Gigante en horas bajas
La caída en desgracia de políticos corruptos vacía restaurantes y tiendas de lujo en Río de Janeiro
Brasil atraviesa la peor recesión de su historia: los parados han pasado de 11 millones a 14 millones en un año y el consumo de la familia media ha caído un 8% en tres años.
Brasil atraviesa la peor recesión de su historia. El número de parados ha subido de 11 a 14 millones en un año. El 30% de los jóvenes brasileños no tienen empleo, sin incluir a los otros millones que sobreviven a duras penas en la economía informal. El consumo de la familia media cayó un 8% entre el 2014 y el 2017. Tras una década en caída, la pobreza vuelve a subir y uno de cada tres niños y adolescentes vive en familias que ingresan entre 85 y 170 reales (23 y 46 euros) al mes.
En Río, resaca es una palabra demasiado suave para describir la coyuntura postolímpica. Diez meses después de los Juegos, el estado de Río está en quiebra. Debe 114 millones de reales (30 millones de euros) a las empresas suministradoras de los Juegos, muchas de las cuales han quebrado. Los recortes del presupuesto público han provocado retrasos de varios meses en el pago de salarios a los funcionarios y de pensiones, así como una grave crisis de financiación de las instituciones culturales.
Sin embargo, en los restaurantes de cinco estrellas y los comercios de lujo en los distritos de alto standing de Leblon, Gavea o Ipanema el problema es de otra índole... Lo que preocupa en esos distritos de bulevares a un tiro de piedra de la playa no es la crisis económica, sino la política. Y, concretamente, la implacable investigación anticorrupción conocida como Lava Jato (significa “autolavado”).
La ola imparable de arrestos e inculpaciones efectuados bajo la tutela del juez Sérgio Moro, una suerte de Eliot Ness de la ciudad provinciana de Curitiba, ha asustado a la cleptocracia brasileña, esa clase política y empresarial adicta a los sobornos y el blanqueo de dinero. Prueba de ello: las compras que lubricaban el sector del lujo en Río de Janeiro se han esfumado en los últimos meses. Según contaba el diario O
Globo el domingo, el impacto de Lava Jato ya es visible en restaurantes de cinco tenedores, modistas de lujo, concesionarios de Porsche y joyeros en la cotizada zona sur de Río. Para el horror de esos comercios de élite, “nadie paga ya en efectivo”, advierte el diario carioca.
Noventa y siete pesos pesados del mundo político están bajo investigación en la operación Lava Jato, entre ellos el presidente brasileño, Michel Temer, la punta del iceberg de un sistema político y empresarial corrompido hasta la médula. La sensación de miedo en la clase empresarial y política es tal que la revista de estilo de vida de la alta sociedad Poder Joyce Pascowitch aconsejó en un artículo en portada: “Lo que hay que decir a los niños cuando la policía federal se lleva a sus padres”.
Los restaurantes más identificados con la dolce vita carioca, como Antiquarius, Satyricon, Laguiole o Gero Ipanema, han registrado fuertes caídas de sus ingresos debido a la ausencia de políticos-empresarios más o menos corruptos, que siempre pagaban en efectivo. Según los hosteleros de lujo, más que nadie, se ha notado la ausencia del exgobernador Sergio Cabral y su séquito de nuevos ricos dominantes en la era preolímpica. Cabral se enriqueció gracias a su carrera meteórica en el mismo partido del presidente Temer, el Partido Movimiento Democrático de Brasil (PMDB), conocido como el “partido de alquiler” por su oportunismo clientelar.
El exgobernador fue encarcelado en noviembre tras salir a la luz que había cobrado más de 60 millones de euros en comisiones de las constructoras de obras olímpicas como el modernizado estadio de Maracaná. Cabral frecuentaba la osteria Antiquarius –cuya facturación ha caído el
Los ingresos en el famoso restaurante Antiquarius han caído el 20%: “Los políticos que venían están presos”
20% este año– para disfrutar de su plato predilecto de arroz de pato, a 115 reales (31 euros). “Todo empeoró cuando encarcelaron a Cabral; los políticos que nos frecuentaban están presos o recluidos”, dijo un camarero en declaraciones a O Globo.
Eduardo Cunha, otro líder del PMDB, acusado de blanquear dinero en apartamentos en el barrio olímpico de Barra de Tijuca, está encarcelado por delitos que incluyen también cohecho y evasión fiscal mediante cuentas en Suiza. Cunha, que fue el arquitecto de la destitución de Dilma Rousseff, era un incondicional de restaurantes de lujo como Satyricon y Laguiole, donde sus cenas podían costar 2.000 reales (540 euros) por persona, según O Globo. Laguiole, con una de las cartas de vino más caras de Río, se encuentra dentro del Museo de Arte Moderno, un edificio icónico del modernista Affonso Reidy, que se ha visto fuertemente castigado por los recortes del presupuesto público. “Hay periodos en los que no nos pagan”, se lamentó una empleada del museo. A diferencia de otros políticos amenazados por la investigación Lava Jato, Cunha “no se dejó intimidar y circulaba por los mejores restaurantes de la ciudad… hasta su encarcelamiento”, según O Globo.
Aécio Neves, del liberal PSDB, rival de Rousseff en las elecciones presidenciales del 2014, es otro político cuya vida de bon vivant puede acabar pronto tras su inculpación por aceptar sobornos de la multinacional cárnica JBS. “Aécio era una figura fácil de ver por aquí. Lo vi en Gero cada vez que iba al restaurante”, dijo un chef en el mismo diario en referencia al sofisticado restaurante italiano de Ipanema. “En general, los políticos no se molestan en pedir recibos y pagan en efectivo”, añadió. Neves ha sido acusado de extorsión en el turbio mercado de diamantes.
La tienda de Ermenegildo Zegna en Barra da Tijuca ha perdido clientes muy valiosos tras el encarcelamiento de Cabral, que compró 20 trajes de la marca italiana por precios de entre 18.000 y 150.000 reales. Pagaba en efectivo en cantidades pequeñas para no llamar la atención a Hacienda. Ahora, las fotos de Cabral con la cabeza afeitada al entrar en la notoria cárcel de Bangu, en Río, han asustado a otros clientes de las marcas de lujo. “La crème de la
crème que pagaba en efectivo ha desaparecido”, dijo uno de los directivos de la marca Grife en Río.
Las joyerías de Leblon, como H Stern y Antonio Bernardo, ya no cuentan con las visitas de la mujer del exgobernador, Adriana Ancelmo, que está bajo arresto en su casa cerca de la playa de este barrio. Según la investigación de los fiscales, Ancelmo recibió como regalo un anillo de oro por valor de 60.000 euros de la empresa constructora Delta, que participaba en las obras olímpicas. Tampoco se la ve tanto en Louis Vuitton, donde gastó 490 euros en unas zapatillas. Claudia Cruz, la mujer de Cunha, experiodista de la cadena de televisión de Globo, por su parte, “sólo va a Esmell, el salón de belleza donde una hidratación cuesta 800 reales (215 euros), en las horas de menos público”, dice O Globo.
“Qué decir a los niños cuando la policía federal se lleva a sus padres”, titula una revista de la alta sociedad