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La decisión de varios países árabes de dar la espalda a Qatar por sus vínculos con el terrorismo, y el ascenso del Girona a Primera División.
EL Girona FC ya es equipo de Primera División, un hito largamente ansiado y logrado después de 86 años de historia y de cuatro promociones, tres en los últimos cuatro años. Lógicamente, la ciudad está de fiesta puesto que, por vez primera, el estadio municipal de Montilivi –cuya capacidad de 9.300 asientos será ampliada en 2.500 o 3.000 localidades más– verá pasar a los grandes del fútbol español.
El salto a Primera es para cualquier club un enorme tesoro. Sólo en lo que se refiere a los números, los derechos televisivos supondrán multiplicar casi por cinco los 9,4 millones de euros de presupuesto de la temporada del ascenso, lo que en un club dotado de una gestión razonable, como es la del Girona, presidido desde el verano del 2015 por el exjugador Delfí Geli, significa un aporte de medios espectacular.
Para un club en cuya historia figura haber pasado 49 años seguidos en Tercera División, alcanzar la meta de las estrellas es más que un sueño. Pero en el caso del Girona se da la circunstancia de que ha estado en tres ocasiones recientes a punto de escalar la cima y se ha quedado a las puertas. El recuerdo de aquellas decepciones, especialmente la de la temporada 2014-2015, ante el Lugo, y la necesidad de superar el trance han fortalecido al club y esta temporada lo ha demostrado. La serenidad recomendada desde la presidencia y desde la dirección deportiva de Pablo Machín ha tenido el efecto de no desanimar al aficionado, que ha seguido asistiendo masivamente al estadio a pesar de que en las últimas jornadas se perdió buena parte de la ventaja adquirida durante el curso. Ningún responsable perdió los nervios y esa ha sido una excelente señal para el aficionado y para el futuro del club.
Esta madurez alcanzada lleva a pensar que el club no perderá la cabeza y que, con el objetivo puesto en consolidar la permanencia, se seguirá haciendo una gestión dirigida a crecer de forma paulatina y segura, hacia metas más altas pero siempre asequibles. Es decir, no dilapidar lo alcanzado apostando por grandes expectativas que, al no lograrlas, suscitan decepción y pérdidas económicas. Para algunos clubs, llegar a Primera ha sido su muerte.
La ciudad de Girona y sus alrededores se beneficiarán también de que el equipo esté en la máxima categoría. El fútbol, más que otros deportes, propicia actividad económica y cohesión social, lo que repercute en una mejora de las condiciones de vida y de la moral ciudadana. Se trata, por tanto, de que las autoridades y los aficionados sepan gestionar, con generosidad los unos y con alegría participativa los otros, el regalo que los jugadores y el club del Girona les han hecho.