La Vanguardia

Un Portugal plurinacio­nal

- Enric Juliana

Podemos se empleó a fondo y Mariano Rajoy aceptó de inmediato el envite. Cuando al filo de las once de la mañana, el presidente del Gobierno subió a la tribuna del Congreso para responder la eléctrica intervenci­ón introducto­ria de Irene Montero, la moción de censura se convirtió en un intenso debate general sobre el momento político en España. La táctica del ninguneo quedaba archivada.

Rajoy podía haber ordenado que bajase a la arena el portavoz parlamenta­rio Rafael Hernando, agresivo orador, con notable inteligenc­ia política. También podía haber delegado en la vicepresid­enta Soraya Sáenz de Santamaría, que tomaba notas desde primera hora de la mañana. El jefe del Ejecutivo, sin embargo, decidió subir a la tribuna para responder personalme­nte a Irene Montero. En ese momento cuajó el debate.

Montero, de 29 años, sorprendió a todo el hemiciclo con un discurso demoledor sobre los casos de corrupción que oxidan al Partido Popular. Podía haber naufragado y emergió como figura parlamenta­ria. Pocas veces se había oído en el Congreso un alegato tan duro sobre el partido gubernamen­tal. Nunca con 71 diputados detrás. Rajoy captó la longitud de onda. Archivó la estrategia del menospreci­o y saltó a la palestra para acentuar, de nuevo, la polarizaci­ón entre el Partido Popular y Podemos, en detrimento del Partido Socialista.

PP-Podemos. Derecha-izquierda, izquierda-derecha, un, dos, tres... y recuerdos para Pedro Sánchez, que nos estará viendo por televisión. El resurrecto líder socialista renunció al escaño el pasado mes de octubre, para enfatizar su negativa a la investidur­a de Rajoy. ¿Fue una buena decisión? Lo hecho, hecho está. Sánchez ha obtenido una gran victoria en las primarias del PSOE, pero su ausencia en la cámara le restará posibilida­des en los próximos meses. El secretario general socialista escribió ayer un tuit recordando que el PSOE es la izquierda. (Con ese lema ha ganado las primarias). Los socialista­s celebran este fin de semana su congreso federal. Pedro Sánchez dispondrá de una buena plataforma para recuperar la iniciativa.

Mariano Rajoy aceptó el envite y dejó en la estacada a Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid, que la semana pasada hizo todo lo contrario en un debate de iguales caracterís­ticas celebrado en la asamblea regional. Un debate muy bronco. La buena estrella de Cifuentes está declinando en el Partido Popular.

Rajoy, alfonsino, canovista y eficaz parlamenta­rio, se encaró con Montero y después con Pablo Iglesias, al que descalific­ó duramente como alternativ­a de Gobierno. Se le veía algo cansado. “Rajoy blandea”, escribe el periodista José Antonio Zarzalejos hoy en La Vanguardia .El presidente se aferró al crecimient­o de la economía como gran escudo protector. Estos fueron sus argumentos básicos: la corrupción ya está siendo perseguida, España crece por encima del 3%, y Podemos es un auténtico peligro para la recuperaci­ón. “Un Gobierno suyo sería letal para el interés general”, le dijo a Iglesias.

Mientras Podemos denunciaba la corrupción, la fiscalía anticorrup­ción pedía cinco años de cárcel para Rodrigo Rato, la fiscalía provincial de Madrid acusaba a Cristiano Ronaldo de escamotear 14 millones a Hacienda y el Tribunal Europeo de Estrasburg­o condenaba al Estado español por vulnerar los derechos de Juan María Atutxa, expresiden­te del Parlamento vasco, inhabilita­do en el 2008. Vivimos días trepidante­s.

Iglesias corrigió el tono de anteriores intervenci­ones. Más tranquilo, menos agresivo. Más estudiado. El pasaje clave de su intervenci­ón fue el referido a Catalunya. Defensa reiterada de la “plurinacio­nalidad” de España, otra vez con recuerdos para Sánchez, que enarboló esa bandera para ganar las primarias socialista­s. El concepto “plurinacio­nal” enmarcará la política española en los próximos tiempos. Y un mensaje a Rajoy para los meses que vienen: “Si cae en la tentación de recrudecer la crisis de Catalunya para tapar los problemas del PP, nos tendrá enfrente y con nosotros creo que al Partido Socialista”. ERC aplaudía. El PDECat observaba. El PNV miraba.

Iglesias ofreció colaboraci­ón al Partido Socialista –ahora sí–, dio a entender que Podemos apoyaría una moción de censura socialista si Sánchez se decide a presentarl­a, y apeló a la actual experienci­a de Portugal como ejemplo viable para una política de izquierdas sin colisión frontal con la Unión Europea. Un Portugal plurinacio­nal. Esa sería la síntesis.

Rajoy acepta el envite y revitaliza la tensión PP-Podemos en detrimento del Partido Socialista Mensaje de Iglesias: “Si reprimen a Catalunya, tendrán enfrente a Podemos y al Partido Socialista”

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CURTO DE LA TORRE / AFP Pablo Iglesias toma la palabra desde la tribuna del Congreso
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