La hija del guerrillero que quiso la paz “La muerte de mi padre quedó impune, he conseguido que se reabra el caso 27 años después”
ES HIJA DEL ÚLTIMO COMANDANTE DEL M-19 CARLOS PIZARRO, GUERRILLERO, ABOGADO Y POLÍTICO QUE EN 1990 FIRMÓ UN ACUERDO DE PAZ CON EL GOBIERNO COLOMBIANO. UN MES DESPUÉS FUE ASESINADO. ELLA SE EXILIÓ EN BARCELONA Y AQUÍ APRENDIÓ CATALÁN
María José Pizarro tiene 39 años y aún arrastra gran carga de su historia familiar. Es hija de la guerrilla, de la insurgencia, y su vida nunca fue como la de cualquier niña: “Mis padres siempre estaban en la clandestinidad o en la cárcel. Me hicieron adoptar una identidad falsa y en el colegio no podía explicar a nadie quién era realmente, no podía hablar de mi vida, todo lo llevaba por dentro”. Su infancia quedó marcada por la violencia y por la ausencia de sus padres que eran guerrilleros.
“No voy a negar el pasado guerrillero de mi padre, su pasado insurgente, pero mi padre nunca fue un enemigo de Colombia, fue parte del conflicto colombiano y tengo todos los argumentos morales para poder defenderlo”. El comandante Pizarro luchó por la desmovilización de la guerrilla, entregó la última arma del M-19, en 1990, y pidió el fin del ciclo interminable de las guerras ciaños. viles colombianas, haciendo campaña por la paz”. María José ha hecho un gran ejercicio para entender por qué en 1973 una generación de la cual su padre es representante decidió alzarse en armas: “Luchó por unos valores y quiso hacer la paz cuando todo el mundo se armaba en Colombia. Empezó a hablar del valor de la palabra, del honor, de la dignidad, en un momento histórico en el que Colombia estaba azotada por la violencia. Su rebeldía me seduce, se amotinó contra su familia aristocrática a la que pertenecía mi abuelo, comandante general de las fuerzas armadas. Mi padre era un abogado y político que luchó como pudo por la paz”.
Carlos Pizarro inició su actividad guerrillera en las FARC pero por discrepancias abandonó. “Ahora al escuchar los discursos del proceso de paz de las FARC no puedo evitar pensar cuando ellos lo tildaron de traidor. Hoy, 26 años después, están utilizando sus mismos argumentos. Hubiera sido feliz porque él quería que el movimiento guerrillero llegara a la paz”.
A María José le brillan los ojos al recordar a su padre: “Lo amo profundamente, le admiro política e ideológicamente. Si le tuviera delante le pediría que me explicara toda su vida. Sueño mucho con él pero no puedo reconstruir su imagen. En los sueños nunca logro alcanzarlo”. Pizarro no temía morir y sabía el riesgo que corría. Murió un mes y medio después de abandonar la guerrilla. La entrega de armas entusiasmó al pueblo y fue candidato presidencial por Alianza Democrática, movimiento político que surgió del grupo guerrillero tras su desmovilización. A Pizarro lo asesinó un sicario en un vuelo de Avianca. “La noche antes de que lo mataran yo tenía 12 años y me dijo que estaba seguro que pronto iba a morir. Me pidió que no me olvidara de él”. María José atesora sus únicos recuerdos felices : “Mis mejores recuerdos son de 1982, cuando mis padres salieron de la cárcel tras tres años. Mi madre salió con la pena cumplida y mi padre, amnistiado. En esa época había muchos problemas con Pablo Escobar y el clan de los Ochoa, por lo que el gobierno cubano nos permitió viajar a Pinar del Río. Pudimos ser una familia normal. Paseábamos por la playa, tomábamos helados, por la noche miraba con mi padre las luces de los barcos y me explicaba historias de piratas. Tenía 4 años. No tengo otros recuerdos”.
A los 24 años María José Pizarro fue amenazada de muerte por los paramilitares y tuvo que exiliarse. Fue acogida en Barcelona: “Este fue el punto de inflexión en mi vida. Era aún una niña que daba la mano a otra, mi hija que entonces tenía dos La soledad era implacable. Recorría las calles de Barcelona y me preguntaba por qué me dolía tanto mi vida, tan profundamente. Quería sacar el dolor de mi alma para poder caminar libre”. María José aprendió catalán “por respeto a la sociedad que me acogió” e inició la reconstrucción de su historia para recuperar la memoria de su padre. Empezó recopilando objetos, cartas, recortes de prensa, fotos. Quiso conocer a su padre por ella misma, verlo reflejado en su mirada y no saber de él a través de otros.
La muerte de Carlos Pizarro nunca se esclareció. El crimen quedó impune y ella ha conseguido que se reabra el caso: “Está siendo muy duro. He conseguido que el caso no prescriba. Han pasado 27 años del asesinato de mi padre y estamos en la etapa preliminar. Yo creo que hay una responsabilidad del Estado por omisión (el caso estuvo cerrado muchos años) y por acción (no hubo criterio ni se investigó). Inexplicablemente, el arma con la que mataron a mi padre fue fundida. El proceso de exhumación ha sido muy duro. El cuerpo de mi padre estaba sumergido en agua en su tumba porque el nivel freático era muy alto y tuvimos que colar sus huesos. Lo he enterrado tres veces”.
María José vive en Bogotá, con sus dos hijas y su madre. Al regresar a Colombia pudo recuperar su verdadera identidad. Le impresiona tener ahora la misma edad que tenía su padre al morir asesinado.