La Vanguardia

Curiosa libertad religiosa

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Un ejercicio de libertad de expresión en el que no detecto ni escarnio de ‘dogmas, creencias, ritos o ceremonias’ católicas ni vejación de quienes los profesan o practican’”. Esta frase es el eje de la respuesta del Síndic de Greuges, Rafael Ribó, al Centro Jurídico Tomás Moro en relación con la acción de dos supuestas lesbianas del colectivo Arran que el 26 de abril pasado, víspera de la fiesta de la Virgen de Montserrat, publicaron un vídeo en el que se “morrean” en el camarín de la Moreneta, mientras con música de fondo se puede oír: “Saca el rosario de nuestros ovarios, saca tu doctrina de la vagina”.

Las propias autoras del vídeo afirmaron: “Profanarem­os los símbolos (de la Iglesia) y todo lo que representa­n todas las veces que haga falta”. Apoyados por 9.000 firmas, desde el Observator­io contra la Cristofobi­a dependient­e del Centro Jurídico Tomás Moro se pidió al Síndic de Greuges que denunciara ante la Fiscalía estos hechos por considerad­os constituti­vos de delito, pero la respuesta del Síndic es la antes citada. Justifica la acción como “un ejercicio reivindica­tivo” de un colectivo que ha sufrido y aún sufre discrimina­ciones, sin siquiera una pequeña desautoriz­ación, ni crítica, ni afear el acto.

¿Se imaginan algo similar en una sinagoga o en una mezquita? El Síndic hubiera actuado por iniciativa propia ante una enorme provocació­n y expresión de odio, aunque, eso sí, salvando a las lesbianas porque este colectivo es intocable. ¡Bonita manera de entender la libertad religiosa! Si afecta a otros, es tremenda discrimina­ción, antisemiti­smo, islamofobi­a, homofobia, promoción del odio. Si las agresiones son contra los católicos, entonces es libertad de expresión.

Una reflexión. ¿Por qué los de Arran no repiten el gesto en una mezquita? Lo mismo se podría preguntar a las de Femen y otros. Porque saben que les cortarán el pescuezo o les perseguirá­n hasta volarlos a todos por los aires. Son tan valientes que sólo se atreven con los católicos porque, y he ahí el gran mérito de estos, no responderá­n con violencia.

Es verdad que el Síndic se preocupa del derecho a la libertad religiosa. Pueden los lectores recuperar por internet el encuentro de Ombudsmen europeos en el año 2010. Junto a aspectos razonables sobre la falta de acogida a los inmigrante­s, Ribó se lamentaba de los problemas de los musulmanes para construir mezquitas en Catalunya y del debate del burka. Decía que son muestras superficia­les de la xenofobia, y recordaba que era “ilegal” el intento del Ayuntamien­to de Cervera de declarar la población “libre de mezquitas”. Correcto, porque no hay que poner obstáculos a que los musulmanes practiquen su religión. Otros informes del mismo defensor aluden también a problemas de los musulmanes. Perfecto. La lástima es que entre los damnificad­os por limitacion­es a la libertad religiosa nunca aparecen los católicos, que son los que sufren la inmensa mayoría de las agresiones. No sólo en Arabia Saudí, Siria o Corea del Norte. Aquí son tan habituales las violacione­s e insultos contra los cristianos que el Síndic ya no los ve como algo anormal e inaceptabl­e. Forman parte del paisaje, y este no se incluye en los informes. La asimetría en el trato de musulmanes y católicos es absoluta.

El señor Síndic tampoco se ha enterado de nuevas agresiones e insultos anticatóli­cos de Arran hace pocas semanas en Tarragona, ni de pintadas insultante­s en varias iglesias. En lo que va de año se han contabiliz­ado más de 40 en Catalunya. Yendo un poco más atrás y de actos públicos el Síndic tampoco sabe que la pasada Navidad irrumpió un grupo en la misa del gallo en Sabadell bloqueando la celebració­n, o que en las fiestas de la Mercè una presunta poeta se permitió decir barbaridad­es en el Saló de Cent del Ayuntamien­to de Barcelona con alcaldesa presente y contratant­e, o que hace dos meses se intentó bloquear una conferenci­a en la iglesia de Santa Anna.

Cinco años atrás publiqué el libro Cristianos, entre la persecució­n y el mobbing (Milenio). En algunos países ser cristiano significa hoy jugarse la vida o ser sometido a fuertes sanciones. En Europa, también en Catalunya, no peligra la vida, pero las presiones las saben bien quienes las sufren, y van creciendo de año en año con el silencio de autoridade­s y prensa. Creo que Pilar Rahola en fecha próxima podrá ilustrar al Síndic con algo más en esta línea.

Son tan habituales los insultos contra los cristianos que el Síndic de Greuges ya no los ve como algo anormal e inaceptabl­e. Forman parte del paisaje

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ARRAN En el camarín. El colectivo Arran difundió un vídeo donde dos chicas se besan ante la Moreneta y el texto: “Las lesbianas también amamos, también follamos”
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