Un ochomil a la semana
Kilian Jornet, tras sus Everest: “Estoy cómodo buscando la incomodidad”
Nunca he sido un especialista en nada ni quiero serlo. Habiendo acabado esta expedición sé que sentiré lo mismo participando en una carrera que subiendo el Everest o abriendo un nuevo itinerario. Estoy cómodo buscando la incomodidad y haciendo cosas diferentes en cada momento”, afirma Kilian Jornet, diez días después de coronar su segundo Everest en 17 horas. Desde Noruega, donde reside, el atleta catalán analizó ayer sus dos ascensos al techo del mundo, de 8.848 metros, en menos de una semana, a los que cabe sumar un tercer ochomil, el Cho Oyu (8.201 m), el pasado 7 de mayo.
Más que la velocidad, lo que Jornet destaca es haber podido trasladar al Himalaya su estilo de montañismo, el que practica en los Alpes, con el mínimo equipo posible y total autonomía. “He hecho lo que me había planteado, subir el Everest con todo el material encima, sin logística, y poder coronar más de una cumbre. Sobre el reto en sí no he encontrado las condiciones para poder ir rápido, pero finalmente para mí el objetivo era la manera de hacerlo. Estoy contento”.
El corredor y esquiador de la Cerdanya abunda en que el tiempo ha sido un factor secundario: “Las 17 horas, o 13 o 20, dependen en gran medida de las condiciones, de la meteorología, de la frescura de uno mismo... Lo consigues si tienes suerte o si pasas allí el tiempo necesario para encontrar esas condiciones. No le doy demasiada importancia”. Jornet valora tener la capacidad de ascender dos veces sin tener los elementos de su parte. La primera se vio debilitado por problemas estomacales y en la segunda, el viento y el frío le complicaron el trabajo.
Este deportista de 29 años culminó ambos Everest sin la ayuda de sherpas y sin utilizar oxígeno embotellado por la ruta clásica de la cara norte, en el Tíbet. También, en prácticamente toda la ruta, sin tener que agarrarse a las cuerdas fijas dispuestas en la montaña. Pero no pudo evitar encaramarse por la escalera colocada en el segundo escalón, a unos 8.600 metros. “No pude encontrar un paso al lado por el que ascender”, indicó ayer. Una vez arriba permaneció en la cima unos diez minutos, la primera vez, y dos o tres, la segunda. En ambas, de noche. El vendaval del día 27 no invitaba a prodigarse en el techo del mundo. Habituado y entrenado para situaciones extremas, durante esta última subida sólo bebió un litro de agua (el otro que llevaba se congeló) y comió cinco geles.
Próximamente publicará los tracks (el seguimiento) de sus dos Everest y del Cho Oyu, y de paso acallará las voces que han cuestionado su proeza. La semana pasada, desde Katmandú, Billi Bierling, una de las integrantes del equipo que elabora la base de datos Himalayan Database, ya avaló estas cumbres.
EN ESTILO ALPINO Sobre el reto en sí, no he encontrado las condiciones para poder ir rápido, pero el objetivo era la manera de hacerlo” VERSATILIDAD Sentiré lo mismo participando en una carrera que subiendo el Everest o abriendo un nuevo itinerario”