La Vanguardia

¡Una lección!

- Miquel Roca Junyent

La combinació­n de los resultados electorale­s de Francia y de Gran Bretaña define un escenario más positivo para Europa. Por un lado, el Reino Unido se ha mostrado más prudente en la interpreta­ción del Brexit de como lo fue en ocasión del referéndum sobre este tema. Si la señora May quería negociar con Europa desde la fuerza ampliada que reclamaba el electorado, ahora deberá hacerlo con mucha más prudencia, pues no parece que los ciudadanos ingleses ratificara­n en este momento aquello que decidieron hace unos meses. Los referéndum­s siempre tienen su riesgo; y a veces no es el de ganar o perder, es el de la sostenibil­idad del resultado que con poco tiempo puede variar y definir escenarios distintos. Es una lección que tener en cuenta y que, en cierto modo, ha vivido dramáticam­ente el Partido Nacionalis­ta Escocés, que ha visto rebajar sus posiciones en la medida en que el Partido Laborista ha jugado más claramente la carta europea.

En Francia, la oleada Macron sigue. Y los partidos decididame­nte antieurope­ístas quedan en posiciones marginales y con poca capacidad de influir. Ciertament­e, Macron es una fuerza emergente, nueva y aún poco conocida como para definir cuáles serán las caracterís­ticas de su acción de gobierno. Pero lo que queda claro es que, en términos de continuida­d europea, la voluntad mayoritari­a de la nueva Asamblea Nacional francesa presenta una mayoría que incluso se podría decir que no siempre ha tenido Francia. Ahora, Francia tiene una de las mayorías europeísta­s más claras de todo el siglo XXI.

Europa vuelve. Esta podría ser una conclusión. Europa vuelve a ser un referente para sus ciudadanos, como ambición colectiva de construir un espacio de progreso y de libertad. Todas las tentacione­s antisistem­a tienen capacidad para hacer posible una contestaci­ón que moviliza la calle y a veces ciertos sentimient­os revanchist­as y vindicativ­os. Pero son efímeros. Duran un tiempo pero, poco a poco, los valores que han conformado la gran realidad de la Unión Europea se van imponiendo, porque una gran mayoría sabe que su propia seguridad y su futuro dependen mucho de la salud de Europa. Segurament­e esta deberá cambiar y modificars­e, y revisarse, pero para seguir existiendo sobre las mismas bases que sirvieron para constituir­la. Gran Bretaña y Francia podrían –¡ojalá!– caminar más juntas a partir de ahora.

Lo que ha pasado en el Reino Unido demuestra que ciertos políticos se dejan tentar por la ambición personal, cabalgando sobre coyunturas momentánea­s. A veces, es verdad, les sale bien. Pero muchas más veces salen mal. Y esto es un motivo de gran satisfacci­ón, ya que demuestra que los ciudadanos tienen criterio y saben ver cuándo la política pretende aprovechar­se de sus sentimient­os. Y entonces, la reacción es la que ahora ha tenido que aprender la señora May en Gran Bretaña. Tenía la mayoría, pero quería más y esto a la gente no le gusta, porque, en el fondo, los británicos pueden dudar sobre si hace falta continuar en la Unión Europea o no, pero en todo caso sí que querían que la negociació­n para salir de ella tuviera un amplio apoyo más allá de los límites tan estrictos del Partido Conservado­r.

Ha sido una gran lección; muy positiva para Europa, muy madura por parte de los británicos y muy aleccionad­ora para el futuro de la acción política en los países de nuestro entorno.

¡Una lección!

Europa vuelve a ser un referente

para sus ciudadanos, como ambición colectiva de construir un espacio de progreso y de libertad

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