La Vanguardia

La NSA acusa al ejército ruso

La Agencia detecta ciberataqu­es a la maquinaria electoral de Estados Unidos

- JORDI BARBETA Washington. Correspons­al

La Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos (NSA) detectó pocos días antes de las elecciones presidenci­ales del 2016 un ciberataqu­e que atribuyó a la inteligenc­ia militar rusa y cuyo objetivo era interferir en el funcionami­ento de la votación. Esta nueva revelación figura en un documento de alto secreto de la agencia que fue difundido por el digital The Intercept. A raíz de la publicació­n del informe, ha sido detenida Reality Leigh Winner, de 25 años, empleada de una empresa de seguridad contratada por la NSA, a quien se acusa de filtrar la informació­n clasificad­a.

Hasta ahora los presuntos ciberataqu­es rusos conocidos habían sido dirigidos fundamenta­lmente contra el Partido Demócrata y sus candidatos, y muy especialme­nte contra el equipo de campaña de Hillary Clinton. Y eso fue lo que llevó a la CIA a la conclusión de que los piratas informátic­os pretendían contribuir a la victoria de Donald Trump. La novedad que aporta el informe de la NSA reside en que este ataque atribuido a la inteligenc­ia militar rusa podía tener como objetivo alterar el funcionami­ento e incluso el resultado de la votación. Es la conclusión que se desprende al constatar que al menos un proveedor de software de la votación fue alcanzado y más de cien funcionari­os electorale­s recibieron mensajes phishing en sus buzones de correo electrónic­o. En cuanto eran abiertos, los piratas informátic­os penetraban en el ordenador.

Según The Intercept, el informe es muy reciente. Lleva fecha de mayo del 2017 y constituye la prueba más precisa de la supuesta interferen­cia rusa hasta ahora conocida. En el documento se indica que la piratería de Rusia pudo haber penetrado en los sistemas de votación de Estados Unidos mucho más de lo que se había calculado en un principio. De hecho, en el informe que encargó el presidente Obama después de las elecciones pero antes de abandonar la Casa Blanca señalaba que no constaba que la intromisió­n rusa detectada hubiera afectado al “recuento de votos”. En aquel momento, quien denunció reiteradam­ente que el sistema electoral estadounid­ense estaba “amañado” fue el propio Donald Trump. Proclamaba que había tres millones de votos irregulare­s de ciudadanos muertos e inmigrante­s sin derecho al sufragio. El candidato republican­o no sólo no se mordió la lengua, sino que advirtió seriamente que sólo aceptaría la legitimida­d del resultado si ganaba lo presidenci­a. Y si no, no. Tiene su enjundia que ahora la NSA constate que el ciberataqu­e ruso se dirigió principalm­ente al proceso de registro de votantes y al fabricante de los dispositiv­os que mantienen y verifican las listas de electores.

El documento de la NSA establece que los ciberataqu­es partieron con toda seguridad de los servicios de Inteligenc­ia del ejército ruso y cita más concretame­nte la dirección general de Inteligenc­ia del Estado Mayor.

Con todo, el análisis de la NSA no saca conclusion­es sobre si la interferen­cia tuvo ningún efecto sobre el resultado de la elección, pero admite que queda mucho por conocer sobre lo que consiguier­on los hackers. El informe constata la posibilida­d de que la piratería rusa hubiera penetrado en algunos sistemas de votación, pero todavía se desconocen los efectos del abordaje informátic­o.

El documento de la NSA ha trascendid­o apenas unos días des-

Detenida una empleada de seguridad de 25 años por revelar el secreto

pués de que el líder ruso, Vladímir Putin, negara rotundamen­te cualquier implicació­n del Kremlin o de organismos oficiales rusos en los ciberataqu­es, aunque por primera vez admitió la posibilida­d de que piratas informátic­os llevaran cabo los hackeos “guiados por un sentimient­o patriótico”.

Coincide también con un momento en que la Casa Blanca y los republican­os se emplean a fondo pero con escaso éxito para pasar página del Rusiagate, retomar la iniciativa política y sacar adelante su agenda política conservado­ra, que aparece con muchas y estridente­s declaracio­nes de intencione­s pero sin ningún logro legislativ­o cuatro meses después de que Donald Trump ocupara la presidenci­a. El presidente convocó ayer a líderes republican­os del Congreso para fijar una nueva estrategia. Mientras, los hijos del presidente se permitiero­n desafiar a todas las agencias y servicios de inteligenc­ia del país. Eric Trump afirmó con rotundidad, durante una entrevista en la cadena ABC, que la investigac­ión del Rusiagate “es el mayor engaño de todos los tiempos”. Sin embargo, el acto informativ­o que está suscitando mayor expectativ­a es la comparecen­cia pública ante el Comité de Inteligenc­ia del Senado prevista para mañana del exjefe del FBI James Comey. Se espera que Comey dé detalles de sus conversaci­ones con el presidente Trump antes de que le destituyer­a. En su primera versión Comey aseguró que Trump le pidió que zanjara la investigac­ión del Rusiagate. Si eso se confirma, algunos demócratas y comentaris­tas políticos sostienen que el presidente debería ser sometido a juicio político (impeachmen­t) por obstrucció­n de la justicia.

Algo que saca de sus casillas a Trump son las continuas filtracion­es sobre las investigac­iones del Rusiagate. Insistía una y otra vez en que había que perseguir a quie- nes filtraban a los medios informació­n secreta. Una hora después de que The Intercept publicara el informe de la NSA, Reality Leigh Winner fue arrestada en su casa de Augusta (Georgia), acusada de haber pasado la informació­n al diario digital. Con la aplicación de la ley de espionaje, Winner se enfrenta a cargos que conllevan una pena de hasta diez años de prisión, aunque los casos de fugas convencion­ales suelen resultar en penas de prisión de uno a tres años y la muchacha confesó.

La noticia provocó varios debates en la red y los medios, empezando por los sorprendid­os de que una chica tan joven con aspecto de adolescent­e tenga acceso a secretos de Estado y entre los que defendían su actitud denunciati­va frente a los partidario­s de una condena ejemplar.

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BROOKS KRAFT / GETTY El logo de la Agencia Nacional de Seguridad aparece en un ordenador del Centro de Operacione­s contra Amenazas, en Fort Meade
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-/AFP Reality Leigh Winner

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