El emir que vive aislado por sus vecinos del Golfo El emirato prepara la celebración del Mundial de Fútbol del 2022 bajo las sospechas de soborno
TIENE 37 AÑOS, TRES ESPOSAS, SIETE HIJOS Y MUCHO DINERO. EL JEQUE DE QATAR SE ENFRENTA A LAS ACUSACIONES DE FINANCIAR EL TERRORISMO ISLÁMICO
Tamim bin Hamad al Zani se las prometía felices como emir de Qatar, un territorio de poco más de 11.000 kilómetros cuadrados cuyas reservas de gas natural lo convierten en un pozo sin fondo de riqueza. Dispuesto a seguir los planes de proyección internacional, diversificación de las inversiones y modernización emprendidos por su padre, el emir Hamad bin Jalifa al Zani, y volcado en la preparacion del Mundial de Fútbol del 2022, al jeque Tamil le han amargado la fiesta. Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Bahréin y Egipto han roto relaciones diplomáticas con el emirato al que acusan de alentar el terrorismo por su apoyo al islam político y por sus alianzas con Irán y Qatar se ha colocado en el centro del último conflicto de Oriente Medio.
El joven emir, recién cumplidos los 37 años, lleva casi cuatro en el trono que le cedió su padre en el 2013. Tamim, segundo de los hijos que el anterior emir tuvo con su segunda esposa, la emblemática jequesa Mozah, era príncipe heredero y ministro de Defensa desde el 2006, cuando su hermano mayor Jassim renunció al puesto de heredero que ostentaba desde 1996.
Tamim, un chico que según sus profesores de la escuela Sherborne de Dorset (Gran Bretaña) “brillaba, pero no era el más brillante”, despertó a su paso por la academia militar de Sandhurst donde, al parecer, se convirtió en un líder en potencia. A su regreso a Qatar, en 1998 con 18 años, ingresó en el ejército desde donde fue aumentando su influencia política. Curiosamente se ocupó de estrechar lazos con Arabia Saudí, ahora su enemigo, a base de apoyar al gigante del Golfo en todas sus operaciones militares. Más conservador que su padre y también más carismático se reveló, a pesar de su juventud, como el nuevo hombre fuerte de Qatar.
A los 25 años, Tamim, como marca la tradición en la totalidad de las monarquías árabes, tomó una esposa dentro de la familia. La elegida fue su prima Jawahir bin Hamad al Zani con quien ha tenido cuatro hijos, el último nacido al mismo tiempo que el primero de los dos hijos que ha tenido con su segunda esposa, Anoud bint Mana al Hajri. Ya nombrado emir, Tamim se ha casado por tercera vez con Noora bint Hathal al Dosari con quien ha tenido otro hijo. Sus tres esposas le suelen acompañar en todos los viajes, privados y oficiales, aunque ninguna de ellas, como hizo la jequesa Mozah con el anterior emir, aparece junto a él en público.
Como actual emir de Qatar, el jeque Hamim está al frente de la Qatar Investment Authority (QIA), el fondo soberano de inversiones que el anterior jeque creó en el 2005 para gestionar los beneficios que la familia Al Zani obtiene de la industria del petróleo y el gas. QIA posee el 15 por ciento de las acciones de la bolsa de Londres, el 17 por ciento de la Volkswagen y la totalidad de los estudios Miramax, los almacenes Harrods de Londres y los Printemps de París. A través de Mayhoola, la división de moda que controla la jequesa Mozah, QIA posee firmas de moda como Valentino y Balmain. Pero si una pasión tiene el jeque Tamim es el fútbol al que se aficionó durante su etapa de estudiante en Inglaterra. A través de la división de deportes de QIA, el fondo, que ha patrocinado al FC Barcelona, posee el equipo del Paris Saint-Germain.
El gran problema del emir Tamim, hasta la fecha, era acabar con las acusaciones de soborno a los miembros de la FIFA para conseguir ser la sede del Mundial de Fútbol 2022 (y poder ver jugar en Doha a los mejores futbolistas del mundo) y defenderse igualmente de las denuncias de trabajo esclavo de los obreros que trabajan en las nuevas construcciones. Eran dos grandes preocupaciones, pero ahora el bloqueo de países que creía amigos puede aguarle la fiesta a Qatar y complicar aún más el ardiente conflicto de Oriente Medio.