La memoria desactivada
EN uno de sus libros memorialísticos, Salvador Pániker se pregunta precisamente qué es la memoria. Partiendo de que no se conocen sus bases fisiológicas, la definía como algo alejado de una cinta magnetofónica: “La memoria es una construcción compleja, desparramada por el cerebro, funcionando tal vez como un holograma”. Pensaba en el filósofo barcelonés recientemente fallecido mientras leía las crónicas del congreso del PSOE, donde Pedro Sánchez ha vuelto a conquistar el castillo, después de haber sido enviado a las mazmorras de forma no sólo precipitada, sino escasamente elegante. Si bien la estructura del partido le descabalgó, Sánchez ha vuelto cabalgando sobre las bases. Pero hará falta algo más que tiritas para restañar tantas heridas del pasado más cercano.
El relato no está exento de épica, pero lo cierto es que tanto el lado claro como el oscuro de la fuerza han cometido errores y la memoria de lo acontecido aún estaba en el ánimo de todos, por más que los resentimientos no afloraron más de la cuenta. El holograma del que hablaba Pániker perdió definición por unas horas. Felipe González, que fue quien inició las hostilidades en su día, envió un mensaje a través del plasma, en el que se limitó a recordar que las elecciones se ganan desde el centroizquierda.Tan conscientes han sido unos y otros de las tensiones, que el 39.º congreso celebrado este fin de semana ha sido relativamente tranquilo. Eso sí, Sánchez dejó claro que quieren ser la izquierda, sin matices, e incluso Narbona se imaginó un futuro gobierno a la portuguesa, que lideran los socialistas en coalición con comunistas de distintas tradiciones. En el PSOE nadie quiere ser Macron, por más que se haya inspirado en Rocard, uno de los socialistas más preclaros. Así que se recuperaron camisetas de Pablo Iglesias del baúl de los recuerdos. Y, como interesante novedad, el PSOE defiende la España plurinacional, sin apenas ruido de fondo en la sala.