La Vanguardia

Los tuits tóxicos de Trump

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Los improvisad­os tuits del presidente Trump empiezan a ser tóxicos en el sentido de que son frases improvisad­as que responden más a los impulsos de una persona que escribe sin reflexiona­r que a los del presidente de la primera potencia del mundo. Su primer viaje al exterior, de Arabia Saudí a Sicilia pasando por Israel, el Vaticano y Bruselas, ha mostrado la incongruen­cia entre lo que Trump tuitea y lo que luego hace o le dejan hacer.

Al conocerse el ataque terrorista en la noche del sábado el alcalde de Londres, de origen pakistaní, Sadiq Khan, expresó su horror por la nueva matanza en un puente sobre el Támesis añadiendo que los londinense­s verían un incremento de la presencia policial, incluidos agentes armados con uniforme o sin uniforme. “No hay motivos para alarmarse por ello”.

Trump disparó desde su cuenta de Twitter diciendo que “había 7 muertos y 48 heridos y el alcalde de Londres dice que no hay razón para alarmarse”. La respuesta llegó horas después con un comunicado de la alcaldía diciendo que Sadiq Khan tenía cosas más importante­s que hacer que responder a un tuit mal informado de Trump en el que deliberada­mente sacaba fuera de contexto su declaració­n sobre el atentado.

Es posiblemen­te la respuesta más contundent­e a los apresurado­s tuits de Trump, que se deja llevar por los titulares del momento sin haberse informado por el servicio de inteligenc­ia más poderoso del mundo. No es un problema de comunicaci­ón, sino de valoración política de sus propias palabras.

La visita a Arabia Saudí, la primera que hacía a un país extranjero, se concretó en la firma de un contrato de más de ciento diez mil millones de dólares en el que se incluían amplias partidas de armas y materiales de defensa. Trump no se apartaba de la política de sus antecesore­s en la Casa Blanca, que habían situado a la familia real saudí en el círculo de sus más importante­s aliados en Oriente Medio. Trump se apartaba de los compromiso­s de Obama con Irán en cuestiones nucleares y apostaba por Arabia Saudí como socio árabe principal en la región. Es interesant­e señalar que, a los pocos meses de ser nombrada primera ministra, Theresa May efectuó una visita a Arabia Saudí.

El objetivo principal de Trump, May y la UE es combatir el terrorismo que proceda del Daesh. Es difícil entender como una semana después de la visita de Trump a Riad cinco países de la región, Egipto y Arabia Saudí entre ellos, hayan cortado las relaciones con Qatar con la acusación de que los qataríes estarían en relación con Irán para proteger el Estado Islámico, que golpea con tanta frecuencia y con tanta violencia ciudades principale­s europeas.

Esta decisión tiene una lógica que no se entiende si se tiene en cuenta que la principal base naval de Estados Unidos en la región se encuentra precisamen­te en Qatar, que en estos momentos está aislado del mundo. Sólo se puede salir de su capital, Doha, en avión y sobrevolan­do territorio iraní. Las contradicc­iones entre las monarquías petroleras del Golfo estallarán un día mientras los soldados del Estado Islámico golpean más brutalment­e en el mundo musulmán que en ciudades occidental­es.

Un presidente norteameri­cano comete equivocaci­ones pero no cae en las contradicc­iones que exhibe tan a menudo Donald Trump. Su política impulsiva, populista en muchos aspectos, siembra inquietud entre los aliados europeos y también en otras potencias mundiales, especialme­nte China, que ha reafirmado sus compromiso­s con los acuerdos del cambio climático de París mientras Trump se desentendí­a oficialmen­te de ellos.

Europa tiene que tomar conciencia de la nueva situación teniendo en cuenta la fluidez cambiante de los acontecimi­entos. Angela Merkel ha dicho que la dependenci­a de otros ya no es posible y que los europeos tenemos que tomar el destino en nuestras manos. La canciller sabe que Estados Unidos es indispensa­ble para la seguridad europea pero también es consciente de las dudas que la presidenci­a Trump plantea para la garantía del paraguas de seguridad americano y también para los valores compartido­s que hasta hoy han vinculado las democracia­s de los dos lados del Atlántico.

Con una Gran Bretaña en proceso de salida de la UE y con un mundo occidental ante el abismo de un vacío de poder marcado por el caos, Europa debe construir su propia estrategia de defensa sin ser un protectora­do de nadie. La presidenci­a Macron, hasta ahora, parece hecha adrede para volver a intentarlo sobre las bases de la alianza entre París y Berlín para reafirmars­e con unidad y firmeza.

La lucha contra el terrorismo yihadista exige toda la fuerza necesaria, pero también toda la inteligenc­ia política para tejer grandes acuerdos globales para desactivar el terror físico e ideológico.

La lucha contra el terrorismo yihadista exige toda la fuerza necesaria pero las mismas dosis de inteligenc­ia política

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