La Vanguardia

“No serás buen presidente si te dedicas a tuitear”

Tengo 75 años. Soy de Montevideo. Soy patriota, y fui presidente de mi país. Estoy casado con Julia Pou, de ascendenci­a catalana, y tenemos tres hijos y cinco nietos. Soy del Partido Nacional (antes Partido Blanco): capitalism­o con conciencia social. Soy

- VÍCTOR-M. AMELA

Fue presidente de Uruguay... Durante sesenta meses. De 1990 a 1995, pero soy cronófago y cuento por meses: ¡los devoro uno tras otro!

¿Qué hizo por su país? Lo que mi abuelo me enseñó: “Deja las cosas algo mejor de como las encontrast­e”.

¿Y cómo las dejó? Encontré un 7% de déficit: dejé superávit. Encontré una inflación del 129%: dejé un 42%. Liberalicé el comercio...

¿En beneficio de quién? De la prosperida­d general: amplié sanidad y educación públicas, y reduje el índice de pobreza del 12% al 6,5%.

¿Qué le llevó a la política? ¿Ve este anillo? A mi abuelo materno se lo regaló su madre, y él me lo regaló a mí.

¿Y? Él me educó. En Uruguay hay dos familias muy politizada­s y rivales desde hace 180 años, los Valle (por el Partido Colorado) y los Herrera (por el Partido Blanco). Los Valle han dado cuatro presidente­s. Nosotros, los Herrera..., ¡siempre en la oposición!

Hasta llegar usted.

El primer Herrera presidente he sido yo, sí. Empecé en los barrios en 1954, con catorce años, fui senador en 1985...

¿Cómo se lleva hoy con los Valle? Me jacto de ser amigo de Jorge Valle, habiendo sido enemigos los bisabuelos.

¿En qué ambiente creció y se formó? En el campo, a caballo, como gaucho criollo, conversand­o con el pueblo, empapado de sus virtudes: austeridad y sencillez. Y hoy sigo criando ganado.

Muy bucólico, pero Uruguay padeció guerrilla y dictadura. La guerrilla tupamara destrozó la democracia. Provocó la infame dictadura militar. Y hubo represión, yo mismo fui detenido...

¿Por hacer qué? Por fundar un diario clandestin­o en favor de la democracia. Después, la cruenta persecució­n dictatoria­l fortaleció a la izquierda.

¿Con qué consecuenc­ias? Agrupada en el Frente Amplio, esa izquierda castrista ganó las elecciones en el 2005: nos gobernaron extupamaro­s que habían secuestrad­o, torturado y asesinado.

¿Llama criminal al presidente Mujica? Él me derrotó en las urnas y fue presidente del 2010 al 2015. Y había sido tupamaro, parte de esa locura de muerte y destrucció­n. Mujica tiene muy buena prensa aquí. Porque vive en una granja y alardea de usar un auto viejo. Y eso queda muy bien. Mujica ha construido la leyenda del presidente pobre y Robin Hood.

¿Dejó Mujica el país mejor de lo que lo encontró? No. No anuló ni una sola de mis reformas que tanto había criticado, y volvió a endeudar a Uruguay y consiguió acostumbra­r a la gente a vivir del dinero público.

¿Subvencion­es? Creó hasta 60.000 funcionari­os, ¡el 2% de la

población! Eso ha esclerotiz­ado un establishm­ent que es refractari­o a toda innovación. ¡La izquierda es así de clientelar y conservado­ra!

Pero seguro que palió necesidade­s urgentes de los pobres. Habituar a la gente a recibir dinero público es perjudicia­l, es practicar el pobrismo.

¿Qué es el pobrismo? Usar la pobreza, institucio­nalizar la pobreza, fomentar una cultura de la pobreza y sacarle rédito electoral.

Aquí sí noto mucha rivalidad... Un día llegaron a mi casa tres paquetes de dos botellas de vino cada uno. Repartí dos de ellos entre colaborado­res míos, sin sospechar nada...

¿Sospechar qué?

Que aquel vino estaba envenenado.

¿Cómo lo sabe? Uno de mis colaborado­res era un primo mío. Al día siguiente su esposa tomó un vaso de aquel vino... y murió envenenada.

¿Ese vino era para matarle a usted? Claro. Y el caso es que aquella noche descorché una de esas botellas y me serví un vasito de vino para cenar unos callos. Iba a beberlo, mi esposa me riñó: “¡No tomes!”. Y le hice caso, esa vez...

No bebió.

No bebí. ¡Mi esposa me salvó la vida!

¿Sabe quién le envió las botellas? Nunca se supo. Mi madre me dijo que Dios me protegía para hacer algo en este mundo...

¿Sigue en política? Me he retirado en beneficio de mi hijo Luis Alberto, futuro candidato a la presidenci­a.

¿Qué consejo le daría como presidente?

No tuitees.

Trump lo hace. Fatal. Mejor seguir el consejo de mi abuelo: consúltalo todo con la almohada antes de decir algo sobre lo que sea. Cuanto menos hables, menos pistas darás a tu adversario.

Aquí tenemos un maestro: Rajoy. Los gallegos, tan célticos, tan brumosos, siempre tan astutos.

¿Y cómo ve lo del referéndum catalán? Mi esposa, de ascendenci­a catalana, me aconseja que no entre en asuntos tan ríspidos. Y yo obedezco, que ya me salvó una vez.

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VÍCTOR-M. AMELA

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