Desde el cielo sólo se puede bajar
El SNP se prepara para perder varios escaños tras haberse convertido en poco menos que el partido único de Escocia
Desde hace ya tres años, las elecciones de un tipo u otro forman parte del verano escocés, igual que la lluvia, los mosquitos, los paseos por la playa, el festival de Edimburgo o las excursiones a la isla de Skye. Cuando no se trata de un referéndum de independencia es una consulta sobre el Brexit, cuando no son comicios locales, son autonómicos o nacionales. Cuando no es en junio es en septiembre. Y los votantes, francamente, están saturados de tantas visitas a las urnas.
Muchos escoceses están resentidos con Theresa May por hacerles votar cuando ya gozaba de una mayoría absoluta y por sacar al país de la Unión Europea, y muchos otros lo están con su primera ministra Nicola Sturgeon por vincular estas elecciones a la demanda de un nuevo referéndum y por dedicarse en cuerpo y alma a la búsqueda de la independencia a expensas de temas menos sexy como el estado de la sanidad y la educación. La cuestión es cómo se va a canalizar el jueves todo ese enfado, con unos y con otros.
Igual que parece seguro que May ganará en Inglaterra, también lo es que Sturgeon ganará en Escocia. Y en ambos casos la clave es por cuánto. El problema de los nacionalistas del SNP es que llevan ya una década en el poder en Holyrood, y su luna de miel se ha terminado. La gente les pide cuentas no sólo por el estado de su procés, sino por las goteras en las aulas de los colegios, las listas de espera en los hospitales, la construcción de vivienda social y la puntualidad de los trenes. En el 2015 tocó el cielo conquistando 56 de los 59 escaños en el parlamento de Westminster, y ese resultado es históricamente irrepetible. Desde ahí todos los caminos van hacia abajo.
El Brexit lo ha envenenado todo, y también la política escocesa. Aunque aquí la gente es mucho más proeuropea que en Inglaterra y votó claramente a favor de la permanencia en la UE, un 38% dijo que sí al Brexit. Y esos votantes, casi uno de cada cuatro, salieron no sólo de los conservadores, laboristas y liberales, sino también del SNP. Hay nacionalistas que quieren la soberanía de Escocia respecto al Reino Unido, y la de Gran Bretaña respecto a Europa. Y se puede interpretar como una postura absurda, o perfectamente coherente. Independencia de todo y de todos.
¿Cómo van a votar los brexiteros escoceses? El Labour –históricamente el partido más fuerte del país– tocó fondo en las elecciones locales de mayo, castigado por su renuncia al socialismo tradicional, la tercera vía, el giro a la derecha y una sucesión de líderes sin carisma. El entusiasmo juvenil por Corbyn puede traducirse en algunos votos, pero en pocos escaños. Los conservadores lo tienen mucho mejor. No porque May entusiasme, sino porque históricamente ha habido un importante sustrato tory en Escocia (fueron mayoría en 1955) que se esfumó con Thatcher, la desindustrialización y la poll tax, y que ahora resurge. En Ruth Davidson tienen a una líder poco convencional, lesbiana, experiodista y exsoldado, casada con otra mujer, que dice las cosas tal como las piensa y se ha convertido en la principal rival de Nicola Sturgeon. Algunos sondeos le dan hasta un 28% de los votos.
En la actualidad los tories sólo tienen un escaño del total de 59, pero el pronóstico es que conquistarán entre media y una docena, su mejor resultado en mucho tiempo. Este avance se debe a que los conservadores prósperos de las zonas rurales que se pasaron al SNP están regresando al redil, a la ilusión de algunos por el Brexit y, en definitiva, al desgaste del poder. La mejora también se debe a Davidson, la política gay de más alto rango del Reino Unido. Ella sola ha descontaminado el partido y ahora ya no está mal visto mostrar el carnet tory en las cenas de la alta sociedad de Edimburgo y Saint Andrews.
Los nacionalistas que votaron en el 2014 por la soberanía seguirán apoyando al SNP. La pregunta es qué hará el 52% que dijo no en el referéndum de autodeterminación y el 38% que votó Brexit el año pasado. Sturgeon no quería presionar tan pronto por otra consulta, pero se ha visto forzada a vincular independencia y Brexit. El jueves se verá si ha sido o no un acierto.
Ruth Davidson, lesbiana y exsoldado, ha revitalizado a los ‘tories’ con su estilo poco convencional