Liderazgo sobre ascuas
Caminar por encima de brasas o cristales, reto extremo en cursos de ‘coaching’
Sin acción no hay resultados. Hasta aquí, todos de acuerdo. Pero una cosa es optar por sobrevivir sin altibajos en ese mundo que los psicólogos denominan “zona de confort” –un estadio en el que prima la seguridad, el placer o la ausencia de dolor y riesgos innecesarios– y otra muy diferente apostar por experiencias de impacto para buscar un crecimiento personal y laboral, como sería caminar sobre brasas o cristales rotos. Un salto sin paradas intermedias. Lo dan aquellas personas dispuestas a poner a prueba sus límites. Es la última tendencia (la más extrema) ofertada como un complemento a las tradicionales técnicas de coaching. Y la demanda crece. Realidad celebrada por las contadas firmas que ofertan en España, tanto a empresas como a particulares, sesiones y cursos de
glasswalking (caminar sobre cristales) y firewalking (caminar sobre brasas) vendidas no como una práctica propia de faquires, sino como una terapia beneficiosa que se asegura que ayuda a superar miedos, ganar en autoestima, aumentar la seguridad o dominar la mente y fuerzas internas.
El firewalking más antiguo está datado en India. “Hay escritos de hace 4.000 años que narran competiciones entre sacerdotes en honor del fuego. Ganaba el que más metros avanzaba en un camino de brasas”, indica Rafa Rodríguez, fundador de University of Change & Caminando sobre Brasas. Los romanos también practicaban esta experiencia de impacto con fuego. “Aquellos que caminaban sobre brasas estaban exentos de pagar tasas”, añade Rafa Rodríguez, psicólogo y que se cuenta entre las diez únicas personas en todo el mundo con el título de Master Firewalking Instructor. “En la procesión griega de Anastenarides se bailaba sobre carbón ardiente durante horas para honrar a San Constantín y a Santa Helena. y en Hawái dejaban endurecer la lava lo suficiente como para que las personas pudiesen caminar sobre ella cuando aún estaba muy caliente”. Hay incluso, continúa Rodríguez, “referencias de caminar sobre las brasas en citas de la Biblia: ‘¿Puede uno caminar sobre carbón caliente y no sentir sus pies quemados? (Proverbios 6:28) o ¡Cuando camines sobre el fuego, no debes quemarte¡ (Isaías 43:2)’”.
Hecho el repaso histórico, este instructor en firewalking se pregunta: “¿por qué estas personas de la antigüedad y sus culturas sabían algo que a nosotros nos ha costado tanto conocer”. Se refiere Rafa Rodríguez al hecho de que esos antepasados “no dudaron en celebrar rituales y ceremonias entorno al fuego para mejorar su bienestar”. Y lo más importante: “entendieron que los beneficios de caminar sobre las brasas sobrepasaban a los riesgos”. Los norteamericanos fueron los primeros en introducir estas prácticas extremas, como caminar sobre un camino de brasas, en terapias y cursos de superación personal. Tendencia que se exportó a Europa hace una década y a la que se ha añadido la experiencia de caminar sobre cristales rotos.
¿Qué diferencias hay entre brasas y cristales? Cuando se trata de fuego, afirma Rafa Rodríguez, la experiencia “está orientada a modificar nuestros paradigmas mentales y hábitos, centrados en el ‘no puedo’. Caminar sobre las brasas es una extraordinaria lección acerca del poder de nuestra mente y sobre el efecto que los pensamientos y creencias tienen sobre nuestra experiencia de la realidad. Si el estado emocional siempre es el mismo, las decisiones que tomamos se repetirán una y otra vez. De lo que se trata es de que esa persona que supera uno
El objetivo es superar miedos y poner a la persona al límite, así como demostrarle que no hay nada imposible
Pista ardiente. La nueva moda, entre parejas de novios, es sellar el compromiso sobre un camino de cristales rotos. La misma senda, pero con brasas, atravesadas en los cursos programados por la empresa de Rafa Rodríguez, que aparece en la imagen inferior durante una de sus sesiones de coaching
de estos retos, que antes parecía inalcanzable, gane en seguridad y sepa que cualquier cambio es también posible en su mundo laboral y personal”. Con la técnica de los cristales se busca un resultado similar. “Si pasamos esa prueba, que tampoco habíamos ni imaginado en nuestros sueños, tendremos después más fuerza para superar otras metas de la vida”, añade este instructor. Tesis en la que coincide Enrique Jurado, fundador y director D’Arte Coaching, de BrandCoaching y FirealkingSpain. “Atravesar uno de esos caminos de brasas o cristales rotos provoca un subidón. Es como un chute de autoestima y liderazgo”, afirma. La experiencia demuestra a esas personas que “no hay nada imposible”, añade Jurado y ayuda a olvidar los miedos que acompañan a la toma de decisiones importantes. La experiencia de Rodríguez y Jurado revela que sólo un 10% de las personas que se apuntan de forma voluntaria a una de esas técnicas de impacto se echan atrás en el último momento.
En el caso de las empresas resulta muy instructivo, coinciden ambos, observar la reacción de las diferentes personas. “A veces el primero que pasa por las brasas es aquel empleado que todo el mundo sabe ya que es el más temerario; en otros casos será el que asume el papel de líder del grupo quien ponga el primer pie en la brasa”, indica Enrique Jurado. Los jefes de esos empleados deberán hacer después su particular lectura de esas reacciones.
Lo que se experimenta con estas técnicas de brasas y cristales rotos no es muy diferente (aunque despierta menos miedos) a las sesiones programadas también por las empresas y con demanda creciente en salas de room
escape, ese juego en el que los participantes tienen un límite de tiempo para escapar de una habitación cerrada. Para salir de ahí hay que resolver muchos enigmas y la colaboración de cada miembro del grupo cuenta.
En estos cursos de liderazgo se programan, además de caminar sobre brasas o cristales rotos, otros retos extremos que pondrán también al límite las emociones y sensaciones de los inscritos. Dinámicas como partir tablas de madera o bloques de cemento o doblar barras de hierro y flechas con una presión ejercida desde la parte más blanda del cuello. Todo se hace con la máxima seguridad para el participante.
“El objetivo es subir los estándares en nuestra vida personal y profesional y no conformarnos con menos de lo que nos merecemos. Al subir nuestro estándar también subimos el estándar de todos los que nos rodean”, concluye Rafa Rodríguez.