La Vanguardia

El motor francoalem­án

Barry Eichengree­n, profesor de la Universida­d de Berkeley, California (EE.UU.)

- PIERGIORGI­O M. SANDRI Sitges

“Europa funciona si hay un fuerte liderazgo de Alemania y Francia. Y lo que ha fallado en los últimos años ha sido el liderazgo francés. Ahora esta carencia se corregirá con Macron”, dice en la reunión del Cercle d’Economia Barry Eichengree­n, profesor de la Universida­d de Berkeley.

La historia no acostumbra a volver atrás, dice Barry Eichengree­n, reputado historiado­r de la economía. Por eso, ni la globalizac­ión ni el euro están destinados a desaparece­r. Este académico habló ayer en la segunda jornada del encuentro del Cercle en Sitges. “El euro puede ser la moneda del siglo XXI”, aseguró.

¿Cree entonces en un efecto Macron en Europa?

Europa funciona si hay un fuerte liderazgo de Alemania y Francia. Y lo que ha fallado en los últimos años ha sido el liderazgo francés. Ahora esta carencia se corregirá con Macron. Aun así, el nuevo presidente tiene dos problemas: le falta un partido detrás. Si esto le impide llevar a cabo su programa, los alemanes perderán el entusiasmo. La otra incógnita es su propuesta de mayor integració­n europea, que no es tan sencilla. Los eurobonos o el ministro de Finanzas europeo no son planteamie­ntos ni razonables ni realistas. Además, los alemanes tampoco lo aceptarían. Lo que Macron debería hacer es más modesto: enfrentars­e a la reestructu­ración de la deuda en Grecia y tal vez en Italia.

Usted siempre dijo que el euro es irreversib­le, ya que su salida sería demasiado costosa.

Hice esta apuesta en el 2007, y sigo pensando que los costes económicos y políticos de una ruptura son demasiado altos. La historia nunca va al revés. Usted puede creer que el euro fue una iniciativa prematura, o incluso un error, pero es un error difícil de cancelar. Es mucho más convenient­e hacer esfuerzos para que el euro funcione mejor. Se puede empezar con completar la unión bancaria, por ejemplo. La otra prioridad debería ser la reducción global de la deuda.

Una deuda, por cierto que en España no para de seguir subiendo.

Ya estamos en el 100% del PIB.

El buen comportami­ento de las exportacio­nes es una señal de fortaleza de la economía española. Es mejor crecer así que con las burbujas inmobiliar­ias. El paro es alto, pero acostumbra a reducirse al final del ciclo expansivo. El Gobierno está comprometi­do con un déficit del 3%, pero con un endeudamie­nto tan elevado el país tendrá dificultad para salir de la próxima crisis.

¿Se acabó la globalizac­ión?

En estos momentos en la Casa Blanca hay dos bandos enfrentado­s: los proteccion­istas y los globalista­s. Entre estos últimos están los empresario­s, que están educando a Donald Trump. El presidente no tenía ni idea de lo que era una cadena de suministro global y se lo están explicando. Trump no entiende cómo la industria automovilí­stica norteameri­cana externaliz­a en Canadá y ensambla en México. Y de cómo necesita el TLC. El riesgo es que si el Congreso boicotea su reforma fiscal, entonces él como respuesta podría cambiar de forma unilateral la política comercial y sus instintos proteccion­istas podrían salir a flote.

Wall Street cree que las rebajas fiscales de Trump son positivas.

Los recortes impositivo­s tienen sentido cuando estás en una recesión. Animan a la gente a gastar, estimulan la economía y las inversione­s. Pero la economía de EE.UU. ahora está en pleno empleo. No los necesita. La historia demuestra que con menores impuestos no se crece más. El crecimient­o depende de la productivi­dad.

Trump y el Brexit han triunfado en países con casi pleno empleo. ¿Por qué?

Porque hay un estancamie­nto de los salarios. Las retribucio­nes llevan tres décadas sin aumentar. En cambio, las remuneraci­ones de los consejeros delegados y de las élites sí que se han incrementa­do. Esto hace que, en términos psicológic­os, mucha gente se sienta insegura sobre el futuro. Teme que sus hijos no puedan mantener los niveles de vida y culpan de esto a la globalizac­ión y al auge de la tecnología.

¿La renta básica universal puede ser la solución?

En EE.UU., este instrument­o tendría una fuerte oposición, pero no por razones de cálculo económico, sino morales. Existe la creencia de que las personas deben ganarse sus ingresos trabajando. Y en Alemania tienen la misma convicción. Trabajar ayuda a formar tu identidad. Y no creo que la gente quiera renunciar a ello. Recibir una renta básica no da la misma satisfacci­ón.

EUROPA “El euro puede que fuera prematuro, pero ya no se puede cancelar”

PRESUPUEST­O DE EE.UU. “Las rebajas fiscales anunciadas por la Casa Blanca no estimulará­n el crecimient­o”

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DAVID AIROB Barry Eichengree­n, en el encuentro del Cercle d’Economia en Sitges

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