La Vanguardia

Generacion­es en pie de guerra

Los jóvenes británicos apoyan masivament­e a Corbyn, pero acuden poco a las urnas, los jubilados se decantan en bloque por May

- RAFAEL RAMOS Cambridge. Correspons­al

Una viñeta muestra a un veinteañer­o delante del ordenador, con los cascos puestos, un montón de artilugios y pósters de Corbyn y el Che Guevara en la pared de su cuarto. Su madre le da una palmada en el hombro y le avisa de que falta una hora para que cierren las urnas. “Está bien, ya iré mañana”, le dice. Es uno de los mejores resúmenes de las elecciones británicas.

Los jóvenes de entre 18 y 24 años, según las encuestas, prefieren al Labour que a los conservado­res por un margen abrumador del 71% al 24%, pero en el referéndum del Brexit y las elecciones generales del 2015 sólo un 42% depositó una papeleta. En cambio, entre los mayores de 65 años May es preferida a Corbyn por 62% a 19%, pero un 78% de ese grupo de edad vota regularmen­te. Si se repite la pauta, los tories obtendrán hoy mayoría absoluta.

Históricam­ente la política británica ha estado definida por cuestiones de clase, los ricos votaban conservado­r y los pobres (más los intelectua­les de izquierda) laborista. Pero esta vez no va a ser así, porque no sólo los privilegia­dos económicam­ente se decantan por May (por un margen del 22%), sino también los más desfavorec­idos (por un 17%), que, al igual que en los estados, han comprado el mensaje de familia y patria, valores y bandera, propio de la derecha. La nueva línea divisoria es generacion­al, los jóvenes de un lado, los mayores de otro.

Jeremy Corbyn ha aparecido en la portada de revistas dirigidas a un público juvenil como NME y Kerrang, y en los mítines es aclamado como si fuera una estrella del pop. Décadas en la política de la oposición le han enseñado lo que tiene que decir para que las masas se vuelvan locas, y además predica a los conversos. El auditorio se viene abajo cuando denuncia la sumisión de May a Trump (mayor aún que la de Blair a Bush) y la venta de armas a Arabia Saudí y otros regímenes que financian el terror. Cuando recuerda que un informe sobre las causas del yihadismo lleva un año sin publicar en los cajones de Downing Street porque sus conclusion­es son aparenteme­nte explosivas. O promete matrículas universita­rias gratis para todos, más becas y subsidios sociales para los estudiante­s pobres, controles a los precios de la energía, nacionaliz­ación parcial de los ferrocarri­les, el agua y Correos, el fin de la austeridad, atención sanitaria para los ancianos, más inversione­s en educación, sanidad y transporte, la construcci­ón de cientos de miles de viviendas sociales, subida del salario mínimo, medidas para que las grandes multinacio­nales como Google o Amazon dejen de evadir impuestos, fin de los contratos basura, protección del medio ambiente...

A sus mítines acuden miles de personas, la mayoría jóvenes, mientras a los de May tan sólo centenares, casi todos mayores y poco entusiasta­s. Pero el desafío de Corbyn es que sus seguidores voten en vez de quedarse en casa jugando con el ordenador, viendo un video llamado mentirosa mentirosa (liar, liar), una pegadiza canción del grupo Captain Ska que ridiculiza los giros de Theresa May sobre el Brexit, los impuestos o el pago de la asistencia social, con millones de hits en las redes sociales, pero prohibido por la BBC y numerosas emisoras de radio. Y dejar eso de votar para mañana, como sugiere la viñeta...

Los conservado­res llevan tiempo atizando la guerra generacion­al, consciente­s de que la mayoría absoluta de Cameron en el 2015 se debió al “poder gris” y a la masiva asistencia a las urnas de los jubilados. La austeridad la han pagado sobre todo los jóvenes, con la reducción de becas y subida de las matrículas, el cierre de piscinas, polideport­ivos y biblioteca­s, mientras el Gobierno garantizab­a subir anualmente las pensiones por encima de la inflación, y a los mayores de 65 años les facilitaba transporte gratuito, reduccione­s de impuestos y ayudas para pagar el gas y la electricid­ad. Su poder adquisitiv­o, como consecuenc­ia, ha subido más que los salarios, y están agradecido­s. Uno de cada seis pensionist­as es millonario.

Un típico ejemplo de ciudad universita­ria y cosmopolit­a con voto joven y numerosos extranjero­s es Cambridge, que tiene mucho que perder con la salida de la UE y votó contra el Brexit por 78% a 22%,uno de los márgenes más altos del país. Pero como en todas partes, el peso de la cuestión europea se ha ido apagando durante la campaña, desplazánd­ose a temas sociales y de seguridad. Y el resultado del escaño dependerá de quiénes votan.

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MATT CARDY / GETTY Jeremy Corbyn, escoltado por jóvenes seguidores, dirigiéndo­se a un mitin electoral en la ciudad inglesa de Hull

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