El estado número 51
Una participación del 23% devalúa el 97% favorable a la anexión a EE.UU.
Los independentistas de Puerto Rico ganan la batalla de la abstención en el plebiscito convocado por el gobernador, Ricardo Rosselló, que pretendía conseguir una mayoría a favor de la anexión a EE.UU.
La gestión colonial de la quiebra y la inhibición de EE.UU. provocan la mayor huelga de urnas vacías
Los independentistas de Puerto Rico, junto a otros partidos de oposición, ganaron la batalla de la abstención en el plebiscito convocado el domingo por el gobernador, Ricardo Rosselló, que pretendía conseguir una mayoría a favor de la definitiva anexión de la isla caribeña a Estados Unidos. Rosselló consiguió la más pírrica de las victorias, puesto que logró el 97% de votos favorables a la anexión, pero apenas votó el 23% del censo, lo que deja el resultado sin valor político alguno. Rosselló cosechó aún menos votos a favor de incorporar la isla a Estados Unidos como el 51.º estado de la Unión que los que obtuvo él mismo como gobernador.
No ha sido el desinterés sino el rechazo al planteamiento colonial en la gestión de la ruina financiera de la isla lo que ha motivado esta huelga de urnas vacías en un país que suele registrar elevados índices de participación electoral. En Puerto Rico han cerrado la mayoría de las escuelas públicas, han despedido a millares de funcionarios, y no hay dinero para pagar las pensiones. La deuda impagable asciende a 74.000 millones de dólares y las decisiones para superar esta situación no las toma el Hobierno de la isla, sino una junta supervisora con sede en Nueva York que actúa sin ningún control democrático.
“EE.UU. ni nos quiere ni nos deja ir”, suelen decir los puertorriqueños. No pueden votar al presidente de EE.UU., ni tienen representación efectiva en el Congreso, pero este sí toma decisiones que afectan a Puerto Rico, como la ley de cabotaje, que le obliga a utilizar la marina mercante de EE.UU. para cualquier transporte a y de la isla, lo que encarece sus productos. Hasta un informe de la Comisión de Derechos Civiles del Senado admitió que esa imposición es un lastre que impide crecer a la economía puertorriqueña.
Estados Unidos controla Puerto Rico, pero no está en absoluto dispuesta a incorporarlo como el 51º estado. Existe un tesis bastante extendida según la cual el denominado deep state de Washington considera peligroso incorporar un territorio con un sentimiento nacional y una identidad cultural hispana tan fuertes que podría amenazar la hegemonía blanca y angloparlante en el conjunto. También decantaría la mayoría política a favor de los demócratas.
En el colmo del cinismo, Washington exigió que en el plebiscito del domingo se incorporara como opción la de mantener el actual statu quo y una vez que el gobernador Rosselló lo aceptó, Washington se desentendió del resultado de la consulta, lo que también ha contribuido a la abstención. Con todo, Rosselló enviará esta semana a Washington DC una delegación compuesta por cinco representantes y dos senadores como si se tratara de los congresistas que corresponderían a la isla caribeña si esta se convirtiera en el 51.º estado de la Unión. De momento, ninguna autoridad se muestra dispuesta a recibirlos.