“Desactivar un IED cuesta mucho dinero”
“Colocar una bomba trampa cuesta muy poco dinero y muy poco tiempo, mientras que quitarla cuesta mucho dinero y mucho tiempo”, afirma un oficial del Centro de Excelencia contra IED (artefacto explosivo improvisado en sus siglas en inglés), con sede en Hoyo de Manzanares, Toledo. Para este experto desactivador que ha prestado servicio en zonas calientes como Bosnia, Afganistán o Irak, lo que está ocurriendo en Siria con las minas, las piezas de artillería no detonadas y las bombas trampas es algo trágicamente cíclico: “El Estado Islámico está haciendo lo típico de cuando cedes territorio. Cuando hay guerra civil, tiendes a dificultar el reasentamiento, aunque también tiene un componente de venganza”. La locura en el teatro de operaciones es tal, según explica este oficial, que se “han llegado a trampear zonas que después han intentado retomar”. Este militar del ejército de Tierra, que recientemente ha estado en Irak adiestrando a instructores sobre cómo limpiar las zonas recuperadas, no es demasiado optimista por el momento con respecto a la situación de los civiles. “En Irak y Siria, las unidades más especializadas están en el frente y las que limpian no son nada especializadas; además, para los militares de la zona, lo importante es continuar con las operaciones”. Hasta mucho después de que las áreas queden estabilizadas, la limpieza será una tarea a muy largo plazo. “Como ejemplo, explico que hace bien poco todavía hemos encontrado explosivos de la primera guerra del Golfo (1991) o minas y proyectiles en Afganistán de la guerra con la antigua URSS (1979-1992). Van a vivir con ellos mucho tiempo”, se lamenta este experimentado desminador. Las bombas trampa forman parte del terrible panorama de las guerras. “Y no sólo van contra los niños, y aunque ellos lo son más, todos somos muy curiosos. Una trampa en un balón de fútbol es muy recurrente porque nadie puede resistir chutarla o botar”, concluye.