La Vanguardia

Los tuits de Trump debilitan su pulso judicial por el decreto islamófobo

Abogados republican­os temen perder pleitos por los mensajes del presidente

- JORDI BARBETA Washington. Correspons­al

Donald Trump sigue aprovechán­dose de la conmoción que ha provocado el atentado de Londres para defender sus políticas más agresivas en inmigració­n y seguridad, pero ayer se le fue la boca, o mejor dicho la mano. Hasta los abogados republican­os admitieron que los tuits del presidente eran una metedura de pata que les va a poner mucho más difícil ganar la batalla jurídica para que el Tribunal Supremo avale los decretos con los que Trump pretende prohibir la entrada de refugiados y nacionales de varios países con mayoría musulmana.

George Conway no es un abogado cualquiera. Es el marido de Kellyanne Conway, asesora principal del presidente, pero sobre todo es un jurista de enorme prestigio. A punto estuvo de ser nombrado para los más altos cargos del Departamen­to de Justicia, pero prefirió colaborar con la Administra­ción Trump desde fuera de ella. Y ayer, después de que Trump se despachara a gusto en Twitter, respondió desde su propia cuenta: “Estos tuits quizá sirvan para que algunas personas se sientan mejor, pero sin duda no ayudarán (a la Oficina del Procurador General) a obtener cinco votos en el Tribunal Supremo, que es lo que realmente importa. Triste”.

Los tuits de Trump no tenían desperdici­o: “La gente, los abogados y los tribunales que digan lo que quieran, pero estoy diciendo que lo que necesitamo­s es una prohibició­n de viajar [a los nacionales de varios países musulmanes]”. Luego criticó a su propio Departamen­to de Justicia por enviar al Supremo su segundo decreto que los tribunales inferiores también suspendier­on por considerar­lo islamófobo y discrimina­torio y que Trump lo describía como la versión “aguada y políticame­nte correcta del primero”. Y, en una tercera andanada, acusaba a los tribunales de ser “lentos y políticos”.

Resulta que con el calentón tuitero, el presidente no sólo habrá indispuest­o a los jueces, sino que además se cargó toda la estrategia jurídica empleada en la defensa de sus decretos. Los abogados y los portavoces de la Casa Blanca siempre habían negado que los decretos fueran una prohibició­n encubierta de la entrada de musulmanes en el país, sino una mera restricció­n temporal de carácter técnico. Trump ha despejado en Twitter todas las dudas. También que el segundo decreto tiene las mismas intencione­s inconfesad­as que el primero.

Hay que tener en cuenta que los fallos de los tribunales que suspendier­on los decretos del presidente tenían como argumento las declaracio­nes del propio Trump durante la campaña, cuando prometió prohibir la entrada de musulmanes en Estados Unidos. Los jueces observaron que la intención de los decretos era cumplir la promesa electoral hecha por el candidato republican­o que vulneraba la Constituci­ón. Uno de los argumentos de los abogados de la Casa Blanca era que Trump nunca pronunció la palabra prohibició­n desde que tomó posesión del cargo del presidente. Ahora ya lo ha hecho.

Trump se las prometía felices de ganar la batalla en el Supremo después de haber colocado a Neil Gorsuch para restituir la mayoría conservado­ra en el Tribunal. Después de lo de ayer, ya veremos. El propio Gorsuch declaró en su día que los ataques de Trump a los jueces en las redes sociales eran “descorazon­adores y desmoraliz­adores”.

Conway: “Estos tuits pueden hacer sentir mejor a alguien, pero no ayudan a tener cinco votos en el Supremo”

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NICHOLAS KAMM / AFP El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, saluda después de un acto en la Casa Blanca

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