No vale todo
PATRICK J. Kennedy, el menor de los hijos del senador Ted, que fue miembro de la Cámara de Representantes por el Partido Demócrata, dijo en una ocasión que los terroristas intentan modificar nuestro comportamiento provocando miedo, incertidumbre y división en la sociedad. Pocas frases resumen mejor la voluntad del terrorista y debería servir para que ningún político cometiera el error de provocar más temores, dudas y enfrentamientos. Pero el político es a menudo un ser humano al que le gusta aprovechar cualquier situación, por dramática que sea, para sacar una ventaja. Como si valiera todo, como si el fin justificara los medios.
No estuvo acertada Theresa May suspendiendo la campaña electoral en señal de luto, al mismo tiempo que salía a las puertas del 10 de Downing Street para hacer un mitin ante los medios, en el que exigió que la sociedad británica acabara con la tolerancia acerca del radicalismo y anunció un endurecimiento de la estrategia antiterrorista. Los laboristas criticaron que planteara estas cuestiones cuando todavía no se habían identificado todos los muertos y heridos, pero sobre todo le echaron en cara a May que no dimitiera cuando fue ella como ministra de Interior quien impulsó los recortes en materia de seguridad, que reducían el número de policías en las calles.
Igualmente, resultó un despropósito que Donald Trump aprovechara el atentado de Londres para poner en valor su orden de restringir la entrada a ciudadanos de seis países musulmanes, que suspendió la justicia estadounidense. E incluso se ensañó con el alcalde musulmán de la capital británica, tergiversando sus palabras en las que pedía calma, en lugar de mostrarle su solidaridad incondicional.
No hay peor demostración de debilidad que la mezquindad. Ni peor mensaje que la insolvencia. Contra el terrorismo hay que estar unidos, no reunidos.