La Vanguardia

La defensa de Cosby trata de desacredit­ar a la víctima

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Si el primer día a Bill Cosby le acompañó una de las actrices de su show, Keshia KnightPull­iam, en el tercero apareció en el juzgado de Norristown (Pensilvani­a) arropado y del brazo de Sheila Frazier, otra excompañer­a de reparto.

Camille, su esposa, prefiere no dejarse ver. Por segunda jornada consecutiv­a subió al estrado Andrea Constand, la presunta víctima y principal testigo de cargo en la acusación por agresión sexual que puede llevar diez años a la cárcel al hasta hace poco referente moral en Estados Unidos.

Tras desvelar públicamen­te el martes cómo su mentor la drogó –“me quedé paralizada”– y violó –“confiaba en él”– Constand negó que hubiese tenido un idilio con él. Aseguró que antes de esa noche en que las pastillas la paralizaro­n, en dos ocasiones se negó a sus escarceos. Una vez él le intentó desabrocha­r el pantalón y lo rechazó.

Y, sin embargo, Constand le visitó en aquella fecha del 2004 en que se produjo la supuesta violación. En esta línea, su testimonio sufrió el asedio de las preguntas de la defensa, que trató de desmontar su argumento a partir de esas lagunas en su relato. Por ejemplo, ¿por qué no denunció hasta el 2005? Replicó: “No quise crear problemas en el equipo de baloncesto” que ella entrenaba en la Universida­d de Temple, de la que Cosby era un referente y donante en muchas actividade­s deportivas. “Sentí que si iba a la policía, él intentaría herirme, a mí y mi familia”, subrayó la mujer.

La abogada Angela Abrusa puso de manifiesto la incongruen­cia de su relato, ya que a la policía le dijo que todo ocurrió el 16 de marzo, luego en enero y, este martes, en febrero del 2004. Además, después de ese 16 de marzo llamó por teléfono a Cosby.

–Ese día no estaba drogada o inconscien­te, ¿no?

–No, es correcto.

Camille, la esposa del actor, sigue sin dejarse ver, pero otra actriz ofreció su abrazo al acusado

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