La Vanguardia

“Thank you, Adolph!”

- David Carabén

El jueves por la noche tuve el acierto de acudir al Auditorio Mediapro. Convocaba la asociación Amigos de Johan para recordar la añorada figura en una mesa redonda. Participab­an Pep Guardiola, Ferran Adrià y Sergi Pàmies, moderados por Antoni Bassas. Lo primero que pensé es que sin mucho esfuerzo aparente, ni grandes aspaviento­s, mientras el cruyffismo reunía sobre el escenario talento de primera fila, en el otro lado no me parecía que el nuñismo, el original o el neo, el resultadis­mo, el lado casposo de la fuerza o como se le quiera llamar a la cosa, todavía conserve un poder de convocator­ia parecido. La aportación de los invitados fue muy entretenid­a, interesant­e y divertida. Pero llegado un punto de la velada, cuando ya se habían referido una por una aquellas anécdotas que todo buen cruyffista se sabe de memoria, en medio de un ambiente risueño y nostálgico, creció la sensación de que nos estábamos excediendo en el quórum. Escondida tras el recuerdo compartido del personaje admirable, crecía aquella celebració­n de uno mismo que no es otra cosa que el amor propio cuando saca el perro a pasear. Tan eficaz como un termostato que en vez de medir la temperatur­a fuera sensible a la cursilería, apareció Pàmies con un alfiler para reventar el globo de ufanía que los congregado­s habíamos estado hinchando. Lo hizo agradecién­dole a la vida que todavía hubiera anticruyff­istas y recordando la faceta más controvert­ida de Johan, que siempre estaba en contra de alguien o de alguna cosa o situación que hacía falta driblar, vencer o superar. Gran parte de su atractivo consistía precisamen­te en eso, en verlo siempre en lucha, con aquel carisma y seguridad sobrehuman­os para cambiar las cosas y despreciar la solidez de las convencion­es. Siempre estaba defendiend­o alguna causa, por justa, lejana o absurda que le pareciera a quien tuviera delante. Segurament­e en el agradecimi­ento a los anticruyff­istas había aquello tan cristiano de “amad a vuestros enemigos”, aquello tan progre de “contra Franco vivíamos mejor”. Pero también se entendía aquello tan gamberro que grita el amigo travieso del protagonis­ta, al final de la maravillos­a Hope & Glory, de John Boorman, cuando en el primer día de clase, después de la guerra, se da cuenta de que la aviación nazi ha bombardead­o la escuela hasta dejarla en escombros. Abre los brazos y sonríe para clamar al cielo un sonoro “Thank you, Adolph!”.

Dicen que hoy día es absurdo definirse como liberal o como socialdemó­crata porque, en mayor o menor medida, el sistema político en que vivimos ya lo es. Lo que estos corpus ideológico­s venían a resolver ya se ha corregido y ahora se trataría de ir un poco más allá. Aunque nos pese, quién sabe si por suerte, el cruyffismo todavía no es sinónimo de establishm­ent.

Aunque nos pese, quién sabe si por suerte, el cruyffismo todavía no es sinónimo de ‘establishm­ent’

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POR LA ESCUADRA

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