El cerco a Qatar lo aboca a Irán, ahora su única salida al mundo
Trump defiende sin fisuras el boicot saudí como “principio del fin del terrorismo”
El virtual cerco por tierra, mar y aire a Qatar continúa por tercer día consecutivo, después de que Arabia Saudí y sus satélites rompieran el lunes las relaciones diplomáticas con Doha. Un asedio arábigo que no se libra con alfanjes, sino con vetos del espacio aéreo, de emisiones y de repostaje, así como repatriación de diplomáticos y –en breve– de nacionales. Y, de un modo más prosaico, con el cierre de la única frontera terrestre de Qatar, que la une con el gran hermano saudí.
Para mayor oprobio, Donald Trump se descolgó ayer con varios tuits en los que bendice lo que “quizás sea el principio del fin del horror del terrorismo”. Un alineamiento sin fisuras con el régimen saudí y contra el país que acoge la mayor base estadounidense en Oriente Medio, llamado a tener consecuencias. Mucho más cautos se mostraron otros líderes internacionales, que no desean una escalada de la crisis, con graves consecuencias financieras y energéticas. Así, el emir de Qatar fue convencido por su homólogo de Kuwait para que mantuviera silencio y diera una oportunidad a su mediación. También Omán, como en la anterior crisis diplomática de hace tres años, se ha mantenido al margen del boicot, que secundan Emiratos Árabes Unidos (EAU), Bahréin y Egipto –pese a los trescientos mil trabajadores egipcios en Qatar–.
El problema de fondo, claro está, no es el apoyo al extremismo en Siria del que todos son cómplices –y del que el anterior vicepresidente estadounidense, Joe Biden, culpó a Arabia Saudí, EAU y Turquía antes que a Qatar–, sino su postura conciliadora hacia Irán, así como su apoyo económico y político a los Hermanos Musulmanes en Egipto y otros países, y a Hamas en Palestina.
Qatar, que contó con la benevolencia de Obama, se ha convertido sin embargo en un obstáculo para el endurecimiento contra Irán preconizado al unísono por los halcones que revolotean alrededor de Donald Trump y por los maestros cetreros de Arabia y Oriente Medio.
Sin embargo, el primer resultado del asedio a Doha es que le aboca en brazos de Irán, de cuyo espacio aéreo depende ahora Qatar Airways para salir al mundo y de cuyas remesas de alimentos frescos podrían depender en breve sus dos millones y cuarto de habitantes, de los cuales siete de cada ocho son extranjeros. La leche o el pollo habían desaparecido ayer en varios supermercados por culpa de los acaparadores, algo inimaginable hasta hace dos días en el país con la renta per cápita más alta del mundo, una auténtica diadema de rascacielos al borde del golfo Pérsico, sinónimo de abundancia y derroche climatizado, en medio de un clima propio de beduinos y camellos.
Qatar mantiene actualmente una discreción en el plano internacional que contrasta con su protagonismo entre el 2011 –cuando las primaveras árabes coincidieron con su presidencia de la Liga Árabe– y el 2014. Pero sus socios en el Consejo de Cooperación del Golfo consideran que sigue jugando varias cartas. Aunque las fuerzas apoyadas por Irán y Qatar están en trincheras contrarias en Siria, esto no ha sido un problema para un acercamiento pragmático entre ambas potencias gasistas, habida cuenta de que comparten el mayor yacimiento de gas licuado del mundo.
El emirato acoge la base aérea desde la que Estados Unidos bombardea a Irak o Siria, pero ha cedido otra base a Turquía. Su televisión, Al Yazira, como la del vecino Irán, pregona de cara al exterior un izquierdismo que en casa terminaría entre rejas. Valga como prueba sus titulares de este lunes: “Por qué apoyo a Nicolás Maduro”, “Jeremy Corbyn tiene razón”, “Mohamed Ali, negro americano y musulmán”, “Los anti-Trump se enfrentan a décadas entre rejas” o “Protestas en Marruecos”. Un cóctel bastante indigesto para Washington y no digamos para Riad, consciente de que Al Yazira fue clave en el relato de las primaveras árabes. Aunque lo cierto es que las críticas al Gobierno de Arabia Saudí, antes constantes, se han ido atenuando. Aun así, “Qatar debe comportarse como un país normal”, ha exigido el ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, como si el suyo fuera un país normal.
Kuwait media para evitar una escalada con resultados financieros y energéticos La leche o el pollo han desaparecido en varios supermercados por los acaparadores