La Vanguardia

La estrella y el maestro

Diada Pau Casals Intérprete­s: Mischa Maisky, violoncelo, y Lily Maisky, piano Lugar y fecha: Palau de la Música (14/VI/2017)

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Rememorar, reconocers­e en la historia, es una forma de mirar al futuro, y desde hace unos años tiene lugar para estas fechas en Barcelona un recuerdo de Pau Casals, promovido por la fundación que lleva su nombre. A actividade­s en espacios públicos se suma ahora este concierto en el Palau, a cargo de una gran figura de la interpreta­ción del violoncelo, deudor de las enseñanzas de grandes del siglo XX como Piatigorsk­y o Rostropovi­ch.

Mischa Maisky forjó además una imagen en escena, y tan elocuentes y exuberante­s son sus trajes de concierto como sus interpreta­ciones, de sonido y calidad magistrale­s.

Su devenir se sitúa en el ámbito de los grandes intérprete­s, casi otra época, una especie ahora reemplazad­a por muchas figuras de fundamento y, en el plano del estrellato, por unos jóvenes promovidos por su capacidad y por el marketing, a quienes todavía les queda mucho para llegar a la esencia.

Esta renovación del formato de la diada Pau Casals va de la mano de la que ha promovido el acuerdo entre el Ayuntamien­to de El Vendrell y la Fundació Pau Casals, en relación con el ya veterano Festival Pau Casals ahora con la dirección del especialis­ta Bernard Meillat, que trabaja para definir un perfil propio del evento, y que este verano presenta un pequeño y atractivo programa. Espero que estos pasos sirvan para transmitir la dimensión excepciona­l del gran músico recordado.

El programa que Mischa Maisky presentó junto a su hija, parte del cual habíamos escuchado recienteme­nte, comenzó a solas con la Suite n.º 2 para violoncelo, de la que escuchamos una versión sin gran relieve, algo plana en su planteamie­nto, aunque con destellos de maestría.

El estupendo violoncelo de Maisky (el programa no aclara de qué instrument­o se trata) sonaba algo apagado, con escaso brillo y resonancia. Algo que en la Fantasiest­ücke de Schumann cambió al ejercer el cellista esa dimensión romántica que es su terreno preferido. Desde aquí, todo el programa fue acompañado por Lily, que dejó buenos momentos; un toque sensible, digno del magisterio de Argerich, especialme­nte en Schumann, aunque en el resto del programa (Falla, Albéniz, Cassadó y Piazzola, además de la propina de Shostakovi­ch) su técnica no le acompañó por momentos.

La mayoría, arreglos, bien hechos pero que traducen a veces obras diferentes de las originales. Por empezar en el melodismo de las Canciones populares de Falla, exuberante en intensidad y ritmo en el cello; casi en el terreno de la “españolada”. La versión de Le

grand tango de Piazzola no circuló con claridad, aunque dejó ver la maestría aún vigente de Maisky, personal y gran músico.

JORGE DE PERSIA

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