Jacopo Godani
La compañía que dirige Jacopo Godani es heredera de la de Forsythe
COREÓGRAFO
Jacopo Godani, nuevo director del Ballet Frankurt Dresde, con el que se inaugura el Grec, se presenta con tres coreografías en las que dice buscar un baile esencial, un ballet contemporáneo, de ahora y del futuro, no una danza contemporánea.
Los espectáculos inaugurales del festival Grec han deparado tradicionalmente numerosas sorpresas. No pocas habría sido mejor ahorrárselas. Así que el nuevo director del gran festival de verano de Barcelona, Francesc Casadesús, ha querido apostar por un valor seguro –“un trabajo de alta calidad artística, muy atractivo para un público amplio, pero exigente”– para la puesta de largo de su programación. Y los días 1 y 2 de julio el Grec abrirá con danza. Con la compañía sucesora de The Forsythe Company, que fundó y dirigió hasta el 2015 William Forsythe: la Dresden-Frankfurt Dance Company, que ahora dirige el italiano Jacopo Godani. Una compañía peculiar porque está a caballo de dos ciudades alemanas, Dresde y Frankfurt, y porque la mantienen los presupuestos de dos länder, uno del Oeste y otro del Este, Hesse y Sajonia. Una compañía que aúna el virtuosismo, la espectacularidad y una conexión directa, visceral, no intelectual, con el público.
Godani estuvo ayer en Barcelona, en el Palau de la Virreina, para presentar el espectáculo de apertura. El coreógrafo no paró de reír y bromear. Y no es partidario de eufemismos: lo mismo habla de los tradicionales argumentos del ballet como “historias idiotas de te amo, me muero, me suicido y me transformo en una ninfa y tú te vas conmigo al lago” que cuando se refiere a una de las músicas que ha elegido para las coreografías que se ven en el anfiteatro Grec dice que le da “muchísimo morbo”: eso sí, sorprendentemente habla del Cuarteto de cuerda núm. 4 de Bartók.
Godani recuerda en un más que aceptable castellano –y le dice a Casadesús que entiende bien su catalán porque es muy parecido al dialecto italiano de su zona de origen, la costa de Liguria– que él trabajó muchos años de freelance con muchísimas compañías antes de tomar el mando de la actual. “No podía desarrollar mi filosofía de trabajo. Podía hacer dos creaciones con una compañía, pero siempre había varios años de por medio y debía comenzar cada vez de cero. Era como enseñar a andar a un niño por primera vez continuamente. Ahora por primera vez tengo un grupo que me entiende”. Eso sí, ha entrado rompiendo platos: “No quería perder cinco años haciendo trabajo pedagógico, entré de manera muy violenta para destruir muchos parámetros mentales que los bailarines tenían y dar en seis o siete meses un salto evolutivo que normalmente lleva tres o cuatro años”.
En Barcelona presentará tres coreografías creadas en ese salto con música de Bartók, de Ravel y electrónica. “El Cuarteto de cuerdas n.º4 siempre me da muchísimo morbo porque en los años ochenta lo utilizaba la Keersmaeker y me encanta la pieza. Encontrar un cuarteto que tenga morbo, sexualidad y caña al mismo tiempo en una composición clásica es muy difícil. Este cuarteto ha sobrevivido décadas. Lo escuchas y te parece un Piazzolla. Es intrigante, interesante, coreográficamente da muchas opciones de cambiar de intensidad”, cuenta.
Lo interpreta en directo la formación suiza Kubus Quartet en la pieza Metamorphers, la primera, con 11 bailarines, de un programa que prosigue con Echoes
from a restless soul, en la que suena Ravel –dos movimientos del Gaspard de la nuit– tocado por el pianista Ruslan Bezbrozh. “Es un solo para piano y también un recuerdo de los ochenta: aparecía en El
ansia, con Catherine Deneuve y David Bowie, que eran dos vampiros en esta película que me impresionó y que representaba las tendencias vanguardistas de la época en música, estilo, moda, comportamiento”. Una música que le permite crear “una atmósfera intensa, sofisticada, pero no fácil ni kitsch”. La última coreografía del programa es Moto perpetuo, 17 bailarines al ritmo de electrónico del dúo 48nord.
Godani explica que con la compañía intenta “hacer ballet contemporáneo, de ahora y del futuro, no danza contemporánea”, e identifica el ballet con el virtuosismo y la capacidad de ser espectacular. Y dice que busca un baile “que hable de manera directa, esencial y que sea pasional, pero no kitsch. La pasión que te puede dar el sexo como manera de comunicar. Algo básico, primitivo, una conexión primordial con el público, visceral”. Una comunicación tan intensa como con sus bailarines: dice que no quiere “una compañía con mecánicas antiguas de ballet, con el jefe, el director, los subordinados. Necesitamos un concepto más futurista y vamos experimentando dar la capacidad a las personas de que sean enteramente responsables de su camino artístico y de vida”, concluye.
Godani busca un baile que hable “con la pasión que te puede dar el sexo como manera de comunicar”