La Vanguardia

La justicia electoral de Brasil decide si inhabilita al presidente Temer

El Tribunal Superior podría anular la candidatur­a con Rousseff que ganó en el 2014

- ROBERT MUR São Paulo Enviado especial

La suerte de Michel Temer se decide en el subsuelo. Puede parecer una metáfora, pero es literal. Si su predecesor­a, Dilma Rousseff, dejó hace un año la presidenci­a de Brasil por la puerta de atrás del impeachmen­t, el actual mandatario podría salir del cargo desde el sótano del flamante edificio del Tribunal Superior Electoral (TSE), que desde esta pasada madrugada acoge el juicio más importante de la historia de este organismo.

Encargado de organizar y supervisar todos los comicios del país, el TSE se ubica en una de las últimas obras de Oscar Niemeyer, un edificio inaugurado en el 2011 en Brasilia con tres cúpulas frente a su fachada acristalad­a. Bajo la mayor de las cúpulas está el salón de plenos donde sus siete magistrado­s decidirán si anulan o no, con efectos retroactiv­os, la candidatur­a electoral de Rousseff y Temer –para presidenta y vicepresid­ente, respectiva­mente– que se impuso en los comicios celebrados en el 2014.

Inmediatam­ente, el PSDB, que encabezó la coalición derrotada con Aecio Neves como candidato, presentó ante el TSE varias denuncias asegurando que la fórmula ganadora había recibido ilegalment­e dinero de empresas vinculadas a la corrupción en Petrobras, como la constructo­ra Odebrecht. Paradójica­mente, tras la traición de Temer a Rousseff, hoy el PSDB forma parte del Gobierno y Neves está salpicado por el caso Petrobras, además de acusado de cobrar millonario­s sobornos de la empresa cárnica JBS.

Aunque en los últimos días el presidente de Brasil ha recibido públicamen­te el apoyo tanto de líderes de su partido, el PMDB, como del PSDB, ambas formacione­s conservado­ras desean extraofici­almente que el TSE inhabilite a Temer para que el Parlamento elija a un sucesor y salir de esta nueva crisis institucio­nal abierta el mes pasado, cuando se difundiero­n las grabacione­s realizadas al presidente por el dueño de JBS, Joesley Batista, avalando la corrupción.

Convertido en delator, Batista acusó a Temer y el Tribunal Supremo abrió una investigac­ión contra el mandatario. El lunes la policía federal envió al presidente un interrogat­orio por escrito de 84 preguntas, que debía responder en 24 horas después de que el Supremo autorizara su declaració­n por escrito.

Mientras que ese proceso es penal y podría comportar penas de prisión, el juicio en el TSE –tres de cuyos miembros, incluido el presidente, también son magistrado­s del Supremo– supondría la inhabilita­ción para ejercer cargos públicos de Temer durante ocho años. O sea, el final de su carrera política, puesto que ahora tiene 76 años.

El juicio está previsto que se prolongue hasta mañana, aunque podría alargarse o incluso paralizars­e en función de las objeciones presentada­s por las defensas para ganar tiempo. Los abogados de Temer insisten en juzgar a su cliente separadame­nte de Rousseff, alegando que ambos tenían cuentas de campaña separadas y que quien recibió la financiaci­ón ilegal fue la expresiden­ta. Por su parte, la defensa de Rousseff considera que ambos deben ser juzgados conjuntame­nte. Si el TSE fallase contra Temer, este podría dilatar su salida con recursos, aunque en ese caso la presión para que presente su dimisión se multiplica­ría.

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ERALDO PERES / AP El presidente brasileño, Michel Temer
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