Grave error de May
Los atentados de Londres y Manchester, que enseguida han puesto a su nombre los yihadistas del EI, golpean y desconciertan al electorado británico convocado a las urnas pasado mañana, jueves día 8. La primera ministra, Theresa May, pretendía dotarse de un mandato popular renovado para comparecer en Bruselas el lunes 19 de junio, fecha en la que deben abrirse las negociaciones del Brexit, revestida de mayor autoridad. El eje de los conservadores consistía en vender a May como una líder fuerte y estable a diferencia de los otros candidatos, en particular el laborista Jeremy Corbyn, pero los errores sobrevenidos durante la campaña han reducido la ventaja de la líder sobre su contrincante desde 56 puntos de mediados de abril hasta los 22 de ahora.
Nunca nadie merece estos ataques terroristas, nunca nadie puede sentirse a cubierto de padecerlos, pero la primera ministra erró gravemente en Bruselas al rechazar la propuesta de los responsables de la Unión Europea de hacer pieza separada de los asuntos de seguridad y defensa para dejarlos fuera de los avatares de la negociación del Brexit y optar por dejarlos al albur de los restantes capítulos que pactar. Es un disparate mayúsculo pensar que la seguridad y defensa del Reino Unido pueda escindirse de la de los demás socios de la Unión y los últimos atentados en plena campaña electoral confirman que, además de desleal, es impracticable y derivado de un sentimiento de superioridad solipsista que es camino de perdición.
Asombra que sea todo lo que haya conseguido articular en su comparecencia pública la señora May, mientras reclamaba a internet y a las redes sociales más cooperación con los servicios del Gobierno en la lucha antiterrorista. ¿En qué queda tanta vanagloria, por ejemplo a propósito de la inexistencia del documento nacional de identidad tachado de estigma de los países del sur del que estaban liberados los británicos, cuando ahora se dotará a la Policía británica de nuevos poderes sin que nadie rechiste? En la lucha antiterrorista los españoles nunca han dado lecciones, pero, aunque nos duela reconocerlo, lo han hecho mejor, al menos desde el 2004.