Sessions jura que su connivencia con los rusos es “una mentira detestable”
El fiscal general de EE.UU. admite que apoyó la destitución del jefe del FBI
Un amigo de Trump advierte que el presidente se plantea destituir al fiscal especial del Rusiagate
Jeff Sessions, el fiscal general de Estados Unidos y secretario de Justicia, declaró ayer en el Senado, bajo juramento, que jamás se confabuló con funcionarios rusos para interferir en las elecciones presidenciales del 2016. Buscando la complicidad de sus antiguos compañeros en la cámara, dijo: “Escuchadme, la sugerencia de que he participado o estaba al tanto de cualquier connivencia con el Gobierno ruso para hacer daño a este país, al que he servido con honor durante 35 años, o para socavar la integridad de nuestro proceso democrático, es una mentira atroz y detestable”.
La comparecencia de Sessions ante el comité de Inteligencia del Senado que investiga el Rusiagate había adquirido interés por cuanto se le atribuyeron contactos con funcionarios rusos que no había reconocido cuando se sometió al examen del Senado para asumir la secretaría de Justicia. Sessions había admitido dos reuniones con el embajador ruso en las que asegura que no habló nunca de las elecciones, pero algunos medios hablaron de un tercer encuentro durante un acto en un hotel de Washington, el Mayflower, en el que Trump habló bien de Rusia y de Putin.
Sessions dijo ayer que no hubo ninguna reunión ese día con ningún funcionario ruso y “no recuerda” si durante la recepción pudo tener alguna “interacción”.
Luego le preguntaron que si tan inocente se sentía por qué se había inhibido como fiscal general de la investigación del Rusiagate y respondió que lo hizo de acuerdo con los criterios internos del departamento. Como se investigaba al equipo de campaña de Trump y Sessions había participado activamente consideraba que inhibirse era lo más correcto.
Pero esa inhibición la limita Sessions a la investigación del Rusiagate. Y como el FBI investiga otros muchos asuntos, admitió haber apoyado la destitución de James Comey como director de la Oficina Federal de Investigación, cuando el propio Trump admitió que lo destituyó por su empeño en investigar la injerencia rusa. En cambio, Sessions expresó toda su confianza en Robert Mueller, el fiscal especial nombrado por el Departamento de Justicia para continuar la investigación del Rusiagate.
Precisamente la comparecencia de Sessions estuvo afectada por otra controversia trascendente. Christopher Ruddy, un viejo amigo de Donald Trump, estuvo el lunes en la Casa Blanca charlando con el presidente y al salir se fue a la televisión pública, la PBS, a explicar que Trump se plantea ahora destituir al fiscal especial nombrado por el Departamento de Justicia para dirigir de forma independiente la investigación del Rusiagate. Ni que decir tiene que sería un escándalo mayúsculo.
“El presidente está considerando, tal vez, dar por terminado [el trabajo] del fiscal especial. Creo que está pensando esa opción”, declaró Ruddy. Cuesta creer que el amigo de Trump hiciera el comentario sin haberlo acordado previamente con el presidente. Ruddy es director ejecutivo de NewsMax Media, un grupo mediático multiplataforma de orientación conservadora, así que era perfectamente consciente de la trascendencia de lo que decía. Algunos analistas piensan que es una manera de preparar el terreno a modo de aviso para navegantes. De hecho, el anuncio de Ruddy viene precedido de varias críticas de aliados conservadores de Trump hacia Robert Mueller, el fiscal especial del Rusiagate. “Los republicanos deliran si piensan que el asesor especial va a ser justo… es hora de reconsiderar”, había tuiteado Newt Gingrich, un aliado de primera hora de Trump, expresidente de la Cámara de Representantes.