El joven de EE.UU. entró en coma por el trato brutal de Corea del Norte
Los médicos han extraído de sus análisis una primera y trágica conclusión. Otto Warmbier, de 22 años, abre los ojos y parpadea, pero no muestra signos de entender el lenguaje ni responde a las órdenes verbales.
“Ni siquiera sabe dónde está”, afirmó en una rueda de prensa el doctor Daniel Kanter, director médico de la unidad de neurociencia de cuidados intensivos del hospital universitario de Cincinnati.
Ha vuelto a casa, tras 17 meses preso en Corea del Norte, y Otto Warmbier no lo sabe.
Todo apunta, según los médicos, a que el grave daño que ha sufrido en su cerebro no guarda relación alguna con el botulismo y las pastillas para dormir, como explicaron las autoridades de aquel país. Los especialistas creen más en un trato inhumano. “Le brutalizaron y le aterrorizaron”, aseguró el padre, Fred.
Fue detenido en el aeropuerto de Pyongyang, la capital de Corea del Norte, en enero del 2016. Iba a estudiar a Hong Kong y, de camino, se embarcó en un tour por uno de los países de más difícil acceso. Lo organizaba una compañía china que lo comercializaba con el lema de “te llevamos a un destino del que tu madre preferiría que estuvieras muy lejos”. El padre habló este jueves para cargar contra la compañía turística (Young Pioneer Tour) y acusar a Corea del Norte de utilizar este tipo de negocios para atraer a jóvenes y luego convertirlos en rehenes.
Dos meses después de su detención y con cámaras de televisión, Otto compareció ante un tribunal. En esas circunstancias,
confesó que había arrancado un cartel de propaganda del régimen para llevárselo. Le cayeron 15 años de trabajos forzosos en menos de una hora de vista oral.
De la tiranía dinástica de Pyongyang se han documentado horrores. El caso de Otto surge como una demostración de su crueldad, camuflada, además, bajo un la gran mentira de una “acción humanitaria” al liberarlo.
A partir de las pruebas y de la documentación, Warmbier lleva en coma desde al menos abril del 2016. Sin embargo, Corea del Norte escondió su condición.
“Incluso dando credibilidad a la excusa del botulismo y los somníferos, que pensamos que es mentira, no hay excusa para una nación civilizada para mantener en secreto su estado y denegarle el tratamiento médico”, remarcó el padre. Vestía la misma americana que su hijo lució en la farsa de juicio. “Estoy muy contento de que estés en casa”, le dijo a Otto.