Rajoy afronta la censura del Congreso a su política
Podemos afronta el pleno de censura bajo la sombra del renacido Pedro Sánchez
La moción de Iglesias no prosperará, pero los grupos cargarán contra el PP El nuevo PSOE de Pedro Sánchez se estrena con una abstención
Pablo Iglesias defiende hoy su moción de censura contra Mariano Rajoy en un marco de alta tensión que suscitará un debate integral sobre la política del Gobierno. Y lo hace con un octavo pasajero agazapado en la bodega: el reelegido secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.
La presidenta del Congreso, Ana Pastor, pospuso tres semanas la moción de censura de Unidos Podemos dando tiempo a que pasaran cosas. El reloj podía correr a favor del Gobierno, toda vez el rotundo éxito de Rajoy con los presupuestos y el espeso debate existencial socialista. Pero la partida se juega también extramuros de los partidos, y en la periferia de nuestra política, donde mandan los togados, cada día es una ruleta rusa: una de cada seis veces que se aprieta el gatillo, del tambor sale una bala en forma de imputación o informe de la UCO. El Gobierno atraviesa horas delicadas y la moción de Podemos obliga a todos los partidos a retratarse, no sólo en torno a la viabilidad de la figura política de Iglesias, sino también respecto al rumbo general del país.
Desde que Podemos anunció su moción de censura hasta su debate han pasado dos meses en los que dos miembros del Consejo de Ministros han sido atropellados por la actualidad. Uno está reprobado y el otro, en trance de serlo. Ambos, por cuestiones que abundan en el relato construido por Podemos en torno a la moción: el de una coalición espuria entre una parte del poder económico y el partido en el Gobierno. El ministro de Justicia, Rafael Catalá, quedó dañado por su actuación respecto al ministerio fiscal y a los altos nombramientos en la judicatura. El de Hacienda, Cristóbal Montoro, tras su hábil negociación de los presupuestos, ha sido alcanzado por una bala perdida, el fallo del Constitucional contra su amnistía fiscal, dibujando la operación como un blanqueo para capitales de “amiguetes del PP”. El entrecomillado –he ahí el éxito del relato de Iglesias– es de José Manuel Villegas, diputado de Ciudadanos y jefe de gabinete de Albert Rivera. El viernes, el analista de La Vanguardia José Antonio Zarzalejos, conocedor del tapiz madrileño, veía “síntomas de descomposición”. El marco de un Gobierno atosigado y en conflicto con una parte de los aparatos del Estado —investigadores, jueces, fiscales, inspectores tributarios…— ha empapado a la opinión pública, dice el CIS, y las encuestas señalan que la moción de censura, dos meses después, no es una extravagancia.
El resultado numérico no está en disputa. Siendo imposible ganar, la foto buscada por Iglesias, expresiva de la situación, es que no se repitan los 176 votos que apoyaron los presupuestos. La abstención de PSOE, PNV y PDECat, junto al voto favorable de ERC, Compromís y Bildu, apunta a que el PP vencerá con 170 votos (los de PP, Cs, UPN, Coalición Canaria y Foro Asturias), a seis de la mayoría absoluta. Felipe González logró 195 contra la moción de Antonio Hernández Mancha en 1987, mientras que Suárez sólo pudo levantar un escudo de 166 cuando en 1981 González planteó la suya.
Pero también han pasado cosas inconvenientes a la agenda de Igle-
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LOS SOCIALISTAS La reaparición de Pedro Sánchez condiciona la estrategia de Iglesias tanto como la de Rajoy
sias. La principal, el regreso al trono socialista de Sánchez, un triunfo, secundado por renovadas expectativas electorales —no se sabe si duraderas—, que reabre la pugna por el liderazgo de la oposición que parecía zanjada cuando en octubre los notables lanzaron al joven secretario general por la ventana. Por eso, en su esgrima con Rajoy y sus ministros, Iglesias debe definirse frente a un alien ausente, sin escaño y cuyo rumbo es una incógnita. La dialéctica hoy del PSOE y Podemos es capital para descodificar el futuro político español, tanto como lo es la elocuencia de Rajoy para rearmarse en factor de estabilidad, alejado de la imagen sepia que dio Cristina Cifuentes en la Asamblea de Madrid.
En lo político, Iglesias presentará un programa con el que trata de fijar la idea de que hay otra España capaz de gestionar los dos desafíos que enfrenta el país: la quiebra del pacto social de prosperidad y la tensión territorial como síntoma del agotamiento de los viejos consensos. Catalunya, de nuevo inquietante nave nodriza, en vuelo suspendido sobre la alborotada Madrid.