La Vanguardia

Dominique Scali

La canadiense Dominique Scali rescata los ecos más nostálgico­s y menos tópicos del western con ‘En busca de New Babylon’

- FERNANDO GARCÍA Madrid

ESCRITORA

En un tiempo en que el western escasea en el cine y es rarísimo en la literatura, Dominique Scali (Montreal 1984) publica una original novela, En busca de New Babylon (Hoja de lata), que rescata el género bajo claves antiheroic­as.

Alo largo de miles de kilómetros y casi 400 páginas, cuatro extravagan­tes personajes recorren cincuenta pueblos y ciudades del Oeste americano en busca de la felicidad. El reverendo Aaron, hilo conductor de la historia, quiere escribir sermones y aventuras pero no puede hacerlo él solo porque le han amputado las manos. Charles Teasdale, buen boxeador y célebre pirómano, escapa nueve veces de la horca pero al final se harta de todo y decide colgarse él mismo. Pearl Guthrie es realmente una joven belleza, pero su incansable búsqueda de marido parece destinada al fracaso. Y Bill el Ruso se jacta de haber matado a cien personas pero no consigue que nadie le tome en serio. Es En busca de New

Babylon (Hoja de Lata), la sorprenden­te novela en la que Dominique Scali (Montreal, 1984) recupera el western desde un ángulo nostálgico y antiheroic­o; un western crepuscula­r donde abunda el barro, y la fiebre del oro se desvanece. Pero donde los sueños persisten, y la acción no falta. Como tampoco las pistolas, los casinos con prostituta­s y la amenaza permanente de los indios cabreados.

Scali siempre se había sentido fascinada y hasta “obsesionad­a” por el viejo Far West. En su juventud, las películas y los libros del Lejano Oeste no abundaban; más bien pertenecía­n al pasado. Y era una pena porque a ella le encantaba el género. No sabía muy bien por qué, ni falta que hacía. Pero un día se puso a buscar y recrear historieta­s de aquel tiempo y lugar, y encontró la explicació­n: “Hay muchos aspectos de esa época del Oeste americano que tienen eco en el universo de mi generación”, dice la joven y debutante escritora canadiense.

Más en concreto, las “angustias y peculiarid­ades” de los treintañer­os de hoy día encontrarí­an un doble espejo en el western más puro de las películas de los años 60. Una parte de ese espejo la encuentra Scali en la búsqueda de parajes auténticos y virginales a los que huir en un momento de cambios tecnológic­os que –como la expansión del tren y la electricid­ad sobre todo– estaban cambiando la vida de la gente a marchas forzadas, igual que ahora ocurre con las redes y los robots; la otra parte del eco o espejo del western estaría en cómo aquellos pioneros y colonos se movían con plena libertad, e incansable­mente, en la persecució­n febril de alguna meta (un lugar donde levantar una ciudad, un hombre con el que casarse, una gran aventura que escribir), con resultados en general decepciona­ntes.

Todo lo que los cuatro viajeros de Scali van encontrand­o en su peregrinaj­e son ciudades o villorrios decadentes; más de lo mismo una y otra vez aunque con variacione­s y habitantes que por fortuna animan la travesía y hacen de ella una aventura. El horizonte es “un Eldorado que se aleja más cuanto más se le ansía, y eso es porque quienes lo persiguen carecen en realidad de libertad de mente”. Les ocurre como a esos millennial­s de la edad de Scali o más jóvenes: “Viajamos muchísimo. Salimos por todo el mundo. Es como si buscáramos fuera lo que no tenemos en casa. Somos libres y tenemos tiempo y dinero. Pero volvemos a casa igual que estábamos porque, finalmente, todo lo que hemos visto nos ha resultado parecido”.

En el relato, la idea de esa frustració­n se visualiza en las distintas formas de desierto y desolación que los personajes van encontrand­o en su camino. Merece la pena la descripció­n de la primera parada en el primero de los cuatro periplos en que se divide el libro, Bullionvil­le: “Un lugar en que hasta los arbustos, vistos de lejos, parecen piedras. Resultaba difícil decir si las tierras arenosas de aquella población eran grises o amarillas, pero sin duda podía afirmarse que eran del mismo tono que el de los hombres enfermos justo antes de expirar”.

En cuanto al ideal que los protagonis­tas pretenden hallar o forjarse, hay que tener en cuenta su peculiar noción de paraíso. Bill el Ruso lo aclara cuando le preguntan cómo es la ciudad que quiere crear, New Babylon: “Será como muchas otras –dice–, salvo que los duelos estarán permitidos y su Constituci­ón establecer­á que nunca podrá pacificars­e. No habrá otra ley que la que prohíba los agentes de la ley. Sera un lugar peligroso”. En suma, un Edén de los malos en el salvaje Oeste.

“Hay muchos aspectos de esa época del Oeste americano que tienen eco en el universo de mi generación”

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EMILIA GUTIÉRREZ Scali presentó su novela en Madrid tras haber ganado premios y distincion­es en Francia y Quebec

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