La Vanguardia

La actriz que sueña con sus personajes

BOLADERAS DECIDIÓ DEDICARSE AL TEATRO DESPUÉS DE VER ‘ELS PASTORETS’ EN TERRASSA. TENÍA 12 AÑOS. DESDE ENTONCES NO SE HA BAJADO DEL ESCENARIO

- SILVIA HINOJOSA

Cuando no sube a su familia a la furgoneta, le gusta cuidar el huerto, donde planta semillas ‘vintage’

Rosa Boladeras (Barcelona, 1972) no sale de casa sin sus personajes. Siempre con sus guiones encima, en cualquier lugar abre una página, echa un vistazo; en casa, en el tren, de vacaciones... Hace tres años se fue unos días a Cerdeña, con el plan de recorrer la isla en bicicleta y acampar para dormir. Iban ligeros de equipaje, pero la actriz catalana se llevó el portafolio­s de Habitacion­es cerradas ,la adaptación televisiva de la novela superventa­s de Care Santos que iba a rodar. “Me dije que no lo iba a mirar porque estaba de vacaciones, pero tenía que llevármelo, si no me da un ataque”, bromea, sobre el modo intenso como prepara a sus personajes. Tanto, que hasta sueña con ellos. Hasta el 11 de junio representa en La Villarroel Els

tres aniversari­s, una versión libre del clásico Las tres hermanas ,de Chéjov. Su personaje, Irina, es una nihilista incapaz de hacer planes realistas de futuro. No es el caso de Boladeras.

Su currículum es prolífico en teatro. Ha trabajado en más de una treintena de títulos, desde que se estrenó en 1988, siendo una adolescent­e, en el Festival Grec de Barcelona. Dos años después, la llamaron para hacer Final d’estiu

amb tempesta, en el Festival Tardor que dirigía Mario Gas, y éste le abrió la puerta grande con El

temps i els Conway, en la que interpretó a la pequeña Carol. Tenía 20 años y dejó el Institut del Teatre. “Colgué los estudios, pero tuve otros maestros”, destaca. La obra se estrenó en el teatro Condal e hizo una temporada de dos años, con gira, de la que se cumple el 25 aniversari­o. “Lo estamos celebrando, no sé si haremos algo más pero de momento nos encontramo­s todos y nos vamos a cenar”, resume.

Su carrera siguió con altibajos en los primeros años. Tuvo a su primera hija, Sara, con el actor Gabino Diego, con el que formó pareja. Hizo teatro y, en paralelo, debutó en televisión en 1994 con el primer culebrón de TV3, Poble Nou ,y en el 2001, a partir de 7 de notícies, su carrera en la pequeña pantalla se orientó hacia el entretenim­iento y el humor, con sit-com como

L’un per l’altre. Entre sus obras de teatro más recientes destacan Stökolm, M de Mortal o A mi no em diguis amor. Y en cine, El cónsul de Sodoma, entre otros títulos. Rosa Boladeras explica que para preparar su interpreta­ción se fija primero en el texto, de donde extrae la informació­n sobre el personaje, a partir de lo que dice y cómo se comporta, para saber qué piensa. “Hay que tener clara la línea de pensamient­o del personaje y estar atento a lo que los otros compañeros te dan porque la mayoría de las veces tu texto o no texto vive en el otro”, asegura. “Y sueño mucho. Cuando me voy a dormir, me gusta imaginar las escenas, resolverla­s situándome fuera o en sueños. Procuro afilar la intuición y vaciar la mente, una mente relajada es una mente creativa y en los ensayos, si las circunstan­cias lo permiten, te tiras a la piscina”, subraya.

La vocación teatral, explica, la tuvo clara de niña, después de ver una función de Els Pastorets a cargo de los alumnos del Institut del Teatre de Terrassa. “Tenía 12 años y cuando acabó me vinieron unas ganas terribles de llorar y le dije a mi padre: ‘Eso es lo que quiero hacer’”, recuerda. Sin embargo, nunca se ha limitado al arte dramático. “Empecé Magisterio, empecé cerámica, me gusta la psicología, siempre me estoy planteando estudiar cosas nuevas. Y me gustan las plantas, las semillas, ahora llevo una época muy aficionada a la botánica”, afirma. Vive en un piso en Terrassa, con su pareja y sus tres hijos, de 21, 12 y 8 años, pero tienen una casa cerca, en la montaña, donde intentan pasar el máximo de tiempo posible; con su huerto, en el que siembra semillas vintage de plantas y flores. Y ahora quiere tener gallinas. También siguió unos cursos de dramaturgi­a en el obrador de la Sala Beckett y se plantea escribir la historia de sus orígenes, que están en el Empordà; es adoptada.

Y siempre que puede, le gusta cargar la furgoneta y salir de viaje con la familia. “Da mucha libertad, me gustan las aventuras, me encantaría no parar”, confiesa. De hecho no para. El 12 de junio, un día después de cerrar temporada con su última obra, arranca la quinta edición del festival poético Elixir, que puso en marcha en Terrassa hace cinco años.

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DAVID AIROB rosa boladeras

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