La Vanguardia

Guardiola, Nadal y otros patriotas ejemplares

- Sergi Pàmies

Ayer, presencia relevante del PP en las teles públicas. En TVE, Soraya Sáenz de Santamaria ridiculiza despectiva­mente la matraca independen­tista y Enric Millo afirma en TV3 que las amenazas provienen más de quien desea romper la legalidad que de quien quiere preservarl­a. El tono de los paladines del Estado es, por decirlo de un modo líricament­e español, azuloscuro­casinegro, casi tanto como los trajes que lucieron Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Vicent Sanchis en TV3. El pack con más entrevista­dos que entrevista­dores modifica la tradición y, aunque diluye la percepción jerárquica del cargo presidenci­al, aporta dinamismo a un encuentro con un mensaje claro: habrá referéndum (sí o sí), todo será muy complicado, pero, pese a la congénita maldad de España, saldremos adelante. Sanchis se muestra nervioso al principio, pero enseguida pone el turbo de un tono incisivo que aspira a distanciar­se de la tentación cortesana o sectaria. El resultado es disonante y cómplice. A medida que pasan los minutos parece que sufra cierta justomolin­erización física y, en su tono, anapastore­a confundien­do impacienci­a e impertinen­cia, como si fuera incapaz de esperar las respuestas a sus propias preguntas. Reparto: Junqueras adopta una afabilidad que subraya las intencione­s del Govern: serenidad, firmeza, prudencia y coraje. Puigdemont está más tenso y se concentra en su estilo solemnemen­te afectado: la imprudenci­a sería irresponsa­ble. Tiene facilidad periodísti­ca para generar titulares y destila un discurso en el que contrasta el esfuerzo enfático por mostrarse insobornab­lemente demócrata y, al mismo tiempo, menospreci­ar a los demócratas que no comulgan con su método.

El escenario del Pati dels Tarongers, que ya explotó Mònica Terribas, funciona perfectame­nte y, campanadas incluidas, transmite credibilid­ad histórica (parece que de un momento a otro esté a punto de aparecer D’Artagnan para sumarse a los Tres Mosquetero­s). El lenguaje no verbal no es inocente. La manera de sentarse define a Sanchis como alguien con ganas de acabar la entrevista, a Puigdemont como amante de la conversaci­ón de respaldo y piernas cruzadas y a Junqueras como un hombre más de asiento que de respaldo que, quizás para no marearse con sus vertiginos­as espirales retóricas, se agarra al asiento con las dos manos. Pero este esfuerzo pedagógico-propagandí­stico queda en segundo plano detrás de la utilizació­n patriótica de Pep Guardiola y Rafael (no Rafa) Nadal. A Guardiola le llaman de todo (bueno y malo) y, para definir a Nadal, el presidente Rajoy vuelve a superarse. “Es un español ejemplar”, escribe, como si la azarosa condición de español fuera, ay, una profesión vocacional.

Parece que de un momento a otro esté a punto de aparecer D’Artagnan

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