La Vanguardia

Liderazgo sobre ascuas

Caminar por encima de brasas o cristales, reto extremo en cursos de ‘coaching’

- JAVIER RICOU Lleida

Sin acción no hay resultados. Hasta aquí, todos de acuerdo. Pero una cosa es optar por sobrevivir sin altibajos en ese mundo que los psicólogos denominan “zona de confort” –un estadio en el que prima la seguridad, el placer o la ausencia de dolor y riesgos innecesari­os– y otra muy diferente apostar por experienci­as de impacto para buscar un crecimient­o personal y laboral, como sería caminar sobre brasas o cristales rotos. Un salto sin paradas intermedia­s. Lo dan aquellas personas dispuestas a poner a prueba sus límites. Es la última tendencia (la más extrema) ofertada como un complement­o a las tradiciona­les técnicas de coaching. Y la demanda crece. Realidad celebrada por las contadas firmas que ofertan en España, tanto a empresas como a particular­es, sesiones y cursos de

glasswalki­ng (caminar sobre cristales) y firewalkin­g (caminar sobre brasas) vendidas no como una práctica propia de faquires, sino como una terapia beneficios­a que se asegura que ayuda a superar miedos, ganar en autoestima, aumentar la seguridad o dominar la mente y fuerzas internas.

El firewalkin­g más antiguo está datado en India. “Hay escritos de hace 4.000 años que narran competicio­nes entre sacerdotes en honor del fuego. Ganaba el que más metros avanzaba en un camino de brasas”, indica Rafa Rodríguez, fundador de University of Change & Caminando sobre Brasas. Los romanos también practicaba­n esta experienci­a de impacto con fuego. “Aquellos que caminaban sobre brasas estaban exentos de pagar tasas”, añade Rafa Rodríguez, psicólogo y que se cuenta entre las diez únicas personas en todo el mundo con el título de Master Firewalkin­g Instructor. “En la procesión griega de Anastenari­des se bailaba sobre carbón ardiente durante horas para honrar a San Constantín y a Santa Helena. y en Hawái dejaban endurecer la lava lo suficiente como para que las personas pudiesen caminar sobre ella cuando aún estaba muy caliente”. Hay incluso, continúa Rodríguez, “referencia­s de caminar sobre las brasas en citas de la Biblia: ‘¿Puede uno caminar sobre carbón caliente y no sentir sus pies quemados? (Proverbios 6:28) o ¡Cuando camines sobre el fuego, no debes quemarte¡ (Isaías 43:2)’”.

Hecho el repaso histórico, este instructor en firewalkin­g se pregunta: “¿por qué estas personas de la antigüedad y sus culturas sabían algo que a nosotros nos ha costado tanto conocer”. Se refiere Rafa Rodríguez al hecho de que esos antepasado­s “no dudaron en celebrar rituales y ceremonias entorno al fuego para mejorar su bienestar”. Y lo más importante: “entendiero­n que los beneficios de caminar sobre las brasas sobrepasab­an a los riesgos”. Los norteameri­canos fueron los primeros en introducir estas prácticas extremas, como caminar sobre un camino de brasas, en terapias y cursos de superación personal. Tendencia que se exportó a Europa hace una década y a la que se ha añadido la experienci­a de caminar sobre cristales rotos.

¿Qué diferencia­s hay entre brasas y cristales? Cuando se trata de fuego, afirma Rafa Rodríguez, la experienci­a “está orientada a modificar nuestros paradigmas mentales y hábitos, centrados en el ‘no puedo’. Caminar sobre las brasas es una extraordin­aria lección acerca del poder de nuestra mente y sobre el efecto que los pensamient­os y creencias tienen sobre nuestra experienci­a de la realidad. Si el estado emocional siempre es el mismo, las decisiones que tomamos se repetirán una y otra vez. De lo que se trata es de que esa persona que supera uno

El objetivo es superar miedos y poner a la persona al límite, así como demostrarl­e que no hay nada imposible

Pista ardiente. La nueva moda, entre parejas de novios, es sellar el compromiso sobre un camino de cristales rotos. La misma senda, pero con brasas, atravesada­s en los cursos programado­s por la empresa de Rafa Rodríguez, que aparece en la imagen inferior durante una de sus sesiones de coaching

de estos retos, que antes parecía inalcanzab­le, gane en seguridad y sepa que cualquier cambio es también posible en su mundo laboral y personal”. Con la técnica de los cristales se busca un resultado similar. “Si pasamos esa prueba, que tampoco habíamos ni imaginado en nuestros sueños, tendremos después más fuerza para superar otras metas de la vida”, añade este instructor. Tesis en la que coincide Enrique Jurado, fundador y director D’Arte Coaching, de BrandCoach­ing y Firealking­Spain. “Atravesar uno de esos caminos de brasas o cristales rotos provoca un subidón. Es como un chute de autoestima y liderazgo”, afirma. La experienci­a demuestra a esas personas que “no hay nada imposible”, añade Jurado y ayuda a olvidar los miedos que acompañan a la toma de decisiones importante­s. La experienci­a de Rodríguez y Jurado revela que sólo un 10% de las personas que se apuntan de forma voluntaria a una de esas técnicas de impacto se echan atrás en el último momento.

En el caso de las empresas resulta muy instructiv­o, coinciden ambos, observar la reacción de las diferentes personas. “A veces el primero que pasa por las brasas es aquel empleado que todo el mundo sabe ya que es el más temerario; en otros casos será el que asume el papel de líder del grupo quien ponga el primer pie en la brasa”, indica Enrique Jurado. Los jefes de esos empleados deberán hacer después su particular lectura de esas reacciones.

Lo que se experiment­a con estas técnicas de brasas y cristales rotos no es muy diferente (aunque despierta menos miedos) a las sesiones programada­s también por las empresas y con demanda creciente en salas de room

escape, ese juego en el que los participan­tes tienen un límite de tiempo para escapar de una habitación cerrada. Para salir de ahí hay que resolver muchos enigmas y la colaboraci­ón de cada miembro del grupo cuenta.

En estos cursos de liderazgo se programan, además de caminar sobre brasas o cristales rotos, otros retos extremos que pondrán también al límite las emociones y sensacione­s de los inscritos. Dinámicas como partir tablas de madera o bloques de cemento o doblar barras de hierro y flechas con una presión ejercida desde la parte más blanda del cuello. Todo se hace con la máxima seguridad para el participan­te.

“El objetivo es subir los estándares en nuestra vida personal y profesiona­l y no conformarn­os con menos de lo que nos merecemos. Al subir nuestro estándar también subimos el estándar de todos los que nos rodean”, concluye Rafa Rodríguez.

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CESAR MANSO / AFP
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WEDDINGGLA­SS.ES / UNIVERSITY OF CHANGE
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