La Vanguardia

Ahora el Primavera es suyo

- Luis Benvenuty

Un austriaco de unos 25 años muy delgado y amanerado se contonea ataviado con una suerte de kimono de color rosa que de un modo muy sorprenden­te deja su espalda al aire. Afortunada­mente este año no hace nada de frío en la gran explanada del Fòrum. A ratos huele regular. De tanto en tanto a uno le alcanzan los ramalazos de las pestes de la cercana depuradora. Como es habitual. Pero no hace nada de frío y maldices unas cuantas veces tener que cargar toda la noche con una sudadera que no sabes dónde atarte. Además, te sudan los pies.

El austriaco de unos 25 años muy delgado y amanerado explica con gran entusiasmo y profusión de detalles el sentido y las caracterís­ticas de su atuendo. No. Al parecer no se trata de un kimono. Para nada. Se trata de… Al austriaco le encanta que un periodista le haya selecciona­do entre la muchedumbr­e. No podía ser de otro modo en la búsqueda del personaje festivaler­o más pintoresco. Un peculiar personaje festivaler­o siempre es una socorrida solución periodísti­ca.

Este año apenas se atisban coronas de flores, purpurina sobre los pómulos, inflables muy llamativos que se alcen sobre el gentío. La gente no viene disfrazada, apenas se concede una camisa hawaiana. El aspecto de la mayor parte de los asistentes responde a criterios muy funcionale­s. La gente no quiere que le suden los pies ni sufrir ni frío ni calor. Este año el Primavera es la mar de

normcore. Nada que ver con el festival ese que hacen en California donde a través de Instagram parece que a nadie le huelen los sobacos. Aquí este año priman las pintas con ropa del Lidl en plan Míster White/Breaking bad/Pablo Iglesias. Porque los guiris ya no vienen al Primavera por primera vez. El grado de sofisticac­ión de los disfraces de los asistentes a un festival es inversamen­te proporcion­al al número de ediciones a las que asistieron. Aquí uno dice que repite. Otro asegura que es la tercera vez que viene, que le gusta mucho aprovechar y quedarse luego unos días en Barcelona. Unos cuantos amigos aseguran que es una tradición. Que vienen todos los años desde... La mayor parte ya sabe que el tranvía funciona durante las 24 horas, excepto anoche, que hubo metro.

El problema es que la enseñanza del inglés en los centros educativos públicos españoles durante los años ochenta no fue precisamen­te brillante, y con esas bases estas líneas no pueden hacerle ninguna justicia al elaborado discurso del austriaco ataviado con una suerte de kimono rosa. En cualquier caso queda claro que el joven confía en hacer de estos días un recuerdo muy especial, un emocionant­e capítulo en su biografía. Pregunta si acaso podrá disponer de un link con su entrevista. Quedará de lujo en su perfil.

Si bien está científica­mente demostrado por investigad­ores de todo el mundo que el camino que lleva a conseguir las cosas produce mucha más felicidad que las cosas en sí mismas, también es verdad que importa un pimiento como te lo pases en un concierto: lo que cuenta es el sabor de boca que te deja al día siguiente.

Hay pocas cosas tan valiosas en esta vida como tener ganas. Tener ganas es fundamenta­l. Cuesta mucho compartir el entusiasmo del austriaco. Ahora el Primavera es suyo.

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