Un Portugal plurinacional
Podemos se empleó a fondo y Mariano Rajoy aceptó de inmediato el envite. Cuando al filo de las once de la mañana, el presidente del Gobierno subió a la tribuna del Congreso para responder la eléctrica intervención introductoria de Irene Montero, la moción de censura se convirtió en un intenso debate general sobre el momento político en España. La táctica del ninguneo quedaba archivada.
Rajoy podía haber ordenado que bajase a la arena el portavoz parlamentario Rafael Hernando, agresivo orador, con notable inteligencia política. También podía haber delegado en la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, que tomaba notas desde primera hora de la mañana. El jefe del Ejecutivo, sin embargo, decidió subir a la tribuna para responder personalmente a Irene Montero. En ese momento cuajó el debate.
Montero, de 29 años, sorprendió a todo el hemiciclo con un discurso demoledor sobre los casos de corrupción que oxidan al Partido Popular. Podía haber naufragado y emergió como figura parlamentaria. Pocas veces se había oído en el Congreso un alegato tan duro sobre el partido gubernamental. Nunca con 71 diputados detrás. Rajoy captó la longitud de onda. Archivó la estrategia del menosprecio y saltó a la palestra para acentuar, de nuevo, la polarización entre el Partido Popular y Podemos, en detrimento del Partido Socialista.
PP-Podemos. Derecha-izquierda, izquierda-derecha, un, dos, tres... y recuerdos para Pedro Sánchez, que nos estará viendo por televisión. El resurrecto líder socialista renunció al escaño el pasado mes de octubre, para enfatizar su negativa a la investidura de Rajoy. ¿Fue una buena decisión? Lo hecho, hecho está. Sánchez ha obtenido una gran victoria en las primarias del PSOE, pero su ausencia en la cámara le restará posibilidades en los próximos meses. El secretario general socialista escribió ayer un tuit recordando que el PSOE es la izquierda. (Con ese lema ha ganado las primarias). Los socialistas celebran este fin de semana su congreso federal. Pedro Sánchez dispondrá de una buena plataforma para recuperar la iniciativa.
Mariano Rajoy aceptó el envite y dejó en la estacada a Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid, que la semana pasada hizo todo lo contrario en un debate de iguales características celebrado en la asamblea regional. Un debate muy bronco. La buena estrella de Cifuentes está declinando en el Partido Popular.
Rajoy, alfonsino, canovista y eficaz parlamentario, se encaró con Montero y después con Pablo Iglesias, al que descalificó duramente como alternativa de Gobierno. Se le veía algo cansado. “Rajoy blandea”, escribe el periodista José Antonio Zarzalejos hoy en La Vanguardia .El presidente se aferró al crecimiento de la economía como gran escudo protector. Estos fueron sus argumentos básicos: la corrupción ya está siendo perseguida, España crece por encima del 3%, y Podemos es un auténtico peligro para la recuperación. “Un Gobierno suyo sería letal para el interés general”, le dijo a Iglesias.
Mientras Podemos denunciaba la corrupción, la fiscalía anticorrupción pedía cinco años de cárcel para Rodrigo Rato, la fiscalía provincial de Madrid acusaba a Cristiano Ronaldo de escamotear 14 millones a Hacienda y el Tribunal Europeo de Estrasburgo condenaba al Estado español por vulnerar los derechos de Juan María Atutxa, expresidente del Parlamento vasco, inhabilitado en el 2008. Vivimos días trepidantes.
Iglesias corrigió el tono de anteriores intervenciones. Más tranquilo, menos agresivo. Más estudiado. El pasaje clave de su intervención fue el referido a Catalunya. Defensa reiterada de la “plurinacionalidad” de España, otra vez con recuerdos para Sánchez, que enarboló esa bandera para ganar las primarias socialistas. El concepto “plurinacional” enmarcará la política española en los próximos tiempos. Y un mensaje a Rajoy para los meses que vienen: “Si cae en la tentación de recrudecer la crisis de Catalunya para tapar los problemas del PP, nos tendrá enfrente y con nosotros creo que al Partido Socialista”. ERC aplaudía. El PDECat observaba. El PNV miraba.
Iglesias ofreció colaboración al Partido Socialista –ahora sí–, dio a entender que Podemos apoyaría una moción de censura socialista si Sánchez se decide a presentarla, y apeló a la actual experiencia de Portugal como ejemplo viable para una política de izquierdas sin colisión frontal con la Unión Europea. Un Portugal plurinacional. Esa sería la síntesis.
Rajoy acepta el envite y revitaliza la tensión PP-Podemos en detrimento del Partido Socialista Mensaje de Iglesias: “Si reprimen a Catalunya, tendrán enfrente a Podemos y al Partido Socialista”