El delantero visceral
DEYVERSON El futbolista del Alavés destaca por su cercanía y cariño con los aficionados
Nada más sonar el pitido final sorprendió a todos dirigiéndose a la grada rival. El Alavés acababa de sellar un histórico pase a la final de Copa pero él, en vez de celebrarlo con su hinchada, se dedicó a repartir abrazos entre la abatida afición del Celta. Apenas una semana antes también había sido protagonista, esta vez tras escupir en repetidas ocasiones a Godín durante el partido contra el Atlético. Alegre y visceral, Deyverson (Río de Janeiro, 1991) juega hoy contra el Barça la primera final de su carrera.
Cedido por el Levante, Dey es uno de los responsables del gran año del Alavés. Un fijo en el once de Pellegrino, ha disputado 32 partidos anotando siete goles, unos números entre los que también sobresale otra estadística llamativa: es el tercer jugador de la liga que más tarjetas amarillas ha visto (14). “Me caliento mucho”, reconoce.
Su imagen dura en el campo contrasta con su carácter cercano y bromista con prensa y aficionados, algo extraño en el fútbol actual. Siempre con una sonrisa, sus gestos lo definen como un jugador diferente. Esta temporada, subió a la grada de San Mamés para abrazar a un niño que estaba llorando tras recibir un balonazo suyo y le regaló su camiseta. La pasada, con el Levante, saltó con los aficionados tras meter un gol para darle un beso a su padre. “Hay que abrir el corazón –cuenta–, mañana puedes no estar aquí y ya no podrás ser feliz ni pedir perdón”.
El cariño que reparte tiene respuesta en Vitoria, una ciudad en la que futbolistas y afición coinciden por la calle. “Lo que más me dice la gente es que les gusto como persona; yo intento ser diferente, quiero que me miren así, no como futbolista”, explica. Se para a charlar con los aficionados, comparte impresiones y les invita a café. “Me gusta ser cercano, el fútbol se acabará en algún momento pero siempre quedará el cariño de la gente”, subraya.
Su carácter intenso le ha jugado malas pasadas. Los escupitajos a Godín fue una de ellas. “No soy perfecto y a veces me equivoco, al rato pedí perdón a todo el mundo”, cuenta. También se ha visto envuelto en alguna polémica, como cuando el Levante le abrió un expediente disciplinario después de salir de juerga y acabar desayunando en el centro de Valencia la noche en que perdieron contra el Betis y sus opciones de salvación se complicaban.
La espontaneidad es su bandera. Un ejemplo de ello es cuando estuvo consolando a los aficionados del Celta tras la eliminación de Copa. “No me gusta ver a la gente triste y llorando, por eso me acerqué a abrazarles y decirles que tienen un gran equipo”, afirma. En un año ha dejado una huella profunda en Vitoria.
Hoy debuta en una final y tiene clara la receta para hacerse con el título: “Hay que jugar como en el Camp Nou, con ganas y muy centrados; si no perdemos balones les podemos sorprender”. Dey tampoco es un delantero clásico: sale mucho del área, presiona sin descanso y ayuda en defensa. No le preocupa marcar si se llevan el título; eso sí, de hacerlo, reconoce que sería el más importante de su carrera. La celebración estaría a su altura: “Me volveré loco, me quitaré todo menos los calzoncillos, que luego mi mamá me mata”.
Su gran año en Vitoria hace de su futuro una incógnita. El club al que pertenece, el Levante, parece dispuesto a escuchar ofertas y hacer caja este verano. Donde no hay incertidumbre es en su filosofía vital, que repite y cumple a rajatabla: “La vida es complicada, hoy tienes fama y dinero y al día siguiente no tienes nada y no te conoce nadie: mañana puede cambiar todo así que hay que aprovechar al máximo”.
UN DELANTERO PECULIAR El brasileño sale mucho del área, presiona sin descanso y ayuda a sus compañeros en defensa
LA VIDA “Hoy tienes fama y dinero, y al día siguiente no tienes nada, así que hay que aprovechar al máximo”