La Vanguardia

Una desertora accidental

- ISIDRE AMBRÓS Hong Kong

A la edad de siete años fue obligada a presenciar su primera ejecución pública

Si uno la escucha o lee su libro, La chica de los siete nombres, llega a la conclusión de que la realidad puede llegar a superar a la ficción, por muy irreal que parezca. Este es el caso de la norcoreana Hyeonseo Lee, la activista más conocida contra el régimen de Kim Jong Un y la primera que contó a una audiencia occidental, a través de una charla TED en el 2013, los horrores del régimen de Pyongyang y las penalidade­s que sufren los desertores anónimos de su país, que recorren media Asia para llegar a Corea del Sur con la esperanza de iniciar una nueva vida. Desde entonces su activismo se ha disparado, sale en cadenas de televisión, da conferenci­as y está escribiend­o un libro sobre la vida de diez desertoras.

La disidencia y el posterior activismo de esta mujer de 37 años, que se ha convertido en el rostro de la oposición norcoreana, se produjo sin embargo de manera accidental. Escapó a los 17 años casi sin querer, por casualidad, y una vez fuera del país su madre le aconsejó que era mejor que no re- gresara. Eso sucedió en 1997, una época en la que la hambruna hacía estragos en su país y la gente se moría por las calles sin que nadie se inmutara. Allí empezó a cobrar conscienci­a de que algo pasaba.

Hasta entonces, esta hija de un oficial del ejército había tenido una vida relativame­nte plácida. Estaba convencida de que la vida en Corea del Norte era como la de cualquier otro país del mundo y veía con normalidad que su madre sobornara a quien hiciera falta para conseguir comida o que ella fuera obligada a presenciar con 7 años su primera ejecución pública.

Pero todo cambió aquel año 1997. A Hyeonseo le pudo la cu- riosidad, cruzó los doce metros que separaban las dos orillas del helado rio Yalu y se plantó en China. Quería pasear por unas horas por aquellas calles iluminadas de la ciudad de enfrente que veía todas las noches envuelta en la oscuridad de su ciudad. Pero se le fue el tiempo y optó por quedarse. Fue una decisión que le cambió la vida a ella y después a toda su familia, con la que no pudo volver a reunirse hasta catorce años después.

Fue el inicio de un largo periplo de más de diez años por China, antes de llegar a Seúl en el 2008, que le hicieron tomar conciencia. Fueron años duros en los que ocultó su identidad para no ser devuelta a Corea del Norte, vivió en la ilegalidad y fue denunciada y detenida por la policia china, que la soltó gracias a su dominio del mandarín.

Una vez en Seúl, se enteró de que su madre y su hermano iban a ser enviados al campo y decidió volver a infiltrars­e en China y en Corea del Norte para rescatarlo­s y llevarlos a Seúl. Fue un viaje de más de 3.000 kilómetros llenos de penalidade­s. Sus familiares fueron detenidos en Laos y Vietnam, y tuvo que pagar varios sobornos para liberarlos, pero al final logró trasladarl­os a Corea del Sur.

Desde entonces, aquella niña que soñaba con viajar y ser empresaria se ha convertido, de la mano de su esposo –su antiguo profesor de inglés– en una activista pro derechos humanos, que anhela que Kim Jong Un sea derrocado y la democracia llegue a su país.

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LUIS TATO La activista en una imagen durante una visita que realizó a Barcelona hace dos años

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