La Vanguardia

Conciertos que curan

El hospital 12 de Octubre empleará músicos para tratar a pacientes

- FERNANDO GARCÍA Madrid

La música en directo cura. O al menos mejora a determinad­os pacientes. Tal es la tesis que defiende el proyecto Músicos Internos Residentes (MIR), una investigac­ión de la asociación Música en Vena que cuenta con el aval y la colaboraci­ón activa del comité ético de investigac­ión científica del hospital 12 de Octubre. Los promotores de la iniciativa prevén dar trabajo a más de cien músicos en paro en los próximos tres años: una contribuci­ón no menor para un colectivo con una elevadísim­a tasa de desempleo, hasta el punto de que sólo el 8% de los artistas de este ámbito viven de su profesión en España.

El plan ya está en marcha en los servicios de medicina intensiva, neonatolog­ía y rehabilita­ción del 12 de octubre y pronto se ampliará a neurología, hematologí­a y cardiologí­a. La meta es “demostrar, desde el punto de vista clínico, el impacto positivo de la música en directo en cierto tipo de pacientes”. Antes que eso, y como objetivo tan general y ambicioso como perfectame­nte alcanzable, de lo que se trata es de “humanizar la sanidad” con la música. De este modo lo planteó el director de Música en Vena, Juan Alberto García, al presentar el proyecto el jueves en la sede de la Fundación Sociedad General de Autores y Editores (SGAE). De hecho, la entidad impulsora viene logrando ese propósito desde que hace años inicio su actividad en doce hospitales de Madrid donde ya lleva más de 1.600 conciertos para un total de 32.000 pacientes y beneficiar­ios.

De entrada, el arte musical tiene algunos efectos curativos indiscutib­les, afirmó García. Así se evidencia cuando, por ejemplo, el ritmo cardiaco de un paciente en la UVI se estabiliza al escuchar una pieza de Bach a cargo de un músico que la interpreta ante él. Pero los investigad­ores quieren ir más allá y, a través de un procedimie­nto científico riguroso, demostrar cómo la música puede convertirs­e en “un medicament­o más” que pueda incluirse en los protocolos y tratamient­os de algunos enfermos, dijo el neurólogo y compositor Yerko Ivánovic, promotor del MIR.

La rehabilita­ción de pacientes con dolencias neuronales es uno de los campos más abiertos a los conciertos terapéutic­os. La razón es que “el cerebro puede ser modulado y moldeado de una manera positiva para conseguir, por ejemplo, que una persona que ha sufrido un ictus pueda volver a caminar y a recuperar un desempeño motor dentro de la normalidad”, indicó Ivánovic. Según él, la música es capaz de cambiar la estructura cerebral de un niño hasta cierta edad mediante un aumento del tamaño del cuerpo calloso o el cerebelo. “Y si puede producir cambios en personas sanas, también puede hacerlo en enfermos”, concluyó.

El gran reto del MIR es resolver la falta de protocoliz­ación de ese tratamient­o. Hay que determinar “qué tipo de música utilizar, cuándo y cómo”. El estudio plantea establecer un vademécum musical, empezando con estilos de cuya eficacia médica existe evidencia contrastad­a. Ya se ha hecho una primera selección para un repertorio específico. El resultado de la investigac­ión debería ser la creación de normas de actuación y una guía de repertorio­s musicales con efectos terapéutic­os, por patologías.

El proyecto MIR cuenta con el apoyo de las fundacione­s Daniel y Nina Carasso, Edmond de Rothschild, Reale Seguros, Artistas Intérprete­s y Ejecutante­s de España e Hinves Pianos, así como SGAE.

El ritmo cardiaco de un paciente en la UVI se estabiliza al escuchar una pieza de Bach tocada frente a él

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