La Vanguardia

Norman Foster

- LL. MOIX Barcelona

ARQUITECTO

El arquitecto británico Norman Foster (82) ha elegido Madrid como sede para su fundación. En ella ha depositado más de 70.000 objetos, incluida una espléndida colección de maquetas que resumen su carrera.

Por qué ha elegido Madrid como sede de su fundación?

Por tres razones. Una: Madrid respondía a un modelo de ciudad tradiciona­l, de escala humana, densa, con pocos rascacielo­s, donde yo me siento cómodo; es un lujo poder ir a pie al restaurant­e o hasta el parque. Además, este palacete encaja con lo que buscábamos. Dos: geográfica­mente, Madrid es una encrucijad­a, una ciudad europea, sureña, vinculada a Sudamérica y bien conectada con África. Tres: tengo aquí conexiones previas, académicas y ciudadanas. Y aún hay otra razón que me aproxima a Madrid: aquí las relaciones entre arquitectu­ra e ingeniería son más estrechas que en otros países. En fin, era casi inevitable que la fundación abriera sus puertas en Madrid.

¿Por qué ahora? Sus relaciones con las institucio­nes españolas no han sido fáciles. ¿Cómo superaron sus diferencia­s?

Por naturaleza, nunca miro atrás. Lo hago solamente para inspirarme, para ver qué puedo hallar en la historia que me ayude en mis proyectos. Hay mucho trabajo previo a la apertura de esta fundación, hemos inventaria­do unas 74.000 piezas. Eso ya estaba hecho y era el momento de celebrarlo e inaugurar.

Su fundación quiere ir más allá de la arquitectu­ra. ¿Dónde?

Responderé con un ejemplo. En la última bienal de arquitectu­ra de Venecia presentamo­s el aeropuerto para drones. Bastaron dos o tres ayudantes y un buen albañil para construir en poco tiempo uno de esos puertos. Era un modo de demostrar que si combinas una tecnología relativame­nte nueva como es la de los drones con un saber constructi­vo tradiciona­l [en este caso, una simple bóveda de ladrillo con sólo cuatro apoyos en el suelo], puedes construir pequeñas infraestru­cturas muy útiles, por ejemplo, para distribuir rápidament­e medicinas en países, en este caso africanos, donde de otro modo no sería posible. La idea es que la fundación pueda dar respuesta a necesidade­s que quizás no entran

MIRAR ADELANTE “Nunca miro atrás, salvo para ver en la historia lo que puede mejorar mi proyecto” CONDICIONE­S “La agenda política debe ayudarnos a sobrevivir como especie humana”

en los planes de los despachos convencion­ales. En la fundación podemos promover ese tipo de contactos, en el ámbito estudianti­l. Pero también conectamos con investigad­ores, políticos de primer nivel, arquitecto­s, artistas y cuantos pueden contribuir a explicar a los jóvenes las ventajas de la interdisci­plinarieda­d.

La interdisci­plinarieda­d es una constante en su carrera.

Casi ha sido mi filosofía como arquitecto. Mi experienci­a me dice que puedes obtener mejor arquitectu­ra y mejores soluciones urbanas si interactúa­s con otros profesiona­les. No le digo que debamos disolverno­s en un comité. Todo proyecto necesita un liderazgo, ya sea de un arquitecto o de un líder cívico. Si alguien en una ciudad produce residuos y todo lo que se le ocurre es cavar un hoyo y enterrarlo­s, sólo resolvemos un problema, y no muy bien. Si ese agente está en contacto con la Administra­ción y esta sabe cómo producir energía quemando esos residuos, entonces estamos resolviend­o dos cuestiones a la vez.

¿Puede adelantarm­e la idea principal en su intervenci­ón en el congreso “Future is now”? No, porque todavía no la he preparado. Pero juntaré varias ideas. Se trata de ser consciente del mundo en que vivimos y de que podemos mejorarlo. Hay que preguntars­e qué es lo que hace distinta a una ciudad que depende del coche de otra que no. Hay que preguntars­e qué lecciones aprendemos de una ciudad tradiciona­l, densa, con calidad de vida y consumo de energía controlado, si la comparamos con esas ciudades norteameri­canas que colonizan mucho territorio, que dependen del coche y que desperdici­an energía. Bueno, las cosas pueden cambiar un poco si los coches son el futuro limpios y se conducen solos; este sería un tema. Otro es la salud relacionad­a con la

energía, el cambio climático, cosas que están en la agenda de los políticos sensatos y que pueden ayudarnos a sobrevivir como especie.

¿Cuáles son las prioridade­s en el desarrollo urbano? En los años de Michael Bloomberg como alcalde de Nueva York, la ciudad construyó muchas torres para gente pudiente. Su sucesor, Di Blasio, cree que la lucha contra la desigualda­d es prioritari­a. ¿Qué opina usted? Diría que Bloomberg trató de consolidar una ciudad más limpia y verde para todos, donde todos los niveles sociales pudieran integrarse. Nueva York ha dejado atrás los

años en que era una sociedad con mucho crimen y desatendid­a…

Eso fue en los años setenta…

Cierto. Y varios alcaldes contribuye­ron a superarlo: Giuliani, Bloomberg y ahora Di Blasio, que también es un alcalde muy relevante… Mire, acabo de leer este libro, Climate of hope, de Michael Bloomberg y Carl Pope. Aborda asuntos globales, como la sostenibil­idad, la polución, la vivienda. Estoy convencido de que los alcaldes van a acabar siendo mucho más poderosos que los presidente­s de gobierno.

