“Je suis Paris” y exijo la caída de Trump
Nueva York y más de un centenar de ciudades protestan de nuevo contra Trump en petición de la verdad sobre Rusia y Putin
Su entrada en Foley Square, plaza que acoge las sedes judiciales en el bajo Manhattan, despierta admiración. A su paso surgen elogios: “adorable”, “impresionante” o “hilarious”, ese adjetivo que se traduce por “divertidísimo”, pero que en inglés suena a clintonita.
Megan Freedman se ve obligada a pararse y posar para las fotos. No por ella, sino por su cartel. Se trata de un montaje fotográfico en el que convergen dos presidentes estadounidenses. Según cómo se mira, ahí está Richard Nixon, o, de repente, surge Donald Trump. Hay una leyenda. –Trixon. “Significa la conexión entre estos dos personajes, significa el impeachment (el procesamiento), el oscurantismo y la falta de civismo en nuestra democracia. Espero que a Trump le pase lo mismo que a Nixon”, afirma Freedman.
“Creo que si se puede repetir la historia, por la traición y el apoyo de Moscú, pero también por las finanzas y la posible corrupción de la familia Trump”, subraya.
Esta mujer es una de las madrugadoras a la hora de llegar al punto de partida de la manifestación convocada bajo el lema “marcha por la verdad”.
No sólo se manifiestan en la progresista Nueva York. Más de un centenar de ciudades se volvieron a movilizar ayer contra el inquilino de la Casa Blanca, sus asesores y Vladímir Putin, el presidente de Rusia al que se describe como la mano que mueve los hilos de su juego de marionetas en Washington.
¡Qué de palos, metafóricos, por supuesto, que recibió Jared Kushner, el yernísimo!
La protesta que no cesa. Casi cinco meses de trumpismo , y los críticos no pierden fuelle. Cuando no es por una cosa, es por otra. El argumento aglutinador en esta ocasión es la petición de una comisión independiente que investigue la posible conjura de la campaña de Trump con Rusia. Freedman matiza que lo que está en juego es la propia democracia. “Esto lo han de entender los jóvenes –prosigue–, su voz cuenta. Hillary perdió porque los millennials no votaron, no se creyeron que esto podía suceder”.
Por esa zona se halla Kelsy Mahon, universitaria que el pasado noviembre ejerció por primera vez su derecho electoral. “Muchos amigos no votaron porque estaban seguros de que el sistema funcionaría”, apostilla. “Ya no es momento de quejarnos o de compadecernos, hemos de actuar”, remata exhibiendo su pancarta: “TrumpRusia circus”.
Otros carteles definen un estado de ánimo. “¿Qué esconde el falso presidente”?, se plantea en un eslogan, mientras que Lyvia Segel desvela el enigma de la semana a partir del incomprensible tuit que lanzó Trump a medianoche. “Covfefe=mentira”. Segel sostiene que “todo en esta presidencia es mentira, pero eso del covfefe demuestra que Trump tiene problemas mentales”.
A Jenny Haurihan no le parece que aminore el fervor que anima las protestas. Existen evidencias de que en la América profunda, la que rechaza a las llamadas élites progresistas de las dos costas del país, se festeja la demostración de fuerza nacionalista y aislacionista del presidente al romper con el pacto global para combatir el cambio climático. “Aún tenemos mucha energía y París nos refuerza”, replica Haurihan.
“Las corporaciones están a favor del acuerdo internacional –insiste–; el 79% de los ciudadanos, también, y numerosos republicanos. París es un gran error político y para la humanidad”.
Entre consignas, pancarteo y discursos de alto voltaje, Dean continúa ondeando la bandera que rompe la unanimidad. Su tela es una proclama: “Mantén América segura. Trump 2020”. –Está en el lugar equivocado... –No, este es mi país y esta es mi ciudad.
Lo tiene claro: los que protestan son víctimas de la manipulación de los medios de izquierdas. “Les dicen que el presidente no lo hace bien y se lo creen. En Nueva York es fácil vender manipulaciones”.
Ser el único tiene su premio. Letitia James, la defensora del pueblo de los neoyorquinos, se dirige a Dean en su discurso. “Su fidelidad es con Trump, la nuestra con los ciudadanos”.
Arranca la marcha. Una pancarta al frente: “Je suis Paris”.
Los admiradores del presidente se felicitan por sacar al país del pacto global contra el cambio climático