“A final de este mes, espero salir de la calle”
Quinientos voluntarios de Arrels entrevistan a personas sin techo para radiografiar su situación
He llegado a la calle por motivos económicos y por no saber hacer bien las cosas, soy autocrítico”, cuenta Francesc, una de las 193 personas que la madrugada de ayer fueron entrevistadas por voluntarios de la Fundació Arrels para tener información cualitativa sobre los 1.026 ciudadanos sin techo que pernoctan al raso en Barcelona. Arrels ha conseguido la complicidad de cerca de 500 voluntarios que el martes, ayer y esta noche saldrán por toda la ciudad para proponer un extenso cuestionario a los indigentes.
Marta Olaria es la coordinadora de un pequeño grupo de colaboradores a los que se ha asignado el ámbito de Poble Sec delimitado por el paseo de Montjuïc, las calles Josep Carné y Nou de la Rambla y la avenida Paral·lel. Francesc, a punto de cumplir los 50 años, es el primero que acepta contestar las 34 preguntas relativas al tiempo que lleva a la intemperie, si ha sido víctima alguna vez de violencia, si recibe atención médica, si tiene algún tipo de prestación económica...
Pese a que son más de las dos de la mañana y ya había conciliado el sueño, Francesc conversa de buen grado con sus interlocutores. “Ni tengo antecedentes, ni adicciones... Aunque duermo en la calle –no tengo casa desde hace unos siete años– ni bebo ni me drogo”. Francesc se ha acomodado sobre unos cartones y se ha cubierto con una manta, en un rincón del parque de los Jardins de les Hortes de Sant Bertran, junto a Montjuïc. A pocos metros descansa una pareja junto a tetabricks de tinto, ya vacíos. Más allá, en un banco, se han instalado con sus pertenencias Maurizio, un expescadero napolitano que batalla por dejar la droga, y su amigo Francesco.
Ocho personas descansaban ayer en esta plazoleta. Francesc tiene expectativas de futuro tras haber conseguido un trabajo como mozo de carga. “A final de mes, cuando cobre, espero salir de la calle, alquilaré una habitación. Logré el empleo gracias a un curso en Barcelona Activa”, sigue relatando con ganas de conversación a Raimon Padrós, un estudiante de 21 años de Ingeniería Industrial que ya ha colaborado en otras ocasiones con entidades dedicadas a los sintecho.
En los vecinos jardines Walter Benjamin, el equipo de Arrels entrevista a otras ocho personas, entre ellas a Carmen, de 46 años y de frágil salud a causa de la heroína, del asma y de la hepatitis. Envuelta en un edredón, desgrana amablemente los detalles de su vida y sus circunstancias actuales. “Dejé el caballo y el alcohol. Ahora tomo cocaína, pero el día 20 empiezo un tratamiento para intentar desengancharme”. Ha estado en la cárcel y en centros de desintoxicación y señala que esporádicamente tiene contacto con su hijo, veinteañero; con su hija lo perdió hace tiempo.
Junto a su improvisado lecho hay otro que ocupan dos compañeros, con los que se siente segura.
También Maurizio, de 48 años, tiene dos hijos, en Italia, y confía en que la metadona le ayude. “Acabé así por la droga, llevo un año en Barcelona y ocho meses sin techo. Voy a un comedor social y mi familia me da algo de dinero de vez en cuando”. También Raimon Padrós documenta el testimonio de Antonio, de 38 años y con tres hijos en Pakistán, que sobrevive como mantero. “Mejor que robar”, subraya .
La primera noche del censo de Arrels, la del martes al miércoles, unos doscientos voluntarios localizaron a un total de 506 personas, de las cuales 193 aceptaron responder el cuestionario. Esta noche volverán a salir más.