El espectro de una reforma laboral radical agita la campaña francesa
El Gobierno sopesa que los motivos de despido sean definidos por la empresa
Por una vez no son los inversores quienes están preocupados, sino sus víctimas: los sujetos de la inversión de la jerarquía de normas que se prepara en Francia; 18 millones de trabajadores y empleados. Para entender lo que pueda pasar en el país en los próximos meses, o años, hay que descifrar ese concepto.
La jerarquía de normas es un principio central del Derecho laboral francés. Se trata de un orden según el cual en caso de conflicto entre dos normas, se aplicará siempre aquella que es más favorable al trabajador. Este principio no está recogido en el Código de Trabajo sino que se convirtió en un pilar básico del Derecho laboral como resultado de una jurisprudencia regular y constante fundamentada en la lógica de proteger al más débil.
Desde hace años, este principio ha sido erosionado con diversas leyes que formularon excepciones. En el 2004 en el ámbito de la formación profesional y en el 2008 en materia de horas extras y horarios que permitieron eludir convenios sectoriales. La reforma laboral del año pasado ya permitió a los empresarios negociar con los sindicatos en las empresas la derogación de aspectos del convenio sectorial. Sumado a la reducción del papel de la magistratura de trabajo, la limitación de las indemnizaciones y la facilitación del despido, esta nueva primacía de los acuerdos de empresa sobre los preceptos de los convenios cuando los segundos son más favorables, supone la generalización de la inversión de la jerarquía.
Los proyectos de reforma filtrados por la prensa han alarmado a los sindicatos y una declaración del primer ministro, Édouard Philippe, ha puesto la guinda. Philippe ha dicho que el Gobierno está abierto a la posibilidad de que los motivos de despido sean definidos por las empresas. La ministra de Trabajo, Muriel Penicaud, ha desmentido tanto a Philippe como las filtraciones de prensa. El Gobierno quiere negociar todo el paquete con los sindicatos, dedicando seis horas a cada central sindical y luego aprobar por ordenanza todo el paquete, mediante un voto en la Asamblea Nacional sin debate parlamentario, una especie de voto a ciegas.
Los sindicatos alertan que lo que se avecina son “seis horas de negociación para desmantelar 120 años de Derecho laboral” y advierten de que todo –salarios, vacaciones, indemnizaciones, pensiones– está en la picota. Se avanza hacia un modelo estadounidense donde las normas cambian de un estado a otro y de una empresa a otra, sin que exista una norma en materia de horarios, obligación de conceder vacaciones y ni siquiera firmar contratos de trabajo por escrito. El deseo de la gran patronal (Medef) es “que los acuerdos de ramo sólo tengan prioridad en casos excepcionales”, dice su presidente, Pierre Gataz.
Angustiada por la avalancha macronista que se anuncia en la segunda y definitiva vuelta de las elecciones legislativas que se disputan mañana, la izquierda –lo poco que queda de ella– ha gritado esta semana un desesperado “¡Que viene el lobo!”. Y el lobo son los planes del Gobierno de Emmanuel Macron en materia de recorte socio-laboral. Se trata de conseguir salvar los muebles movilizando a los “sectores populares” que se abstuvieron masivamente en la primera vuelta. Los abstencionistas fueron entonces el 51%; ahora podrían ser aún más: el 53%, sin contar los 9,5 millones de no inscritos en el censo electoral.
Sin ni siquiera un altavoz de izquierda en la Asamblea Nacional –no está claro que los melenchonistas logren grupo parlamentario, y sin él es casi como si no estuvieran– sólo queda la calle. Algunos creen que habrá una explosión social. El candidato François Ruffin, autor del popular film Merci Patron ,no cree en una revuelta social inmediata. El Gobierno gozará de hasta un año de indulgencia, sea cual sea su hachazo, pronostica.
Por otra parte ayer, la candidata de Los Republicanos por París Nathalie Kosciusko-Morizet abandonó el hospital donde había sido ingresada la víspera tras ser agredida por un transeúnte mientras hacía campaña en un mercado.
La ministra de Trabajo ha desmentido al primer ministro sobre el alcance del proyecto del Ejecutivo