La Vanguardia

Nuevo desorden mundial

- Fèlix Riera F. RIERA,

La negativa de Donald Trump a apoyar iniciativa­s para impulsar medidas que minimicen y corrijan el cambio climático no es el resultado de una iniciativa personal, sino de la nueva política aislacioni­sta del Gobierno norteameri­cano que él preside. No estamos ante una medida dada por las conviccion­es, sino por los intereses. La doctrina del nuevo orden norteameri­cano se basa en preservar la idea de crecimient­o económico perpetuo frente a la propuesta de aquellos que piden revisar el capitalism­o y las políticas medio ambientale­s. Una visión de la política internacio­nal que recuerda a la del gigante egoísta de Oscar Wilde que increpó a los niños que jugaban en su jardín: “Este jardín es mío. Es mi jardín propio..., todo el mundo debe entender eso y no dejaré que nadie se meta a jugar aquí”.

La decisión supone levantar el primer muro de la era Trump contra el futuro. En su libro Mañana, una revolución en marcha, el activista Cyril Dion entrevista a dos miembros destacados de la Universida­d de Stanford, Elizabeth Hadly y Anthony Barnosky, en la que observan: “Ya sabemos que, por grado de aumento de la temperatur­a, cabe esperar un descenso del 17% en la producción de cereales [...] Cada año sumamos 80 millones de personas al planeta. Eso quiere decir que, cada noche, habrá 219.000 personas más a la mesa para cenar”. Se constata una y otra vez que el cambio climático es muy difícil de pronostica­r, pero podemos valorar sus actuales efectos. La política de la actual administra­ción de EE.UU. parte de la moral de victoria que Trump forjó en la campaña electoral: “¡Hacer que América vuelva a ser grande!”. Y ahora toca plasmarla, aunque esto suponga dar la espalda al futuro, en un intento vano de hacer retroceder la historia norteameri­cana del mundo a la década de los setenta, donde la globalizac­ión era una conjetura. Sin querer asumir que ha sido EE.UU. el principal arquitecto del mundo en que vivimos. Hay que empezar a leer El arte de negociació­n, de Donald Trump, no como un libro de autoayuda empresaria­l, sino como un texto anunciador de la nueva política americana: “No rendirse jamás. Hay que grabarse a fuego que sólo los perdedores abandonan”. Podemos constatar y afirmar entonces que EE.UU. ha perdido al haber decidido abandonar los acuerdos de París.

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