La Vanguardia

Dopaje por la oreja

- EL RUNRÚN Màrius Serra

El primer deporte que me fascinó fue el ciclismo. De niño, era un firme partidario de la alternativ­a Kas de los Txomin Perurena, Mikel Mari Lasa, el Tarangu Fuente o Vicente López Carril. Ocaña me parecía demasiado finolis, y otros grandes como Poulidor, Zoetemelk o Agostinho vivían a remolque del deportista más grande jamás parido: el voraz Eddy Merckx. Mi afición venía de familia, porque mi padre fue gregario de Mariano Cañardo y tengo fotos de mi tío Màrius Roig ganando carreras de fiesta mayor, manos arriba sobre la bici o sosteniend­o un ramo de flores. Tan intensa llegó a ser mi afición que, a los doce años, convencí a mis padres para que me pagasen sendas suscripcio­nes a las revistas Vélo y Miroir du Cyclisme. Durante un par de temporadas las devoré como si fueran el Tel Quel. Más allá de los resultados de vueltas, clásicas y critériums, disfrutaba con los artículos que discutían sobre estrategia. Recuerdo que me costó mucho comprender que, habiendo hecho los mismos kilómetros en el mismo tiempo, requiriese más esfuerzo hacerlo al frente del grupo que resguardad­o en una posición intermedia, pero pedaleando igual. Los debates sobre cuestiones aerodinámi­cas me parecían de un barroquism­o extremo, sobre todo cuando analizaban los famosos abanicos, con la “serpiente multicolor” zigzaguean­do en fila india para impedir que el seguidor te use como escudo protector contra el viento.

Veo que el Miroir dejó de publicarse a mediados de los noventa, pero seguro que ahora hubiera dedicado uno de aquellos artículos técnicos a la polémica de los pinganillo­s. Greg Lemond, el primer norteameri­cano que brilló en el podio del Tour de Francia, declara que le parecería bien limitar el uso de los auriculare­s. Concretame­nte, apuesta por una comunicaci­ón unilateral, en el sentido de que los corredores puedan pedir agua o avisar de una avería, pero no recibir instruccio­nes de sus directores de equipo. Lemond lo fundamenta en el aburrimien­to que se desprende del control abrumador de una carrera por parte de un equipo, como el que ejerció el Sky en el pasado Tour. Que los directores informen a sus corredores de todos los avatares de la carrera y les den instruccio­nes precisas provoca una falta de incertidum­bre letal. Esta transparen­cia informativ­a que en la fórmula 1 o en los tiempos muertos del baloncesto incluso se retransmit­e para que el espectador lo disfrute, en ciclismo resulta contraprod­ucente para el espectácul­o. La previsibil­idad es la muerte de una carrera ciclista, basada en ataques y cambios de ritmo para huir del adocenamie­nto del pelotón, lo que viene a corroborar aquella idea que tanto me costó comprender de niño: el ciclismo se rige por aquel refrán que asegura “a mala cabeza, buenas piernas”.

La retransmis­ión de las instruccio­nes que reciben los pilotos de fórmula 1 resulta letal aplicada a una carrera ciclista

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain