Lo irreparable
Las declaraciones del ministro de Economía, Luis de Guindos, sobre la calamitosa situación en la que se hallaba el Banco Popular; y el ejemplo de Ignacio Echeverría, el ciudadano español que murió en Londres enfrentándose al terror.
IGNACIO Echeverría, víctima española del atentado yihadista cometido en Londres el sábado 3 de junio, ha sido calificado como “el héroe del monopatín”. Así ha sido porque se enfrentó con un monopatín a los terroristas que agredían a una mujer. Esa era la única arma que tenía a mano en el momento de los hechos, además de su gran coraje y su no menor generosidad.
Los diarios hemos trazado perfiles de Echeverría en los que le hemos descrito como una persona de buen corazón, cultivada, recta, jovial, políglota y muy comprometida con su trabajo como abogado ducho en la persecución del fraude asociado, precisamente, a las tramas terroristas. En suma, como un tipo de una pieza. Pero lo que le ha dado un relieve especial ha sido su actitud resuelta y heroica al verse ante un atentado terrorista. Una situación en la que se reveló como un héroe contemporáneo paradigmático.
Tradicionalmente, la figura del héroe es la de un ser singular. La mitología griega guarda memoria de héroes como Hércules, Aquiles o Eneas, seres realmente excepcionales tanto por su conducta como, sobre todo, por la naturaleza de sus padres, que eran dioses o diosas y seres mortales. Esa duplicidad parental confería a los héroes un estatus muy especial, una condición a medio camino entre la divina y la humana, algo poco menos que excepcional y por tanto distintivo.
En siglos posteriores, la figura del héroe se ha vinculado a hombres y mujeres que ganaban fama por sus hazañas, a menudo bélicas, y que asumían esta condición mientras la fortuna los amparaba y les permitía seguir entre los vivos. Eran seres humanos que habían hecho del heroísmo su modo de vida. Como lo serían después, acaso más por su inteligencia y su abnegación, pero con semejante perseverancia, ciertos científicos.
El héroe del monopatín, en cambio, es alguien que no llevaba vida de héroe, pero que ha sabido comportarse como tal cuando la coyuntura lo ha requerido. Que ha sabido dar respuesta inmediata ante una emergencia propiciada por el odio y la injusticia. Esta reacción de Echeverría es apreciable en toda circunstancia. Y más aún en una época que se define, entre otras cosas, por los miedos colectivos. Sólo por ello, es merecedora de aplauso. Pero también lo es, y acaso más, porque ilustra una actitud ejemplar, la del héroe accidental, que es la propia de unos tiempos inciertos, salpicados, aquí y allá, de terrores varios. Quizás no sea, la de Echeverría, una actitud al alcance de todos, pero sin duda es la más pertinente y la más admirable, por ser la del auténtico héroe contemporáneo.