May intenta desviar la atención de los fallos policiales y de seguridad
Críticas al Gobierno por la tardanza en identificar a las víctimas de Londres
Sometida a duras críticas por los fallos de inteligencia en los atentados de Manchester y Londres, y por la lentitud a la hora de identificar a las víctimas, Theresa May utilizó el último día de campaña para intentar cambiar el foco de la seguridad al Brexit y las críticas a Corbyn, los dos territorios en los que se siente más segura. Y sus sabuesos de la prensa de derechas, encabezados por el Daily Mail, le echaron un cable con una portada en la que aparecen los tres principales dirigentes del Labour bajo el título: “Apologistas del terror”.
Pero la primera ministra consiguió su objetivo sólo a medias, entre el aluvión de datos sobre cómo los tres yihadistas del Puente de Londres fueron ignorados olímpicamente por los servicios de seguridad británicos, a pesar de que uno de ellos presumió de querer convertirse en terrorista, otro fue denunciado por los vecinos y apareció en un vídeo del Canal 4 de televisión sobre jóvenes islamistas radicalizados, y al tercero le fue denegado el asilo apolítico en el Reino Unido antes de obtener el permiso de residencia gracias a casarse con una irlandesa. Es la misma historia de todos los atentados desde las bombas de julio del 2005 en el metro de Londres, pasando por el degollamiento del soldado Rigby, el ataque en el Parlamento de Westminster y la bomba de Manchester: los culpables estaban fichados por la policía, pero no eran considerados como una amenaza inminente, y por tanto no se les vigilaba.
El MI5 y Scotland Yard han admitido que, en vista de lo sucedido, han de cambiar de estrategia a la hora de analizar los datos, aunque insisten en la imposibilidad de seguir la pista a los 23.000 potenciales autores de acciones terroristas que figuran en sus archivos. Puesta a la defensiva, la respuesta de Theresa May consistió en proponer penas de prisión más severas para los culpables de determinados delitos, más facilidades para deportar a elementos radicales a sus países de origen, y más poderes para restringir su libertad de movimientos, aunque ello signifique desmantelar la legislación en materia de derechos humanos aprovechando la salida de la Unión Europea.
Los derechos de los sospechosos de terrorismo son tema de debate desde que Tony Blair era primer ministro, y amplió a 14 días el plazo para presentar cargos antes de que tuvieran que ser puestos en libertad. A lo largo de los años, una serie de sentencias judiciales han recortado los poderes del Estado para obligarles a llevar pulseras electrónicas que muestran dónde están en cada momento, restringir su acceso a Internet, teléfono móvil y las personas con las que se comunican, obligarles a comparecer cada equis tiempo en una comisaría de policía e imponerles un toque de queda de hasta 18 horas al día. Ahora May desea recuperar esas facultades, aunque sea desvinculándose por completo de la Ley Europea de Derechos Humanos.
En un mitin en Runcorn, ciudad dormitorio al este de Londres, el líder laborista, Jeremy Corbyn, volvió a la carga y dijo que “no se puede ir de baratillo en temas de seguridad”, y atribuyó a los recortes de los conservadores (entre ellos los efectivos policiales) parte de la responsabilidad de los atentados. “Otros cinco años de Theresa May serían una tragedia para el país, para la sanidad y la educación públicas; para todo. Es la hora de decidir qué modelo de sociedad queremos, de escoger entre el miedo y la esperanza, entre la desigualdad y la redistribución”. La primera ministra respondió que ella “es la persona más capacitada para llevar a cabo las difíciles negociaciones del Brexit”, e insistió en que “el dinero que ahora despilfarramos en proyectos de la UE podrá ser utilizado de mejor manera a partir del 2019”. Su audiencia, los carniceros del popular mercado de Smithfield en la City de Londres, la abucheó.
El número de víctimas mortales del atentado del sábado en el Puente de Londres se eleva ya a ocho, entre quienes figuran el español Ignacio Echevarría, los franceses Xavier Thomas (cuyo cuerpo fue rescatado ayer del Támesis) y Sebastian Belanger, las australianas Sara Zelanek y Kirsty Boden, la canadiense Chrissy Archibald y el británico James McMullan. La tardanza de las autoridades a la hora de identificar a los fallecidos ha sido severamente criticada por los familiares, que en muchos casos han sufrido un calvario desde que se produjo el ataque el sábado hasta recibir la confirmación de que sus peores temores se habían hecho realidad.
La policía de Dublín ha detenido a dos personas que habían estado en contacto con el terrorista Rachid Redouane, pero no como posibles cómplices en el atentado sino por sospechosos de fraude y falsificación de documentos. El libiomarroquí consiguió entrar en el Reino Unido tras casarse con una irlandesa. El ministro del Brexit, David Davis, ha dicho que ello no alterará los convenios entre ambos en materia de inmigración.
RECUENTO El número de muertos se eleva a ocho tras rescatarse del Támesis el cadáver de un francés SEGURIDAD May propone limitar los derechos humanos para poder vigilar más de cerca a los sospechosos