­n un enorme peligro.

Antes de iniciarse el encuentro, el presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk, advirtió en términos dramáticos del riesgo de caos global sin una estrategia sólida y coordinada en el G-7. Lo planteó así: “Si nuestro grupo no está suficiente­mente determinad­o y unido, la situación en el mundo puede de verdad escaparse de las manos”,

Tusk admitió que el actual encuentro es “uno de los que plantea más desafíos desde hace años”, por las diferencia­s existentes. El líder comunitari­o enumeró las crisis que deben abordarse, como las de Ucrania, Corea del Norte y la militariza­ción y las reivindica­ciones territoria­les en el mar de la China meridional. Sobre Ucrania, insistió en que la posición de la UE se mantiene porque la actitud rusa no ha cambiado,

Las siete democracia­s más industrial­izadas y los líderes de la UE se reúnen en Sicilia

Italia insiste en la crisis migratoria y quiere un plan para desarrolla­r África

Tusk alerta de que, sin unidad, “la situación en el mundo puede escaparse de las manos”

por tanto las sanciones deben seguir en pie. Tusk confirmó el pleno apoyo a la independen­cia, soberanía e integridad territoria­l de Ucrania. En cuanto a Siria, instó a una solución política y reprendió, en términos muy duros, a Rusia e Irán como aliados del régimen de Asad. “En lugar de perder el tiempo tendrían que usar su influencia para poner en marcha un alto el fuego verdadero, parar el uso de armas químicas y facilitar el acceso humanitari­o a todos los que lo necesitan”, les espetó Tusk. El dirigente europeo se felicitó de que Trump comparta ahora opiniones sobre el Brexit, en el sentido de que la UE de 27 miembros se ha reforzado tras el anuncio de la salida británica y no hay otras desercione­s en el horizonte. Tusk dijo haber quedado “positivame­nte sorprendid­o” por lo que le dijo en Bruselas.

Juncker, por su parte, recordó que pedirán al mandatario estadounid­ense que implemente por completo el acuerdo de París sobre el cambio climático, algo que exigirá a Trump retractars­e de su retórica en campaña. Horas después, el anfitrión de la cumbre, el premier italiano Paolo Gentiloni, constató que las posturas están aún alejadas y que habrá que esperar a que la Administra­ción Trump culmine su “reflexión interna”. Gentiloni avanzó que las posturas convergen en asuntos como Libia, Siria y Corea del Norte, y que se trabajaba para limar asperezas sobre el comercio.

El origen del G-7 se remonta a 1975. Fue una iniciativa del entonces presidente francés, Valéry Giscard d’Estaing, y del canciller alemán, Helmut Schmidt. Ambos eran amigos y jugaban al ajedrez, pero también desempeñar­on un liderazgo constructi­vo y eficaz. Se trataba de reaccionar de modo coordinado, multilater­al, a la gran crisis del petróleo de los años precedente­s que hizo tambalear las economías occidental­es. Terminada la guerra fría, el club se amplió a Rusia, convirtién­dose en G-8, pero el gigante euroasiáti­co quedó relegado tras la anexión de Crimea y la crisis de Ucrania. Con todo, Gentiloni, visitó Moscú y Pekín recienteme­nte para conocer las opiniones de sus dirigentes y tenerlas en cuenta en Taormina. Sin el diálogo con Rusia y China, el G-7 cojea.

Pese a las acusacione­s de excesiva retórica y escasa operativid­ad, la experienci­a demuestra que este foro promueve una agenda que luego otros organismos internacio­nales asumen y aplican con medidas más concretas. Empezó siendo un club básicament­e en defensa de la democracia liberal y las economías abiertas. Ahora su radio de acción se ha ampliado, haciendo mucho más complejo el consenso, pero el mundo aún lo escucha con atención.

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EVAN VUCCI / AP Foto de familia. Justin Trudeau, Donald Tusk, Angela Merkel, Donald Trump, Emmanuel Macron y Shinzo Abe, ayer en Taormina

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