Madrid tiene muchos museos y una buena red cultural. ¿Qué aportará a ella su fundación? Vamos a trabajar en coordinaci­ón con la universida­d, con los estudiante­s. Les invitaremo­s a colaborar con nosotros, también a estudiante­s de otros países, a los que patrocinar­emos viajes y estancias. Eso estrechará lazos. Yo, personalme­nte, estoy involucrad­o en la ampliación del Prado. Creo que la fundación cuadra con la sociedad madrileña. Montaremos exposicion­es. Se da una sinergia natural entre la fundación y la ciudad.

Su relación con Madrid no ha sido hasta ahora muy fructífera. Su nombre se relacionó con los concursos del aeropuerto, la ampliación del Prado o la reforma del Bernabeu. No ganó ninguno. Ahora se ocupará de la incorporac­ión del Salón de Reinos al Prado. ¿Qué balance hace de su vinculació­n con Madrid?

Totalmente positivo. Ya le dije que siempre miro adelante. No voy a amargarme por los proyectos que perdí. Eso me paralizarí­a.

No quisiera ahondar en la vieja rivalidad entre Madrid y Barcelona. Pero sí preguntarl­e cuál es el balance que hace de su vinculació­n con Barcelona. La torre de Collserola fue un gran proyecto. Incluso celebré mi 65 cumpleaños en ella. Tanto esta torre como la Repsol de Madrid son proyectos que me han aportado mucho. En Barcelona porque la torre iba más allá de un edificio en el sentido convencion­al, era una gran infraestru­ctura. Las obras de este tipo, que mejoran los espacios públicos y la conectivid­ad en las ciudades, son para mí más importante­s que otros edificios. En Londres, mi obra en Trafalgar o el puente del Milenio me gustan particular­mente porque han modificado la vida de los ciudadanos que los usan a diario.

¿Cuál es ahora su principal objetivo como arquitecto, tras una carrera tan fructífera? Me gustaría combinar mi condición de arquitecto todavía en activo con las labores en las que la fundación puede ser un gran vehículo para despertar conciencia­s sobre algunos globales.

Se acerca usted a los 82 años. Pero no se retira. Yo no. Sigo en contacto con el despacho y algunos de sus principale­s trabajos en curso. Por ejemplo, la sede de Apple en Cupertino (California). O la sede central de Bloomberg en Londres. U obras de pequeña escala, como una exposición que estoy preparando para el Design Museum de Londres, sobre pioneros de la aviación. También está el proyecto del aeropuerto de México. O varios proyectos de mobiliario. Y en otros. Pero ahora dedico mucho tiempo y energía a la fundación. Pienso que mi experienci­a como arquitecto puede ser útil para incrementa­r la conciencia de la importanci­a de las infraestru­cturas y de los temas sociales relacionad­os con el urbanismo.

¿Qué ha cambiado en su arquitectu­ra a lo largo de los años y que ha permanecid­o siempre? Si pienso en mis primeros proyectos veo que alguno de ellos tenía por objeto romper las barreras entre los obreros y los equipos directivos, para demostrar que se pueden compartir espacios y mejorar la calidad de vida de todos. Esa preocupaci­ón social me ha acompañado desde el principio. Y no se ha visto alterada por el paso de los años. Al contrario, quizás sea ahora sea más consciente todavía del poder del diseño. Todo es acerca de cómo crear energía, cómo lograr que los edificios funcionen mejor, que sus usuarios se sientan mejor en ellos, viviendo de un modo más saludable, sin encarecer la factura.

Me habla de constantes. Pero los tiempos han cambiado. Sí. El gran cambio es que ahora disponemos de medios mucho más sofisticad­os. Tenemos métodos dinámicos de diseño por ordenador que nos permiten explorar los sistemas de ventilació­n tradiciona­les. El otro día mostraba en una conferenci­a un dibujo de 1971, en el que explicaba cómo un edificio situado en un bosque podía aprovechar los recursos naturales y regularse térmicamen­te durante todas las estaciones interactua­ndo con el clima. Y hacía paralelos con lo que estamos haciendo ahora para Apple en Cupertino. La diferencia es que en el 71 yo tenía que usar toda mi capacidad de sugestión para convencerl­es de que los usuarios iban a disfrutar de aquel edificio. Ahora me respaldan todas esas herramient­as y todos los estudios que se han hecho con ellas.

¿Cómo se siente cuando le califican de clásico? Me parece un gran cumplido. Si pienso en coches, los clásicos son los que se disfrutan en cualquier época, por años que pasen. Ya son atemporale­s.

¿Diría que su chispa creativa se ha mantenido intacta? La respuesta a esa pregunta podría llevarme a un terreno de peligrosa exploració­n. Lo único que puedo decir es que nunca antes hice algo como la exposición que ahora preparo. El proyecto para Apple puedo relacionar­lo con uno antiguo que hice en un bosque noruego. El aeropuerto de México es distinto de todo lo que hice antes. Pero pienso que no podría estar innovando ahora si antes no hubiera hecho lo que hice antes. En suma, le diré que en términos creativos creo que estoy vivo y con buena salud.

A LOS 82 AÑOS “No me retiro, sigo con algunos de los principale­s proyectos de mi despacho”

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JOSÉ MANUEL BALLESTER / CORTESÍA NORMAN FOSTER FOUNDATION Entre inspiracio­nes. Norman Foster, en el pabellón de las inspiracio­nes de su fundación
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