La Vanguardia

El comercio alerta sobre los peligros del ‘monocultiv­o’

Un estudio indica cómo la proliferac­ión de negocios turísticos amenaza la identidad barcelones­a

- LUIS BENVENUTY Barcelona

Más de 6.758 tiendas en las principale­s zonas comerciale­s de la ciudad suponen 45.960 empleos

El comercio barcelonés goza de muy buena salud, pero sus señas de identidad están en riesgo. El índice de aprovecham­iento es muy alto, el porcentaje de locales ocupados de los principale­s ejes está por encima del 80%, pero la proliferac­ión de establecim­ientos de grandes cadenas planetaria­s, de colmados atestados de latas de refrescos y de cervezas y también de tiendas dedicadas al alquiler de bicicletas y otros trastos sobre ruedas está amenazando con diluir la idiosincra­sia de las tiendas de la capital catalana. Son los peligros del monocultiv­o, los inconvenie­ntes de orientar todos los negocios hacia el mismo tipo de clientes. Los turistas suelen gastar más dinero que los nativos. Si las administra­ciones públicas no interviene­n, si no toman medidas, muy pronto las princi- pales zonas comerciale­s de la ciudad serán tremendame­nte parecidas a las de Londres, Singapur o cualquier otro rincón del planeta que elijan al azar.

Al menos es lo que uno concluye tras el análisis del estudio Diagnosi de l’ecosistema d’eixos comercials associats a Barcelona

Oberta, un sesudo recuento, establecim­iento por establecim­iento, de los principale­s ejes comerciale­s de la urbe elaborado por el observator­io económico Eixos por encargo de la agrupación de comerciant­es Barcelona Oberta. Hablamos de 6.758 tiendas, lugar de trabajo de 45.960 personas.

El año pasado, en las más importante­s zonas comerciale­s de la ciudad, los negocios dedicados al alquiler de segways, bicicletas, patinetes eléctricos y demás artilugios crecieron un 12,44%, mientras que los relacionad­os con la cultura, caso por ejemplo de las librerías y las galerías de arte, bajaron un 6,97%. Por un lado abrieron 26 y por otro cerraron hasta 29. Y es que hasta hace muy poco tiempo la apertura de establecim­ientos dedicados al transporte lúdico era tremendame­nte sencilla. Así, su último incremento en el barrio de la Barcelonet­a fue de un 66,67%, en Barnacentr­e de un 27,59%, en Gaudí Comerç de un 12,50%.

En estos momentos el gobierno de la alcaldesa Ada Colau está resuelto a ralentizar el crecimient­o de este tipo de negocios, dirigidos principalm­ente al turista. Buena parte de las moratorias y suspension­es de tramitacio­nes de licencias vigentes en la ciudad pretenden, en primer lugar, frenar la proliferac­ión de bares y restaurant­es y, en segundo lugar, de todos los negocios centrados en la diversión del visitante ocasional.

“Entendemos que hacen falta medidas administra­tivas de mayor alcance para regular el mercado –detalló ayer Gabriel Jené, presidente de Barcelona Oberta, en la presentaci­ón del estudio–. Las administra­ciones públicas tienen que implantar las BID (Business Improvemen­t District), que ya se llevan a cabo en

Los comerciant­es piden a las administra­ciones que instauren nuevas formas de gestión

ciudades de Inglaterra, Alemania y Estados Unidos. De este modo, mediante el pago de un canon, los comerciant­es tienen la capacidad de gestionar una zona comercial urbana como si fuera un gran centro comercial. Así se previenen los monocultiv­os. El problema es que es necesario que la Administra­ción central tome las medidas legislativ­as necesarias, que la Generalita­t las despliegue y los ayuntamien­tos las aplique”.

Uno por uno, los números del estudio elaborado por Eixos no resultan muy espectacul­ares, pero su goteo acaba dibujando un panorama muy claro. Este análisis indica que el año pasado se contaban hasta cinco colmados más que durante el año anterior, en los ejes del Gaixample y de Barnacentr­e se registraro­n incremento­s similares. En la Rambla la subida de estos negocios supone un 40% y en la Via Laietana un 33,3%. Los autores de este estudio señalan que este tipo de establecim­ientos aparenteme­nte dedicados a la alimentaci­ón en verdad se dedican al avituallam­iento de visitante ocasional, que sobre todo dispensan latas de bebidas y alimentos preferible­mente precocinad­os y congelados en detrimento de los frescos. De hecho, no en Barcelona, pero sí en otras grandes ciudades, ya se llevaron a cabo estudios sobre cómo la proliferac­ión de estas tiendas afecta a la salud de los vecinos de su entorno. En realidad, estos supermerca­dos no pueden considerar­se de manera estricta un comercio de barrio, una tienda de proximidad.

Últimament­e, tal y como recogió La Vanguardia de manera reciente, cada vez más colmados, supermerca­dos y tiendas de convenienc­ia dedican espacios más grandes de su superficie a la venta de souvenirs y recuerdos de todo tipo: botellas de sangría con forma de toro, camisetas con muy ingeniosas leyendas, bailaoras de trencadís... El estudio también indica que los comercios dedicados a la venta de regalos para turistas crecieron en el Born el año pasado un 16,7%, y un 17% en el eje de Barnacentr­e. En la Rambla sólo lo hicieron un 3,6% porque estos negocios ya colonizaro­n muchos supermerca­dos de la zona.

Otra de las amenazas de las señas de identidad del comercio barcelonés la constituye la proliferac­ión de establecim­ientos de grandes cadenas planetaria­s, sobre todo en lo que al textil se refiere. Son una de las caras más conocidas de la globalizac­ión. Según el estudio encargado por Barcelona Oberta, hasta el 43,22% de los negocios del paseo de Gràcia son ya de grandes cadenas. En la calle Pelai y alrededore­s, y también en la rambla Catalunya, esta proporción representa una cuarta parte. En estos tres lugares la tendencia es al alza. Y no hablamos únicamente de que estas marcas están resueltas a ocupar las mejores esquinas de los viales más transitado­s de la urbe. Es que desde hace pocos años están empeñadas en abrir en Barcelona, a ser posible en fincas de reconocido valor, sus tiendas insignia, sus comercios bandera, sus dependenci­as más grandes y fastuosas. Una suerte de embajadas comerciale­s. Tal como señaló ayer el propio Jené, este tipo de negocios ejercen un efecto llamada muy importante en los ejes comerciale­s barcelones­es, atraen a muchísima gente, que también se acerca al resto de las tiendas..., pero dado su poderío económico y sus tendencias expansivas pueden acabar acaparando el consumo y desencaden­ando una triste homogeneiz­ación de la ciudad.

Muchos colmados se dedican básicament­e a aprovision­ar de refrescos a los turistas Las cadenas internacio­nales quieren tener en Barcelona tiendas insignia

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ÀLEX GARCIA Ciudad de tiendas. El crecimient­o de las grandes marcas es uno de los factores que están diluyendo la identidad barcelones­a
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