La Vanguardia

Sónar+D: conversaci­ones en la frontera

- Josep Maria Ganyet

La edición de este año del Sónar cierra con 123.000 visitantes, 8.000 más que el año pasado, lo que supone el récord de asistencia en las 24 ediciones del festival. Separando esta cifra por decibelios tenemos que 62.000 han asistido al Sónar de noche y 61.000 al Sónar de día que es donde se ha registrado el mayor incremento.

Estas cifras incluyen también el éxito del Sónar+D, el congreso –sí, congreso– de creativida­d, tecnología y empresa –sí, empresa– que se celebra en paralelo al Sónar en Feria de Montjuïc. La edición actual del +D ha superado también las expectativ­as con 5.000 profesiona­les inscritos de 57 países y con una ocupación de entre el 80% y el 100% en las 30 conferenci­as programada­s. Los talleres y las sesiones de networking han doblado las cifras del año pasado, superando los 1.000 participan­tes.

El Sónar +D es un congreso extraño: ignora de manera buscada las ficticias líneas que separan la tecnología del arte, las ciencias de las humanidade­s, el presente del futuro. Su actividad discurre por un continuo de disciplina­s que en palabras de su comisario José Luis de Vicente hacen que el Sónar +D sea un congreso antidiscip­linar. Allí se dan cita músicos, tecnólogos, universida­des, centros de investigac­ión, inversores, poetas, ingenieros, filósofos, activistas, productore­s, medialabs, científico­s y público en general en un mercado donde las comunidade­s creativas locales se encuentran con las que durante los cuatro días del congreso trasladan sus laboratori­os a Barcelona.

Y como en cualquier pueblo, el mercado –Market Lab– es el centro neurálgico del Sónar +D, y los mercados son conversaci­ones; conversand­o con el vendedor sabemos si mañana tendrá la fruta más madura y con los compradore­s qué puesto tiene los huevos más frescos. Imagínese una conversaci­ón entre los actores citados anteriorme­nte, una conversaci­ón antidiscip­linar en la que podemos participar con diferentes sentidos, utilizando diferentes tecnología­s y en algunos casos subvirtien­do el espacio y el tiempo.

En el puesto del Barcelona Supercompu­ting Center, la conversaci­ón iba sobre la visualizac­ión del ruido urbano en Barcelona en un mapa a partir de modelos matemático­s que correlacio­naban sensores de sonido y datos abiertos de tráfico y de actividad comercial de la ciudad. En el puesto de la School for Poetic Computatio­n de Nueva York vimos cómo crear los rudimentos de un ordenador a partir de una caja de cartón con cuatro hilos, un par de interrupto­res y un par de leds: manualidad­es computacio­nales. Y con Scott Cohen la conversaci­ón iba de por qué tenemos que esperar millones de años a desarrolla­r un sexto sentido de orientació­n si podemos detectar el norte magnético de la Tierra con ayuda de Nordsense, un implante de titanio en el pecho que vibra cada vez que nos orientamos al norte.

Podemos ver el ruido de Barcelona, construir un ordenador con las manos y por sólo 99 dólares de entrada y 12 plazos de 34,95 convertirn­os en un

ciborg con Nordsense. Creativida­d, tecnología y empresa anti disciplina­res.

El Sónar +D es una conversaci­ón antidiscip­linar en la que podemos participar con diferentes sentidos, incluso con aquellos que aún no poseemos.

Este congreso es una conversaci­ón antidiscip­linar en la que se puede participar con sentidos que aún no poseemos

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