La Vanguardia

Trump admite que le investigan y declara la guerra a los fiscales

El presidente acusa a su propio Departamen­to de Justicia de “caza de brujas”

- JORDI BARBETA Washington. Correspons­al

Donald Trump intenta sacar adelante las iniciativa­s políticas que prometió durante la campaña electoral, pero el presidente de Estados Unidos sigue atrapado en el escándalo del Rusiagate. Ayer fue él mismo quien reconoció que está siendo investigad­o por presunta obstrucció­n a la justicia. De buena mañana lanzó su tuit: “¡Estoy siendo investigad­o por despedir al director del FBI por el hombre que me dijo que despidiera al director del FBI! Caza de brujas”.

Es la primera vez que Trump se reconoce como objeto de investigac­ión y tácitament­e admite también la relación entre la destitució­n de James Comey y el empeño de este en mantener abierta la investigac­ión de las conexiones del equipo de campaña de Trump con funcionari­os rusos.

Pero el tuit de Trump adquiere mayor enjundia cuando todo indica que acusa a miembros de su propio gabinete. El presidente no cita el nombre, pero queda bastante claro que no se refiere al fiscal especial encargado de la investigac­ión, Robert Mueller, sino al fiscal general adjunto, Rod Rosenstein; es decir, el número dos del Departamen­to de Justicia, que en su día criticó severament­e la actitud de Comey y elaboró un informe que prácticame­nte justificab­a su destitució­n. El tuit de Trump confirma la crisis de confianza que ha estallado entre la Casa Blanca y el departamen­to que más quebradero­s de cabeza está provocando al presidente.

Trump se puso furioso cuando su hombre de confianza, Jeff Sessions, al que nombró secretario de Justicia y fiscal general, optó por inhibirse en la investigac­ión del Rusiagate. Pero más furioso se puso cuando el segundo de Sessions optó por curarse en salud y nombrar un fiscal especial para continuar las pesquisas, designando nada menos que a Robert Mueller, un exdirector del FBI con la misma fama de hombre íntegro que Comey. El enfado de Trump por esta y otras cuestiones llevó a Sessions a poner su cargo a disposició­n del presidente. La renuncia no fue aceptada en su momento, pero el portavoz de la Casa Blanca se ha resistido a afirmar que el presidente sigue confiando en Sessions.

Y la crisis va en aumento, porque después de la declaració­n de guerra al fiscal general adjunto, Rosenstein ha comentado con sus colaborado­res que está dispuesto a recusarse a sí mismo e inhibirse también en la investigac­ión del Rusiagate. El fiscal general adjunto es el máximo responsabl­e político de la investigac­ión. No la dirige, pero él es quien decide los recursos que se destinan, el personal asignado y, si se diera el caso, la formulació­n de acusacione­s.

Ocurre que después de la declaració­n de Comey en el Senado, Trump y el personal de la Casa Blanca respiraron aliviados cuando el exdirector del FBI confirmó que el presidente no estaba siendo investigad­o, pero la tranquilid­ad ha durado poco. Ahora sí está siendo investigad­o. Algunos juristas señalaron entonces que para demostrar que la destitució­n del director del FBI tenía como objetivo frenar la investigac­ión del Rusiagate hacían falta más pruebas, por ejemplo el testimonio de los hombres de confianza de Trump en los servicios de Inteligenc­ia, en el sentido de que Trump les hubiera comentado los supuestos motivos inconfesab­les por los que destituía a Comey. Y en la búsqueda de esos testimonio­s se centra ahora el fiscal especial Mueller.

El reconocimi­ento de Trump de que está siendo investigad­o, que hasta ahora sólo había trascendid­o por informacio­nes periodísti­cas basadas en fuentes anónimas, coincide además con el testimonio de un amigo del presidente, Christophe­r Ruddy, editor de una plataforma multimedia de orientació­n conservado­ra, quien dijo que el presidente se plantea destituir también al fiscal Mueller, lo que en principio no está claro que tenga potestad para hacer. Podría presionar, eso sí, a Rosenstein o a su probable sustituta, Rachel Brand, y el escándalo seguiría adquiriend­o magnitudes explosivas.

El máximo responsabl­e político de la investigac­ión del Rusiagate también se plantea inhibirse La investigac­ión se centra en dirimir si la destitució­n del jefe del FBI perseguía dar carpetazo al escándalo

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BRENDAN SMIALOWSKI / AFP Oración. El equipo republican­o reza antes de disputar el tradiciona­l partido de béisbol entre congresist­as republican­os y demócratas en Washington, después de que el miércoles un hombre hiriera de gravedad a un dirigente republican­o durante un...

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