Un peligro para el poder iraní
Fue golpeada, insultada y obligada a desnudarse ante los funcionarios
Tiene una sonrisa amplia y tímida. Pelo rojizo, cejas pobladas y profundos ojos color café. Se llama Atena Farghadani y es una artista iraní de 30 años. La dulce expresión de su rostro hace difícil verla como un peligro para su país. Sin embargo, en agosto del 2014 fue condenada por la publicación de una viñeta en la que satirizaba a algunos miembros del gobierno iraní. Los dibujó como animales para criticar el control de la natalidad y el endurecimiento de las condiciones de divorcio.
Allanaron su casa y la encerraron en la cárcel de Gharchak (Teherán) donde fue retenida durante seis semanas. Luego, la liberaron. Si su intención era intimidarla, no lo consiguieron. En diciembre publicó un vídeo en YouTube para denunciar el trato recibido en la cárcel. Aseguraba haber sido golpeada, insultada y obligada a desnudarse ante los funcionarios. Esa denuncia fue demasiado para el régimen y, en enero de 2015, volvieron a arrestarla con una condena de 12 años y 9 meses de prisión. ¿El delito? Ser un peligro para la seguridad nacional, difundir propaganda contra el sistema e in- sultar a miembros del Parlamento.
Farghadani, exestudiante de Bellas Artes, no dejó de protestar ni de pintar aún estando entre rejas. En la infame prisión de Gharchak inició una huelga de hambre, que soportó en condiciones extremas, hasta sufrir un ataque al corazón. Apeló y su sentencia se redujo a 18 meses. Fue puesta en libertad en mayo de 2016.
La artista iraní ha pagado un precio muy alto por su arte y defender la libertad de expresión en Irán. Ahora, un año después de salir de la cárcel, sigue desafiando al sistema opresivo de su país. “No tengo la intención de dejar de protestar o hacer arte político, a pesar de que sé que puedo volver a la cárcel”. Una mujer de armas tomar.